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Suplemento Economía Domingo 18 de Marzo de 2012

Tres reflexiones sobre innovación empresarial

El autor del artículo, que próximamente visitará Rafaela, reflexiona sobre la importancia de trabajar la innovación y el crecimiento que ha alcanzado la misma en los últimos años como herramienta generadora de ventajas comparativas para las empresas que operan en un mercado altamente competitivo.

Redacción

Por Redacción

Por Pablo Muñoz (*) 


Lograr innovar en la empresa supone una ventaja para quien logre hacerlo; ya sea a través del desarrollo de nuevos productos, servicios, procesos o modelos de negocio. El problema para muchos no es qué hacer, sino cómo hacerlo. En este sentido me gustaría hacer una reflexión crítica sobre 3 mecanismos que entendemos debieran ayudar a las empresas a resolver desafíos en este campo.


Sobre las consultoras en innovación, ¿para qué y para quién?

De reciente aparición, las consultoras en innovación han comenzado a llenar el paisaje con una oferta que promete acelerar la velocidad de desarrollo de nuevos productos, procesos y/o modelos de negocios, lo que en consecuencia hará (supuestamente) crecer la empresa a tasas por sobre el promedio de la industria respectiva; lo cual a primera vista resulta no sólo atractivo sino también meritorio para quien lo consiga o ayude a conseguirlo.

La venta de estos servicios está decorada por frases que llaman a hacer las cosas de manera distinta como solución a los problemas de siempre, lo cual por supuesto puede ser consultado (y cobrado) por externos. Ahora bien, si se considera que una de las características fundamentales de nuestras sociedades, y de todas los emprendimientos que las han alimentado, ha sido el mejorar y cambiar la forma de hacer las cosas para resolver contingencias y, según afirman algunos, desafíos futuros (idea que no comparto dada nuestra racionalidad limitada y lo ciertamente inciertos que son los acontecimientos futuros), la innovación y el cambio técnico han existido desde siempre en el afán humano por mejorar su bienestar. Esto está presente en toda forma de organización y continua impulsando nuestro desarrollo socio-económico.

Entonces para qué necesitamos que nos enseñen, estimulen y/o guíen algo que hacemos naturalmente?

Un respuesta obvia sería: para hacerlo mejor. Bien, pero lo que realmente se mejora es la capacidad de trabajo, la cual se incrementa desde el potenciamiento de ciertas habilidades específicas a nivel individual y grupal, básicamente orientadas a identificar oportunidades, generar soluciones, administrar proyectos y difundir sus resultados. Sería interesante preguntarse si realmente se trata de innovación o una aglomeración y re-branding de técnicas de desarrollo personal y organizacional existentes hace ya un buen tiempo. De ser así, mejor ayudar a entender estos mecanismos de desarrollo socio-técnico que dar recetas de cómo hacer algo que en el fondo ya hacemos.

Es un hecho concreto que el fenómeno de la innovación y cambio técnico se entiende mejor hoy que en la época de Schumpeter, pero no por eso podemos afirmar que se trata de algo completamente nuevo; es sin duda una nueva disciplina de estudio que ha tomado fuerza e independencia dada la creciente complejidad y dinamismo de los procesos que actualmente conducen el cambio técnico, pero no algo único de nuestra modernidad y menos de las últimas décadas.

Lo que sí podríamos afirmar es una novedad son los efectos secundarios derivados de nuestra forma de desarrollo, lo cual se alimenta por la dirección irreflexiva que algunas veces toma la innovación y el cambio tecnológico.

No creo que las consultoras sean incapaces de cumplir sus promesas, pero sería interesante que respondieran un par de preguntas: ¿de qué se tratan y cuál es el propósito de los consejos que dan?, ¿qué tienen de realmente nuevo esos consejos?, ¿para qué y a quién (no) benefician estas “nuevas formas de hacer las cosas” y sus consecuentes resultados?, y ¿hacia dónde van dirigidas estas innovaciones?.

