Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Suplemento Economía Domingo 2 de Febrero de 2014

Nuevamente atrapados en el caos de la devaluación

Medidas improvisadas, incertidumbre y desconfianza dominan la economía argentina por estos días.

José Calero

Por José Calero

Como

en el túnel del tiempo, los argentinos quedaron otra vez dados

vuelta por una devaluación que la Presidenta había jurado no

aplicar hace apenas unos meses.

Ahora, penan envueltos en una escalada de precios que más que

un "deslizamiento", como lo llamó Axel Kicillof, puede convertirse

en una caída libre sin paracaídas.


Todavía resuena la voz firme de Cristina Fernández anunciando

la pesificación de su plazo fijo para que los argentinos confiaran

en su moneda y retando al senador Aníbal Fernández por haber

sugerido que no iba a pasar a pesos los dólares que había logrado

ahorrar.


La jefa de Estado rompió con la garantía dada a los argentinos

de que "nunca" tomaría una decisión en perjuicio de la gente, y

mucho menos admitiría una devaluación.

Los politólogos recordaron la frase "Lean mis labios, no más

impuestos", que ayudó a George Bush padre a ganar las elecciones

presidenciales en los Estados Unidos, pero que no pudo cumplir

porque antes de dejarle el poder a Bill Clinton debió aplicar

alzas impositivas.


Clinton también tuvo su frase de cabecera, cuando sus

operadores de propaganda instalaron el ya célebre "es la

inflación, estúpido", que veinte años después parece ajustarse al

delicado momento que atraviesa la Argentina.

La depreciación del peso, un viejo conocido y fatigador de

voluntades en el país, se confirmó sobre la tercera semana de este

arranque caliente del 2014, y derivó en una devaluación superior

al 30 por ciento, que terminó de darle combustible a una inflación

que ya venía al galope.


Si los formadores de precios habían encontrado excusas para

aumentar, en algunos casos con guiño del gobierno, ni pensar en el

teatro de operaciones que pueden llegar a conformar con un dólar

que saltó de 6,60 a 8,10 en pocos días.

La ofensiva encuentra a un gobierno debilitado, que perdió

reservas por unos 2.500 millones de dólares en enero, y que en

apenas una semana de flexibilización del cepo cambiario debió

resignar 1.000 millones.


El nuevo sistema para permitir atesorar dólares en sumas

módicas se encontró con una fuerte demanda por parte de argentinos

ávidos por poner sus pesos a resguardo de futuras devaluaciones.

El esquema de expectativas arroja que será muy difícil para

Kicillof y los suyos convencer a los ahorristas de que se podrá

sostener el dólar a 8 pesos.

En realidad, la divisa no halló aún su precio de mercado, por

la sencilla razón de que el esquema cambiario de flotación

administrada fue dejado de lado cuando el gobierno advirtió que se

lo llevaba puesto la fuga de capitales.

"Hay una devaluación sin plan", fue el término más suave

utilizado por Jorge Remes Lenicov para describir el momento

actual.

Remes Lenicov se debió ir del gobierno de Eduardo Duhalde luego

de hacer el trabajo sucio de dictar la partida de defunción de una

convertibilidad que hacía rato había dejado de existir.

Luego llegó Roberto Lavagna y aprovechó aquel operativo de

limpieza para implementar un plan que puso a la Argentina en

crecimiento y trató de mantener cuentas ordenadas, hasta que el

gobierno se cebó y comenzó a creer que podía gastar a cuenta más

de lo que tenía.

Eso fue la emisión monetaria descontrolada que derivó en la

inflación, que ahora el gobierno intenta frenar sin táctica ni

estrategia a la vista.


Con la devaluación consumada, el gobierno corre a diario detrás

de cada aumento.

Alimentos, bebidas, medicamentos, combustibles, productos de

limpieza y una larga lista de bienes y servicios se incluyen entre

los incrementos que dejan en el recuerdo el Plan de Precios

Cuidados, bautizado por el ingenio popular como "precios

descuidados".


Apenas parches que se repiten a diario en las a esta altura

menos trascendentes conferencias de prensa del jefe de Gabinete,

que trata de mantener políticas a flote a bordo de un bote

averiado, en un mar atestado de tiburones.

La dinámica de la devaluación se instaló riesgosamente y parece

que hará falta algo más que la teoría de un ministro egresado con

honores y las advertencias diarias de un jefe de Gabinete.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso