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Suplemento Economía Domingo 21 de Mayo de 2017

El riesgo de la ´Brasildependencia´ en la era de la corrupción ampliada

Actualmente, de cada 10 autos que se venden en la Argentina, 7 son producidos en Brasil. El principal socio comercial argentino es el brasileño.

Agrandar imagen FOTO NA PRESIDENTES. Macri y Temer, en febrero de este año cuando se reunieron en Brasilia.
FOTO NA PRESIDENTES. Macri y Temer, en febrero de este año cuando se reunieron en Brasilia.
José Calero

Por José Calero

La

renovada crisis política en Brasil por casos de corrupción amenaza

entorpecer aún más la tibia recuperación mostrada por la industria

argentina, mientras el gobierno de Mauricio Macri se lanzó a

profundizar la alianza comercial con Asia.

Macri trazó un balance muy positivo de su gira por China y

Japón, donde primero cerró acuerdos de inversión por 17.000

millones de dólares y luego recibió la buena noticia de que Toyota

aumentará su producción en el país.


Pero mientras dialogaba con los líderes asiáticos se disparó

una crisis de proporciones aún difíciles de evaluar en Brasil,

donde su presidente Michel Temer quedó a tiro de juicio político.

Las denuncias de corrupción que no dan respiro a la clase

política brasileña vienen complicando la economía del gigante

sudamericano, que selló hace años una alianza estratégica con la

Argentina en materia automotriz.

Las compras de Brasil cayeron fuerte en los últimos años y esto

derivó en suspensiones y despidos en las terminales, pero sobre

todo en un impacto a gran escala en las autopartistas, la mayoría

de las cuales son pymes.

Hace unos pocos años Brasil llegó a vender en su mercado

interno casi 4 millones de vehículos nuevos y tiene una capacidad

instalada para producir 10 millones de unidades por año.

Pero en la actualidad, con suerte alcanza a colocar 2 millones

de vehículos nuevos por temporada, como ocurrió el año pasado.

Allí aparece en el horizonte la Argentina como lugar ideal

para colocar estas unidades que "le sobran", una realidad que no

resulta gratis para la industria y el mercado local.

Actualmente, de cada 10 autos que se venden en la Argentina, 7

son producidos en Brasil.

Es por ello que a pesar de que el mercado nacional espera

colocar este año 800.000 unidades cero kilómetro, la realidad

demuestra que se trata de una buena noticia a medias.


En abril, Brasil mostró por primera vez en esta temporada un

aumento leve en las ventas de autos, un indicio de que el mercado

estaría dando los primeros síntomas de recuperación.

También la Argentina refleja una remontada: el Índice de

Producción Industrial del estudio de Orlando Ferreres aumentó en

abril, por segundo mes consecutivo.

"Abril se destaca por la consolidación de la reactivación de la

rama de metálicas básicas y minerales no metálicos. También en

alimentos, impulsado por la producción de aceites en época de

cosecha de distintos granos", reportó el trabajo.


En contraposición destacaron que "el segmento de

maquinaria y equipos aún no logra salir del terreno negativo

arrastrado por automotores y productos de línea blanca; y persiste

la caída de la elaboración de tabaco y en la elaboración de

productos farmacéuticos".


Sobre 12 ramas de actividad, el estudio midió para abril tres

con niveles muy superiores a los de un año antes; seis con

subibaja en un rango inferior al 2% y tres con baja.

En el acumulado del cuatrimestre el índice general de

producción industrial se mantuvo en la senda negativa: 1,8%

respecto de igual período del año previo.


El informe dice que la industria manufacturera no será la

impulsora del crecimiento de la actividad en 2017, tanto por el

mal desempeño de Brasil, como por el retraso en el consumo.

A su vez, la Argentina está negociando nuevos mercados para

exportar vehículos y no tener que depender tanto de su socio, que

cada vez que se resfría la hace sufrir.


Uno de los problemas es que, a diferencia de lo que

históricamente ocurrió en los países latinoamericanos, la

corrupción brasileña arrastró el funcionamiento de la economía

hacia una crisis de enormes dimensiones.

Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, que le

venía vendiendo autos a gran escala hasta que el gigante

sudamericano ingresó en una crisis profunda.


En marzo los principales socios comerciales (exportaciones +

importaciones) fueron Brasil, China y Estados Unidos, en ese

orden. Las exportaciones a Brasil alcanzaron 798 millones de

dólares y las importaciones 1.557 millones, por lo que el saldo

comercial fue deficitario en 759 millones.

A esta altura, hay consenso en que el tembladeral político que

sacude a Brasil repercutirá en la Argentina y podría afectar

principalmente a economías regionales y diversos sectores de la

industria.


Automotriz, calzado, plástico y químicos serán los más

perjudicados si Brasil no logra mantenerse en la vía de la

recuperación, aunque caiga su gobierno.

El intercambio comercial entre la Argentina y Brasil llega a

22.500 millones de dólares por año y del volumen de exportaciones

se destinan a ese mercado un 15%.

Expertos estiman que por cada punto que crece la economía

brasileña, la Argentina aumenta en 0,25% su producto bruto y por

cada auto que se exporta al país vecino, ingresan dos.


Como ocurrió a fines de los ´90, Brasil puede convertirse en un

dolor de cabeza de proporciones impredecibles para la Argentina.

La crisis brasileña ralentiza la economía argentina porque

afecta las exportaciones e impacta en el sector automotriz si ese

país no se recupera.

El mayor dolor de cabeza que podría provocar la crisis

brasileña sería una posible salida de capitales de la región.

La Argentina viene recibiendo una fuerte oleada de dólares,

producto de la decisión de Macri de enderezar la relación con el

mundo, a la que el gobierno de Cristina Fernández intentó ignorar,

alineándose sólo con países afines ideológicamente, que hoy están

en llamas, como Venezuela.

Pero la crisis política en Brasil tiene un final impredecible y

salpica a todo el aparato que controló el poder en el país en los

últimos quince años.

En medio del descalabro, Lula Da Silva, el mítico presidente

que gobernó al gigante sudamericano durante 8 años, sueña con

volver para encarrilar al país.

Pero tiene un problema: uno de los empresarios alimenticios

más poderosos del país, Joesley Batista -dueño del frigorífico

JBS-, no sólo se animó a grabar una comprometedora conversación

con el actual mandatario, Temer, sino que aseguró haber abierto

una cuenta por U$S 150 millones que quedaron a disposición del

propio Lula y Dilma Rousseff.

La denuncia tiene potencial devastador. También refuerza la

necesidad de que la Argentina acelere la búsqueda de un nuevo

socio comercial en la región, una misión casi imposible.


 

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