A quienes respondan sobre la lógica tradicional de desempeño y crecimiento los invitaría a agregar las siguientes palabras: reflexividad, responsabilidad y rendición de cuentas. Sería interesante ver consultoras ayudando a empresas no sólo a acelerar la velocidad de creación de “valor”, sino además a direccionar estos desarrollos desde la comprensión de los mecanismos que guían la co-evolución de la sociedad y la tecnología, y el entendimiento de los efectos secundarios derivados de nuestra forma expansiva de progreso.


Sobre las congresos de innovación, ¿por qué suelen ser inútiles?

En la intersección de estudios de innovación, emprendimiento y colaboración me gustaría reflexionar sobre recientes congresos de innovación en Latinoamérica, los cuales creo podrían avanzar y ofrecer mucho más. Quiero ilustrar mi reflexión con un caso que conozco de cerca, el último congreso de innovación de Icare “la orquestación del valor”, ofrecido en Chile a mediados del 2011. A la distancia revisé (online) con interés las presentaciones de los expositores, donde todos ofrecían visiones y experiencias en torno a modelos de colaboración en los negocios.

El argumento sobre el cual los organizadores reunieron a panelistas y audiencia fue que el emprendimiento y la innovación están tomando un renovado impulso dada la tendencia a colaborar, la cual “está llevando a un número creciente de compañías a explorar nuevas redes de emprendimiento y a expandir su cadena de valor, estableciendo conexiones en un sistema abierto”. Aún cuando considero que redes de innovación seguirá siendo uno de las áreas más atractivas dentro de estudios de innovación y emprendimiento, no comparto el carácter novedoso con que se presenta la propuesta, y creo que mejoras podrían hacerse a la luz de temas que hoy inquietan tanto a practicantes como académicos.

Un par de argumentos sobre la falta de novedad. El 2009, el Journal Economics of Innovation and New Technology publica el artículo Inter-firm networks and innovation: a survey of literature, donde el autor (Ozman) revisa 196 publicaciones en redes inter-organizacionales relacionadas a innovación; y ya el año 1983 contábamos con evidencia empírica que daba cuenta del fenómeno de comunidades colaborativas e innovación (Collective Invention, Journal of Economic Behavior and Organization).

El contra argumento lógico es que, no obstante el fenómeno existía, la naturaleza de la colaboración entre organizaciones ha cambiado. Sin embargo en 1990 el artículo Determinants of interorganizational relationships: Integration and future directions ya reconocía múltiples factores en el desarrollo de la colaboración entre empresas que van más allá del “unirse para generar ventajas en conjunto”, lo cual entre otros incluía confianza, apertura, hibridación, intercambio de información y aprendizaje. En la misma línea, Langlois exploraba el año 1989 Economic change and the boundaries of the firm, el cual podríamos asumir como precursor de la innovación abierta actual. Aun cuando Chesbrough ha conceptualizado muy bien innovación abierta, en la práctica es un fenómeno que está bajo estudio desde hace más de 20 años; y si bien su dinamismo se ha incrementado, las bases son las mismas descritas por Schumpeter en 1940. Sin duda innovación abierta y comunidades colaborativas son temas relevantes, pero ya no son los que concitan mayor interés, hay cientos de casos de estudio y teoría suficiente para explicar y predecir fenómenos de esta naturaleza.

Entonces, qué hay de nuevo en innovación y emprendimiento? Estos son algunos de los temas propuestos por el grupo Entrepreneurship & Innovation de Emerald Publishing: emprendimiento y economía informal, comunidades emprendedoras, emprendimiento y sustentabilidad, emprendimiento e innovación social (no bottom of the pyramid), emprendimiento en negocios familiares y emprendimiento en minorías étnicas e inmigrantes. Esto no sólo ocurre a nivel académico, lo acontecido en la última conferencia de la International Society for Professional Innovation Management es bastante ilustrativo. Dos de los tres keynote speakers hablaron sobre innovación y sustentabilidad - “Enhancing industrial sustainability” y “Innovation Management for Sustainability: Challenges and Solutions”; y de los dos Ilumminary speakers, el primero presentó “Sustainability and Innovation as key differentiators for competitive advantage” y el segundo “The dark side of open innovation – how to avoid the pitfalls”.

