Por José Calero
Los
gremios alineados con el kirchnerismo, en especial la UOM,
aceptaron a regañadientes el tope del 27% en las paritarias como
un gesto a la presidenta Cristina Fernández, quien busca llegar al
final de su mandato mostrando que ejerce el poder con mano firme y
recordando que es quien "manda".
Los trabajosos acuerdos por paritarias le costaron mucho
esfuerzo y enorme desgaste al líder metalúrgico Antonio Caló,
también jefe de la CGT "Balcarce", de muy buen diálogo no sólo con
la jefa de Estado sino también con Daniel Scioli.
"No conseguimos lo que queríamos", admitió el jefe de los
obreros metalúrgicos, uno de los sectores que más creció durante
la última década, y también el que más sufrió las políticas de los
´90, cuando el cierre de fábricas fue algo habitual.
Tal vez esos datos de las últimas dos décadas de la Argentina
expliquen por qué algunos sindicatos prefirieron no hacer olas en
esta pulseada, a pesar de que el poder adquisitivo se sigue
debilitando porque la inflación se desaceleró pero está lejos de
niveles razonables.
El propio Axel Kicillof debió salir a reconocer que los precios
cerrarían el 2015 con aumentos promedio del 20%, un nivel aún muy
alto.
Fue una forma de decirle a los gremios que con las paritarias
terminarán "ganando" unos siete puntos frente a la inflación, por
lo que mejorará su poder adquisitivo, siempre y cuando los
trabajadores le crean a las cifras del INDEC.
Si se repasa el entramado de sindicatos que finalmente
arreglaron, emerge rápido el tono político que van tiñendo las
paritarias.
Además de los metalúrgicos, le dieron el gusto a Cristina los
obreros de la construcción (UOCRA) -un sector que creció fuerte
hasta la aplicación del cepo cambiario, y que ahora busca
resurgir-, los encargados de edificios (SUTERH) -cuyo líder juega
fuerte en el kirchnerismo porteño, los estatales de UPCN -el
Estado es el único sector que siguió incorporando empleados en los
últimos tres años- y los empleados de comercio.
Pero no todos los sindicatos aparecen convencidos de las
bondades del rumbo político y económico, y varios dialogan seguido
con líderes de la oposición como Sergio Massa, tal es el caso de
los enrolados en el transporte, por lo que aquí también surge la
especulación electoral.
Bancarios y Camioneros ya lanzaron paros, y hay decenas de
sindicatos de menor poder de fuego que hacen cola a la espera de
que les llegue la demorada propuesta patronal.
A esto se suma el paro lanzado para el 9 de junio por las
centrales sindicales críticas del gobierno, que pretenden acuerdos
salariales por encima del 32%, pero sobre todo cuestionan a fondo
el impuesto a las Ganancias.
Este es uno de los temas que le hace más ruido a la Casa
Rosada, porque están involucrados los gremios del transporte, que
ya demostraron ser capaces de dejar las calles desiertas, para
disgusto de la jefa de Estado.
La presidenta está jugando a fondo para garantizar el futuro
del modelo económico y social perfilado por el kirchnerismo en
estos más de 12 años de ejercer el poder.
Una pista clara de lo que pretende Cristina para los próximos
tiempos la dio al salir a respaldar a un funcionario con un
énfasis inédito para su estilo de gobierno.
Nunca hasta ahora Cristina había tildado de "mano derecha y
principal asesor" a un colaborador.
Esa "consideración" se la brindó con énfasis a Axel Kicillof,
un nombre que suena para varios puestos en la grilla de candidatos
que propone el oficialismo.
Kicillof se ha convertido en esta etapa final de Cristina
Fernández como presidenta casi en su alter ego.
Su palabra es tan fuerte que hasta hombres de larga trayectoria
y espalda política como Aníbal Fernández, Julio De Vido y Carlos
Tomada consultan al ministro de Economía antes de avanzar en
decisiones clave.
La ideología blindada de Kicillof tiene cautivada a la
presidenta y puso a la economía otra vez como foco central para
tratar de garantizar un triunfo electoral.
El hombre que maneja la economía busca instalar que este modelo
económico en el que el Estado desempeña un rol decisivo tiene
todavía mucho para dar y capacidad para alcanzar un grado de
sofisticación que permita manejar casi todos los resortes de la
actividad productiva.
"El Estado es la herramienta más poderosa para crear mercado",
sostuvo el ministro en el escenario académico que le proporcionó
la asociación de economistas heterodoxos AEDA.
Pero al menos un sector amplio del empresariado está preocupado
por esas ideas fuerza impulsadas por el ministro.
El Foro de Convergencia Empresarial -integrado por 67
entidades- aseguró que "la injerencia del Estado en el ámbito
privado, interviniendo arbitrariamente en la toma de decisiones
empresarias, lesiona gravemente la economía y obstaculiza el
desarrollo económico y social".
Y a la hora de los reclamos puntuales, abogaron por "la
modificación de las leyes de Abastecimiento y de Mercado de
Capitales", que parecen alterar los nervios del poder económico.
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