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Suplemento Economía Domingo 5 de Junio de 2016

Macri aminora el ritmo del "sinceramiento"

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José Calero

Por José Calero

El

impacto del ajuste empieza a provocar los primeros cimbronazos en

el equipo gobernante y una inquietante pregunta recorre los

pasillos del poder: quién pagará los costos políticos de las alzas

de tarifas, la inflación y los despidos.

Emerge claro que el presidente Mauricio Macri empezó a

replantearse la magnitud del guadañazo al gasto público cuando

comenzó a notar que erosionaba su imagen ante la opinión pública.


Así, ordenó retroceder algunos casilleros para atenuar el

fortísimo descontento que generan las medidas en vastos sectores

sociales.

El centro de las miradas pasó a ser el ministro de Energía,

Juan José Aranguren, quien diseñó el nuevo esquema de ajustes

tarifarios, con alzas que en ciertos casos llegaron a multiplicar

varias veces el costo del consumo en el caso del gas.


Tras afirmar ante un intendente que debía aplicar ese nivel

de ajuste con el fin de cumplir con lo que tenía proyectado "en

una planilla de Excel", Aranguren fue llamado al orden por el ala

más política del gabinete.

Tanto que en las últimas horas debió salir a desmentir su

renuncia, que se hubiese convertido en la primera baja del

gobierno a menos de seis meses de gestión.


Ante un escenario en ebullición, sobre todo en el sur del país,

el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, inició una frenética

ronda de llamados a gobernadores y jefes comunales con el fin de

recomponer el cuadro de situación.

Se recalcularon ajustes y aplicaron topes del 400% para los

ajustes residenciales, y del 500% para las Pymes.

Sigue siendo un aumento sideral pero algo más racional que lo

intentado en un principio.

Aranguren, quien reconoció errores, sostiene de todas maneras

que corregir una década de políticas inconsistentes demandará un

esfuerzo más que titánico a los argentinos.

El ministro considera que llevará "muchos años volver a

alcanzar el autoabastecimiento energético que las políticas

kirchneristas le hicieron perder a la Argentina".

Pero parece no haber un pensamiento único en el gabinete sobre

el camino que se debe emprender para alcanzar tamaño objetivo.

En los primeros meses Aranguren convenció a Macri de que debía

aplicarse una política más cercana al shock que al gradualismo.

El mismo camino se siguió para salir del cepo cambiario, con

una fortísima devaluación que sinceró el mercado pero aceleró una

inflación que ya venía al galope.


Ahora, el realismo político parece haber convencido al jefe de

Estado de que ante una situación social tan delicada como la que

heredó de Cristina Fernández, habrá que ir con mucho más cuidado a

la hora de incrementar la presión sobre los atribulados bolsillos

de los argentinos.


Por las dudas, apuró la difusión del informe "El estado del

Estado", una radiografía sobre el complejo cuadro que dice haber

encontrado su administración en estos primeros seis meses de

gobierno.

Allí, el gobierno dice haberse encontrado con un Estado

"desordenado y desorientado, que tenía los instrumentos de

navegación rotos".


Habrá que ver si el nuevo equipo de gobierno cuenta con la

brújula adecuada para poner proa hacia el modelo superador que

promete.

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