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Suplemento Economía Domingo 25 de Mayo de 2014

Vínculos de valor y el fantasma del abandono

Hacer el bien, desde una empresa, no es una cuestión altruista sino estratégica.

Fernando Solari

Por Fernando Solari

La RSE (Responsabilidad Social Empresaria) tiene por cometido

generar un vínculo de acción con los diferentes grupos que

conforman la comunidad de la que forma parte para evitar ser

abandonado por ellos.

Los brazos constructores de vínculo comunitario son aquellos

capaces de generar valor, en lo posible valor concreto -para que

el vínculo sea sostenible-.

Quienes tienen vínculo con las empresas -los llamados grupos de

interés o stakeholders; aquellos que son afectados por el

desempeño de la empresa tanto como ellos mismos afectan a la

empresa- pueden parecer dóciles y complacientes hasta que toman la

determinación de abandonar a la empresa. 

El abandono comunitario puede expresarse de varias formas;

rechazar a la empresa, dejar de consumir sus productos o

servicios, dejar de considerarla integrante de la comunidad…

acciones todas extremas que inician crisis que cuesta remontar,

las veces en que quedan chances de hacerlo.


Las empresas suelen no esperar a que eso ocurra y toman la

delantera poniendo en marcha acciones cuyo principal objetivo es

generar un vínculo de valor que mantenga la relación creciente y

que genere el deseo de incrementarla.

Todo lo que la empresa haga a favor de la comunidad será

bienvenido, pero no por eso útil para generar el vínculo buscado.


La generosidad de las empresas suele ser el camino elegido para

construir este vínculo; creer que la empresa es más potente que la

comunidad y puede destinar parte de sus ganancias para entregar en

acciones conmovedoras a los grupos de la comunidad que considere

importantes es un error.

Que no haya nadie que rechace estas acciones no quiere decir

que sean las acciones correctas para llevar a cabo. Suelen partir

desde la culpa y carecer por completo de estrategia logrando que

su efecto se extinga en sincronía con el consumo de los recursos

destinados.

Cuando se acaba el dinero se termina el amor y sólo un

débil recuerdo queda entre ambos.

La empresa no puede suponer las necesidades de la comunidad

como tampoco puede dejar de lado los resultados que son capaces de

generar las acciones comunitarias para la empresa.


Hacer el bien, desde una empresa, no es una cuestión altruista

sino estratégica. No se puede ayudar sin importar lo que pase con

nuestra empresa porque de los resultados depende que sigamos

siendo empresa.


AYUDAR SIN MARGINAR

La forma de ayuda constructora de vínculo es transmitir la

salida o solución de un problema cuyo resultado positivo quede

asociado con nuestra empresa y su razón de ser. Si somos experto

en algo ese expertise lo tenemos que poner a favor de la comunidad

brindando resultados concretos y entrenando para que sea la

comunidad quien los alcance sin dependencias.


Nuestra capacidad para integrarnos en la comunidad depende de

qué tanto capacitemos a nuestros grupos de interés para que

encuentren por sí mismos soluciones a sus necesidades y problemas.

Hacer esto es hacer el bien sin marginar a nadie, no hay razón

para que sea nuestra empresa la que quede marginada.

Este hacer es tan necesario como insuficiente si no lo

potenciamos con la comunicación apropiada. Hacerlo en secreto

equivale a darle una entidad de clandestinidad falsa e injusta.

Comunicarlo correctamente permite abarcar a muchas más

personas con la salida o solución del problema en cuestión -aquí

es donde se pone en evidencia la metáfora de brazos que nos brinda

la comunicación-.


Es injusto limitar nuestro aporte a las personas

con las que podemos estar en contacto directo; injusto para ellas

y para nosotros.

Para la empresa la injusticia cobra sentido al no poder

capitalizar lo hecho, por dejar que se diluya el esfuerzo, porque

condenamos una buena acción a que no sea sostenible y porque nos

condenamos a nosotros mismos a perder la oportunidad de crecer y

estar en condiciones de incrementar la ayuda.

Trabajar en contra de nosotros mismos, generar acciones que

favorezcan a la comunidad y las capitalice la competencia habla

muy mal de nosotros como empresarios.

Bajo ninguna circunstancia podemos abandonar a nuestros grupos

de interés pero, para hacerlo la peor decisión es la de abandonar

nuestra condición de empresa.


Son las mejores empresas las que logran construir un vínculo de

valor con sus grupos de interés y, quienes creen que sólo se

consigue actuando como una ONG pierden la oportunidad de crecer

hasta que logren abandonar el equívoco. 

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