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Suplemento Economía Domingo 15 de Julio de 2012

La ciudad y la política social adaptadas al territorio

Para saber cómo ayudar a la familia, hay que instalarse en el territorio para aprender respetuosamente cómo es la familia y desde ahí construir la política social posible, no la imaginada.

Redacción

Por Redacción

La mayoría de los argentinos en algún momento hemos opinado sobre lo que entendemos, es o debe ser la política social del Estado como forma de combatir las desigualdades, y fundamentalmente, la pobreza. Sí son positivas a largo plazo estrategias como la llamada Asignación Universal por Hijo, los subsidios o la distribución de bienes y elementos.

Desde el Estado Nacional es imposible construir intervenciones adaptadas a las circunstancias particulares de cada territorio, sobre todo en un país tan extenso y heterogéneo en la conformación de sus comunidades como lo es Argentina. Por eso las ciudades, grandes y pequeñas, tienen el desafío de crear “desde abajo” alternativas a la medida de su gente y capturar esos recursos que llegan desde otros niveles del Estado para distribuirlos de la mejor manera posible en términos de impacto comunitario. Son decisiones de política de distribución y de aplicación de recursos propios las que marcan diferencias en la manera de construir comunidad.


INTERROGANTE CONCEPTUAL

¿Qué inversión es la más útil desde las perspectivas de una ciudad para trabajar en los barrios más pobres?

* La que ofrece la mejor infraestructura comunitaria: escuelas dotadas de equipamiento de calidad para atender a una población que además de educación necesita asistencia, y al mismo tiempo que estén preparadas para los aprendizajes de las distintas disciplinas; jardines de infantes -que brinden educación temprana-, localizados en los barrios más necesitados, con capacidad de recepción de matrícula, y como en caso de las escuelas de otros niveles, con los mejores docentes para que las mamás puedan ir a trabajar dejando a sus hijos en lugares donde reciban educación y adecuada atención; universidades públicas a las que pueda acceder el vecino sin costo; centros recreativos y clubes de barrio que tengan oportunidad de prácticas deportivas al alcance de los chicos, adolescentes y jóvenes que no pueden pagar cuotas; playones polideportivos dotados de programas, profesores y supervisión para ocupar las horas de ocio con esquemas que desarrollen los aspectos físicos y formativos de la población infantil; hospitales y centros de atención primaria de la salud bien equipados, con horarios, profesionales e insumos suficientes para la población necesitada de ellos y al alcance de todos.

* La que dota de la misma inversión en iluminación, infraestructura sanitaria de agua y cloacas, obras viales y acceso al transporte público, que al resto de los barrios.

* La que ayuda a que el espacio público de parques, plazas y paseos de los sectores más humildes ofrezca idénticas condiciones de oferta de juegos, mobiliario urbano, limpieza y un lugar lindo para compartir el tiempo de ocio, salvando sin diferencias, la realidad que a veces generan viviendas caracterizadas por problemas de espacio y superpoblación.

* La que acerca los servicios públicos (energía, agua potable, cloacas, gas natural) para que las familias tengan buena calidad de vida.

* La que mantiene en los barrios más humildes la limpieza y prolijidad del espacio comunitario que caracteriza a los sectores de la ciudad de mayor nivel socioeconómico.

* La que invierte en capacitación laboral generando oportunidades para la población que necesita estar habilitada para poder insertarse en el mercado de trabajo, lo que les permitirá a futuro valerse por sus propios medios.


El Estado también es responsable de generar los mecanismos que permitan que estas obras y servicios sean accesibles para aquellos que no los pueden pagar con la misma rapidez o facilidad que el resto de la comunidad, pero que los necesitan imperiosamente. Hay ejemplos concretos de ciudades que apostaron a generar fondos específicos en la Tasa General de Inmuebles, destinados a financiar la ejecución de obras por contribución por mejoras en los barrios que carecían de posibilidad de pago.

Estos mecanismos compensatorios no siempre son bien vistos por el espectro social que tiene capacidad de contribución porque se asocia la facilidad con el “no pago”. Sin embargo, de lo que se está hablando es de una financiación diferente para compensar las desigualdades de poder adquisitivo. La tolerancia, la comprensión y el interés por el destino del otro forman parte de nuestro desafío como sociedad y nos hacen partícipes diarios en esto que también es política social.

