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Suplemento Economía Domingo 26 de Marzo de 2017

Reactivar, crear empleo y cambiar el humor lo más rápido posible

Sin alentar el consumo, no hay proyecto político viable. Ahora, el Gobierno se propuso reanimar la economía lo antes posible, vía obra pública y, desde esta semana, con créditos hipotecarios masivos. También busca la forma de recuperar las ventas en el comercio.

Agrandar imagen FOTO ARCHIVO NA CAPUTO. Esta semana presentó los créditos hipotecarios de la banca pública.
FOTO ARCHIVO NA CAPUTO. Esta semana presentó los créditos hipotecarios de la banca pública.
José Calero

Por José Calero

Reactivar el consumo lo más rápido posible se convirtió en un

objetivo central para el gobierno, tras constatar que los

anuncios de inversiones y la reducción del déficit no mueven el

amperímetro a la hora de mejorar un humor social resentido por el

fuerte salto inflacionario del 2016 y los despidos, que ahora se

buscan revertir.


Tras casi 16 meses de gobierno, Mauricio Macri y su grupo de

ex CEOs ubicados en puestos clave de la administración parecen

haber advertido que se empezó al revés en algunas cuestiones

económicas centrales, en parte por necesidad, pero también por

cierta impericia.

Con los hechos consumados, el primer error de envergadura

parece haber sido subestimar el impacto de transparentar la

devaluación de hecho que el kirchnerismo nunca se había permitido

admitir, con el fin de salir del engendro creado por Cristina

Fernández en octubre de 2011, llamado "cepo cambiario".


El equipo económico buscó convencer a los agentes económicos

de que no había necesidad de remarcar porque los costos y precios

ya estaban calculados a un dólar de $ 16.

El cálculo fue errado y el mercado respondió, como suele

ocurrir, con el bolsillo.


El festival de remarcaciones del 40 por ciento se convirtió en

una fábrica de pobres, que llevó a que durante el primer año de

gobierno 1.500.000 personas pasara a elevar a 14 millones los

12,5 millones en la pobreza que había dejado el kirchnerismo.


Esa actitud mezquina de los formadores de precios le dejó la

sangre en el ojo a Macri, quien aún no les perdona a muchos de

esos empresarios -algunos amigos de toda la vida- que tuvieran

una actitud tan alejada de sus expectativas.

Pero al fin de cuentas, "Business are business", y desde las

alimenticias hasta los supermercados no tuvieron reparos en hacer

trabajar horas extra a las maquinitas remarcadoras.

Ahora, el presidente les está exigiendo a muchos de esos

mismos empresarios mostrar patriotismo vía inversiones:

algunos ya están respondiendo, pero el problema de fondo es que

la inflación tiene impacto inmediato, mientras el destino de

fondos para mejorar la productividad y adquirir tecnología puede

mostrar resultados en el mediano plazo, incluso más allá de los

cuatro años de gobierno.

Esa es la razón por la cual el kirchnerismo siempre pensó en

el corto plazo, siempre preocupado por preservarse en el poder

aún a costa de hipotecar el futuro del país dejándolo, por

ejemplo, sin energía.

Otro error de alto calibre del macrismo fue creer que el

arreglo con los holdouts guardaba alguna relevancia para la

opinión pública.


Al contrario, los fondos buitre siempre fueron vistos por la

gente como lo que son: un conjunto de fondos multimillonarios

cuyo único objetivo es espoliar a los países y a sus ciudadanos,

comprando a precio vil bonos para luego litigar ante tribunales

sorprendentemente parciales, como el del juez neoyorquino Thomas

Griesa.


 El ahora ministro de Finanzas, Luis Caputo, obtuvo el mejor

acuerdo posible ante ese grupo de financistas sin alma ni

corazón, pero aún así el acuerdo por la deuda no pareció sumarle

puntos a Macri ante la opinión pública.

Lo que sí tal vez posibilitó fue evitar que la bomba de tiempo

que Cristina Fernández le dejó a Macri, el exorbitante déficit

fiscal, terminara estallando.

El país volvió a tener financiamiento internacional, y así

pudo mantener buena parte de los planes sociales creados por el

kirchnerismo para sostener su hegemonía.

Aún así, la lógica del subsidio permanente lleva a que toda

ayuda social parezca poco en la Argentina, como lo demuestra el

festival de protestas y piquetes que se viven a diario.


Por ahora, el gobierno está apelando a reanimar la economía lo

más rápido posible, vía obra pública y, desde esta semana, con

créditos hipotecarios masivos cuya demanda promete desbordar los

centros de atención de los bancos Nación, Provincia y Ciudad.

En la Argentina hacen falta construir 1,5 millones de

viviendas y poner en condiciones otros 2 millones para paliar un

déficit habitacional que se fue por las nubes.

El otro problema a atender por el gobierno es la caída de

ventas en los comercios, uno de los sectores que mayor empleo

genera, y que acaba de acordar una paritaria razonable del 20%,

más cláusula gatillo por inflación.

Caminar por el centro porteño muestra el fuerte impacto que la

recesión tuvo en la actividad comercial, que ahora busca

revertirse con medidas para alentar el consumo.

El Gobierno tardó más de un año en entender lo que el

kirchnerismo comprendió casi antes de asumir.

Sin alentar el consumo, no hay proyecto político posible.

quedan pocos meses para lograrlo antes de octubre. 

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