La tendencia parece ir en esa dirección, lamentablemente en Latinoamérica vamos avanzando en sentido contrario. Ciertamente hay temáticas para avanzar un paso adelante y poner a nuestros congresos de innovación y emprendimiento a la vanguardia.


Sobre los concursos de innovación, ¿en qué pueden ayudar?

Entre los proyectos de investigación en innovación que me ha tocado revisar hay uno que me ha llamado particularmente la atención: El Fenómeno de los Concursos de Innovación (CI). La idea es simple, los CI son invitaciones abiertas de empresas a resolver problemas complejos de innovación o bien a generar ideas para nuevos productos. Las propuestas son evaluadas, seleccionadas y premiadas ya sea con dinero, simple reconocimiento al creador o bien con participación en la comercialización de los productos resultantes.

Ejemplos hay en diversos tipos de industrias y escalas; el BMW Motorrad Innovation Contest 2009 anda en búsqueda de la moto perfecta para el futuro. No se trata sólo de un sitio web, sino de un completo proyecto abierto de desarrollo, éste cuenta con soporte online y talleres de ideación liderados por BMW en Alemania y Estados Unidos. La primera etapa recogió 769 ideas, y están prontos a comenzar la etapa de desarrollo de conceptos.

Desde el año 2000 el fenómeno ha crecido en complejidad y sofisticación. Cada año hay nuevos concursos, nuevas empresas involucradas, nuevos premios y nuevos mecanismos de soporte a la generación y desarrollo de ideas.

Este crecimiento se ha observado desde tres perspectivas. En primer lugar los CI se ofrecen como alternativa a los procesos tradicionales de innovación que se desarrollan al interior de las empresas, tienen la virtud de disminuir los tiempos y costos de desarrollo, y proveen un flujo de ideas muy difícil de alcanzar si el proceso se realiza a puertas cerradas.

En segundo lugar, este crecimiento en complejidad y sofisticación, ha dado paso a una nueva industria, una suerte de meta-outsourcing de investigación y desarrollo. Ya no estamos en presencia de eventos aislados, sino de cadenas de producción y soporte que, de una forma diferente, externalizan los procesos de innovación de las empresas.

Y en último lugar, los CI se han visto como un excelente mecanismo de promoción de la innovación y el emprendimiento al interior de los países. Un estudio reciente realizado en Portugal (Carvalho, 2009) señala que los CI, enmarcados en una estrategia de promoción de la innovación, proveen estímulos para el emprendimiento y abren posibilidades para capturar las ideas, talentos y potencialidades de la comunidad.

Desde la gestión de la innovación, los CI han complejizado no sólo el estudio sino además, el desarrollo de capacidades de innovación al interior de las empresas. Independiente del modelo utilizado, los mecanismos tradicionales parten de la premisa que las empresas son organismos herméticos donde sus capacidades están limitadas a la cantidad de personas que trabajan en su interior.

Los CI como metodología trabajan sobre una premisa diferente. El traspasar las fases de ideación y conceptualización a agentes externos implica que necesariamente algunas capacidades de innovación van a crecer con cierta autonomía de la empresa; esto si bien extiende las capacidades debilita el control sobre los procesos, lo cual requiere modificar algunos mecanismos tradicionales de gestión de innovación.

Además de los beneficios antes mencionados, los CI se pueden transformar en una metodología de innovación accesible para empresas pequeñas y medianas. Su desarrollo y operación involucra un costo menor que el de los procesos tradicionales, sobre todo en las fases iniciales, y posibilita el acceso a nuevas oportunidades antes reservadas sólo para las grandes compañías.


(*) 

PhD candidate

Centre for Knowledge, Innovation, Technology and Enterprise

Newcastle University Business School

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