Este tipo de intervenciones del Estado contribuye, con el tiempo, a desarrollar equilibrios más duraderos que la entrega de subsidios. No se pone en cuestión el rol del Estado en la cobertura de las necesidades de la población, su rol activo y positivo en la cuestión social, pero quizá reforzar las intervenciones integrales en desarrollo urbano, trabajo, educación, cultura, salud, deportes y prestación de servicios tenga un impacto más saludable para la comunidad. De esa forma, se va disolviendo el vínculo que parecería unir de manera irremediable la política del Estado a la entrega de ALGO: un subsidio, una ayuda, un objeto.

Si el Estado da más, sería un mejor Estado, aún a riesgo de generar un clientelismo que a la larga incapacita.


PROGRAMAS Y NECESIDADES

* Los Programas del Estado no siempre equivalen a los problemas de la gente.

En los lugares donde se pone el dinero por delante de los problemas, se corre el riesgo de instalar circuitos perversos de dependencia. Ese dinero se transforma en un ingreso regular y entra en la lógica de las oportunidades económicas del grupo familiar.

Hay familias que reciben del Estado ayudas cruzadas y múltiples por descoordinación entre los distintos niveles (Nacional, Provincial y Municipal) y por la supuesta problematicidad de sus integrantes: pensiones, asignaciones, tarjetas alimentarias, programas sanitarios. Las familias son entrenadas –sin quererlo– para detectar dónde pueden conseguir fondos y se transforman en recolectores de este tipo de ayudas. Y estas ayudas no suelen cooperar con la resolución de los problemas que dicen combatir. Que exista un Programa para… no significa que haya un Problema en la gente.

En la familia la mayoría de las veces se busca trabajar, pero se vive y se respira la falta de oportunidades dignas. Por eso es vital la regulación gubernamental de la esfera económica, el monitoreo de la economía, el cuidado por sostener las fuentes de trabajo existentes, la generación de nuevas, y el acompañamiento con adecuadas políticas fiscales. La resolución de fondo de la cuestión social necesita de una mirada más amplia que la de políticas paliativas.

Los subsidios son respuestas a corto plazo. El Estado, con sus políticas, es responsable de cómo hace sociedad.


PLANES A MEDIDA

* ¿Por qué no ir directamente donde están los problemas?

¿Para qué el Estado se va a quedar atendiendo a la gente a nivel central cuando sus dificultades están desconcentradas y dispersas en distintos lugares de la ciudad? Un Estado local responsable es el que está trabajando lo social desde las áreas de la ciudad que son estratégicas, desde el territorio, colocando Equipos donde la gente más los necesita. ¿Para qué? Para cooperar con el vecino en resolver los problemas, para colaborar con la capacidad existente en la comunidad para auto-protegerse, auto-sanarse y auto-promoverse. Pobreza no es sinónimo de no-capacidad.

La gente ya está trabajando por sus soluciones cuando el Estado llega. La comunidad se está moviendo, para bien y para mal. Por eso es importante que el Estado tenga Equipos posicionados en los lugares estratégicos para que estén antes y cotidianamente. Desde ese lugar, desde abajo, se realiza la mejor política social. Desde la institución y desde lo central, corre un mayor riesgo de fracasar.

Las políticas asistenciales clásicas son modélicas, es decir, operan sobre la base del supuesto que la gente necesita tal cosa porque no la tiene y que distribuyéndola se puede lograr su bienestar. Para saber cómo ayudar a la familia, hay que instalarse en el territorio a aprender respetuosamente cómo es la familia y desde ahí construir la política social posible, no la imaginada.

Los problemas sociales de hoy son tan complejos que están poniendo en jaque a las instituciones y las respuestas fáciles o las fórmulas que antes funcionaban. Los subsidios ya no alcanzan. Si los equipos de trabajo del Estado no construyen desde el territorio, desde la realidad y las características de sus comunidades el panorama de mejoría social es limitado.

En definitiva, la ciudad y la política social adaptada a su escala y a su idiosincrasia pueden resultar claves en el desarrollo local.

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