Por José Calero
El
mundo volvió a dar una señal refractaria hacia el intervencionismo
cada vez mayor aplicado por la Argentina a su sistema económico,
mientras el gobierno parece inclinarse a ajustar algunas variables
internas con el fin de atenuar un segundo año recesivo vaticinado
por el Banco Mundial.
Convencido de que no llegarán buenas noticias desde afuera, y
mucho menos inversiones directas, el ministro de Economía, Axel
Kicillof, parece decidido a concentrar esfuerzos en encaminar
variables clave como producción y consumo, y dejar que los
problemas internacionales decanten por sí solos.
El ministro sinceró en forma parcial la inflación, al reconocer
un alza de casi 24% para 2014, lo cual generará presiones
renovadas sobre los acuerdos salariales que vienen.
En el mercado hay consenso en que las estadísticas del INDEC
continúan manipuladas, pero se toma como gesto de racionalidad la
decisión de reconocer parte de la escalada de precios para
comenzar a transparentar el escenario y aplicar nuevas estrategias para
mantener más a raya los precios.
"Precios cuidados" ha sido hasta ahora la estrategia elegida,
pero con esa herramienta no alcanza para frenar la presión
inflacionaria.
El jefe de Economía no espera ayuda alguna del exterior, al
contrario: es que, a la problemática planteada por la Justicia
norteamericana en el litigio con los fondos buitre, se sumaron en
los últimos días más malas noticias llegadas de afuera.
El Banco Mundial no sólo dijo que la Argentina termina el 2014
en recesión, sino que vaticinó que este año la contracción se
repetirá, y así el país atravesará dos años consecutivos con caída
en su Producto Bruto.
Kicillof no sólo rechaza que la Argentina haya entrado este año
en recesión, sino que también parece dispuesto a dar pelea para
que el país atraviese el 2015 en terreno positivo, teniendo en
cuenta que será un año electoral y que el planeta político parece
estar alineándose contra la Casa Rosada.
La segunda mala noticia económica de los pocos días que van de
este año llegó desde la OMC, que falló contra la Argentina por las
trabas aplicadas a las importaciones y le reclamó el levantamiento
de las medidas.
Al respecto, el gobierno argentino dijo estar dispuesto a hacer
valer su derecho a la administración del comercio para proteger la
producción y el empleo local.
"Los países desarrollados pretenden que abramos nuestras
economías mientras cierran las suyas", suele repetir Kicillof en
tertulias con economistas afines al modelo.
Algo de eso debe haber hablado en el encuentro que compartió
con Thomas Piketty, economista de moda entre países como la
Argentina, que buscan aplicar modelos críticos hacia el
liberalismo económico.
En la hipótesis de su libro "Capital", el llamado "Marx del
siglo XXI" analiza la distribución del ingreso de los últimos 200
años y llega a la conclusión de que el capitalismo sirvió para
agigantar la brecha entre ricos y pobres.
Algo de eso piensa Kicillof, quien cuestiona el capitalismo
financiero y considera que ha hecho un daño descomunal a las
economías emergentes.
La estrategia que parece dispuesta a aplicar la administración
de Cristina Fernández ante el fallo de la OMC es simplemente dejar
que pase el tiempo, así como los hizo con los fondos buitre.
"Es muy difícil que haya sanciones en lo inmediato, por lo que
creemos que el gobierno apostará a que las sanciones se diluyan a
lo largo del año. Puede ser otro tema que quede para la próxima
administración", analizaron cerca del sector importador.
Así, Kicillof, y también el jefe del Banco Central, Alejandro
Vanoli, se conformarían con mantener a raya el mercado cambiario,
algo que han logrado sólo a medias, y que el sistema financiero
acerque mayores fondos al aparato productivo.
En la estrategia del equipo económico también se incluiría
robustecer el auxilio para los sectores más postergados y por eso
se esperan nuevos aumentos en los planes sociales para cuando la
campaña electoral entre en su apogeo y se acerquen las PASO.
Tal vez lo que más ruido le haga a la política económica por
estas horas sea la caída del precio del petróleo y de los
commodities en general, algo que conspira contra la estructura
productiva argentina.
Existe diálogo permanente entre Kicillof y el presidente de
YPF, Miguel Galuccio, quien viene haciendo equilibrio con los
gobernadores de provincias petroleras, muy preocupados por el
escenario internacional adverso a sus intereses.
La caída del barril de crudo, que descendió a la mitad en pocos
meses, es fruto de la mayor productividad alcanzada por la
locomotora tecnológica de Estados Unidos para extraer petróleo de
las rocas, pero también de una estrategia de política
internacional que aún genera muchas dudas sobre el daño que
provocará a países enfrentados con Washington y que son netos
exportadores de crudo.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.