Por Evelin Olivero
Quien hubiese imaginado que ya en el 2012 utilizaríamos el celular para chatear, revisar el correo, entrar a las numerosas redes sociales que poseemos, sacar fotos, usar el GPS, comprar, investigar y bueno en algún momento usarlo para hablar por teléfono. Lo cierto es que la tecnología móvil evolucionó tanto que mantiene a los usuarios en contacto permanente con todo lo que lo rodea, adentrándolo al mundo digital, al mercado electrónico y a las nuevas tendencias. Nos encontramos frente a un consumidor totalmente informado, ya incluso con la decisión de compra formada y a veces tomada.
El hecho de poseer toda la información, muy bien dicho, “en la palma de la mano” nos brinda herramientas como consumidores que antes no teníamos. Las nuevas generaciones acostumbran a investigar sobre cualquier cosa que van a comprar y, con un simple dato, ya pueden tomar la decisión para luego ejecutar la compra.
Una nueva tendencia de generar este continuo tráfico de información la constituyen los famosos códigos QR, o según su nombre en inglés quick response barcode. Se trata de un código de barras bidimensional o matriz de puntos creado en 1994 por la empresa japonesa Denso Waveen, subsidiada por Toyota.
La traducción de su nombre al español sería respuesta rápida. La función del código es el almacenamiento de información de cualquier tipo. Comenzó como un código de barras empleados en la industria automotriz, para luego llegar a la administración y los inventarios, pero al incorporarlo en las tecnologías de teléfonos móviles lograron alcanzar al consumidor sin ningún tipo de impedimentos.
Por lo que observamos, entonces, la utilización de estos códigos dentro del comercio electrónico puede ser infinita, desde dar más información del producto, comunicar promociones vigentes, hasta hacer descuentos especiales a los que leen dichos códigos. De a poco nos vemos ante un generador de cambios permanente en la web y el marketing móvil.
La discusión sobre la efectividad de esta nueva herramienta sigue abierta. Algunos sostienen que la cantidad de usuarios aún es limitada y la forma de escanear y acceder a los códigos no es del todo cómoda, ya que se necesitan instalar aplicaciones adicionales para poder lograr la lectura del código.
Sin embargo, las empresas ya lo están utilizando en todos los frentes de sus campañas. Por eso los podemos encontrar en las vidrieras, en medios masivos de llegada al consumidor, junto con los productos en sus etiquetas para brindar más información y en la cartelería. Incluso, y como dato de impacto, hay algunas empresas que ya los pintan en las terrazas de algunos edificios –claro está, en las grandes ciudades- para aquellos empresarios que se manejan en helicópteros.
Lo interesante es que, bien utilizados, los códigos QR pueden recopilar información de respuesta de estas acciones y facilitar una medición cuantitativa dada la forma en la que está planteado y la precisión de estos datos. Otra ventaja es que se dirige a un público selecto y exclusivo, pues ya segmenta el mercado desde el principio diferenciando las personas que utilizan esta tecnología de las que no lo hacen.
Es indudable el alto potencial de estos códigos: se pueden incorporar desde videos, música, documentos, hasta links de descargas, y es claro que la creatividad aplicada al uso de los mismos puede transformarla en una herramienta muy atractiva dentro del marketing móvil, principalmente cuando las campañas se piensan en forma global.
Igualmente es importante saber que son tendencias actuales, totalmente reemplazables por algo más novedoso e incluso mejor, dadas las velocidades a las que se mueven estas nuevas tecnologías. Lo bueno es que las empresas logren adaptarse permanentemente a este tipo de tendencias para poder llegar a los consumidores de sus mercados a través de canales innovadores y en forma personalizada.
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