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Suplemento Economía Domingo 27 de Mayo de 2012

El espejismo de dominar las fuerzas de la tempestad

PANORAMA NACIONAL: DOLAR

José Calero

Por José Calero

Con

más de 47.000 millones de dólares en reservas, ingresos

multimillonarios por exportaciones del complejo sojero y un viento

de cola que promete menguar pero no desaparecer al menos este año,

la estampida que el propio gobierno disparó con su guillotina

cambiaria puede terminar repitiendo la autodestrucción mostrada

por liderazgos políticos en la Argentina a lo largo de su

convulsionada historia.

"Del único modo que se entiende lo del dólar paralelo es como

consecuencia de una conducción amateur. Tenés millones en el BCRA,

el chorro de la soja y un tipo de cambio flexible, ¿Cómo vas a

tener esa brecha? Parecemos Venezuela. Tenemos una cirugía menor y

sin complicaciones por delante pero ponemos a un cirujano que

padece Parkinson para hacerla", fue la descripción descarnada que

hizo ante este columnista un hombre que supo cumplir un rol clave

durante la gestión de Roberto Lavagna en Economía.


El ex funcionario, ya alejado del día a día, desliza una

definición más, que eriza la piel: "El equipo económico es malo,

no sabe cómo conducir".

Sin interés alguno en el mundo político y económico de la

Argentina, ni aspiración a cargos, el testimonio recogido

de este ex funcionario coincide con la lectura que especialistas e

inversores están haciendo sobre el desaguisado del gobierno

respecto del dólar.


Es un problema en el que Cristina Fernández se metió sola,

´asesorada´ por dos funcionarios que no parecen los más indicados

para hacer frente a esta crisis: el secretario de Comercio

Interior, Guillermo Moreno -atrevido y admirador de la política de

meter miedo- y el tecnócrata Guillermo Echegaray, quien conoce de

impuestos pero cuyos antecedentes sobre dominio de corridas

cambiarias son desconocidos, más allá de los pintorescos perros

adiestrados de la AFIP.


Ante este escenario, el kirchnerismo debería echar mano de

especialistas más experimentados, que tal vez le explicarían que

con semejante respaldo, abrir el grifo a la venta de dólares le

permitiría dar un golpe de nocaut a la especulación cambiaria y

provocar un brusco descenso de la moneda estadounidense hasta

niveles más lógicos, cercanos a los 5 pesos.

Ese valor es el que está calculando el mercado como medida

cierta para la divisa estadounidense, que quedó claramente

retrasada porque el gobierno teme que se dispare aún más la

inflación -se mantiene en el 25 por ciento anual- que se encarga

de ocultar con ahínco mintiéndole cada mes a los argentinos a

través de las estadísticas del INDEC, que ya llegó al subsuelo de

su reputación gracias a Moreno y sus gurkas que hacen de la

presión una práctica continua en el organismo, como ya lo hicieron

en el Mercado Central y otras áreas clave de la economía.


En el mercado existen también dudas sobre el verdadero

conocimiento del estado de situación que tiene Cristina sobre lo

que está ocurriendo, y si sus funcionarios le acercan información

confiable y precisa.

Un ejemplo fue el informe que recibió sobre las cuentas

públicas en la semana que pasó: Hernández Lorenzino y Juan Carlos

Pezoa engolosinaron a la Jefa de Estado con las cifras de

superávit fiscal, pero ¿le habrán comentado que abril arrojó un

déficit real de casi 1.900 millones de pesos?

Otro ejemplo, ¿sabe la Presidenta que de persistir este dólar

paralelo por las nubes las compañías recalcularán sus costos y las

remarcaciones oscilarán el 40 por ciento, haciendo trizas todos

sus esfuerzos en políticas sociales?

¿Conoce la mandataria que el sector más dinámico de la economía

de estos años, la construcción, está al borde de la paralización y

que ese sector podría ingresar en un default de amplias

proporciones porque existen decenas de miles de boletos de

compraventa en dólares que no podrán afrontar los compradores

provocando la paralización de obras y despidos masivos en la

construcción y el mercado inmobilario?

El tema, crudamente, lo advirtió el titular de la Cámara

Inmobiliaria Argentina, Néstor Walenten, un dirigente prudente

pero que ya no parece dispuesto a disimular la realidad como hacen

otros de sus colegas, y también lo reflejó el presidente del

Colegio de Escribanos de la Ciudad, Carlos D´Alessio, otro

hombre al que no se le puede achacar imprudencia.


Algo similar ocurre con el mercado automotriz, que ingresó en

un parate que alcanza a cero kilómetros y usados por igual.

Hasta los últimos indicadores del INDEC deben comenzar a

admitir, a regañadientes, que la Argentina se encamina a una

recesión, en parte porque, como admitió Cristina, "Europa se

nos cayó encima y a pedazos", pero también por errores ingenuos de

política económica, donde un ministro como Lorenzino aparece cada

vez más desdibujado: dentro del Gabinete lo apodan con sorna como

"el mudo".


El mismo camino recorre la heterodoxa Mercedes Marcó del Pont,

desdibujada como nunca al frente del Banco Central, sin renovación

de pliego aprobada, quien sólo se limita a mirar cómo Moreno y

Echegaray hacen y deshacen en materia cambiaria, con aval

absoluto de una Cristina hechizada por la supuesta eficacia de

ambos funcionarios todoterreno.

La Presidenta comete también un error cuando torea a los

especuladores y subestima a los millones de argentinos que buscan

comprar dólares porque lo consideran una de las pocas reservas de

valor frente a las desgracias periódicas del país.


En su afán discursivo, con el cual justifica ahora su negativa

a responder preguntas porque "no hace falta", la metralla

discursiva de la jefa de Estado parece haber encontrado un

límite: cuando de economía se trata, sus palabras parecen valer

mucho menos que sus discursos reiterativos pronunciados ante una

militancia hipnotizada que le remite, en fracasada clave

setentista: "Acá tenés los pibes para la liberación".


"Si algunos quieren pagar el dólar a 5,90, que lo hagan", fue

su única alusión presidencial al tema, luego de asegurar que ella

no cometería ninguna aventura.

Al día siguiente de hacer esa afirmación el paralelo empezó a

subir cada vez más, llegó a 6,15 y luego retrocedió unos centavos:

alguien no le había creído, como tampoco lo hicieron con Lorenzo

Sigaut, Juan Sourrouille y tantos otros que repitieron la misma

cantinela.

Los dirigentes que la respaldan y prefieren responderle a todo

que "sí", ya salieron con un discurso que fracasó mil veces en

el país, al sostener que "el que apuesta al dólar pierde".


La pPesidenta, que insiste en afirmar que gobierna para todos

los argentinos, debería tomar debida nota de que hay miles de

contratos suscriptos en dólares, como los boletos de compraventa,

que decenas de miles de alquileres se pactan en esa moneda y que

lo mismo ocurre con otros convenios.

Si ella le niega a esos argentinos el sueño de prosperidad

porque creyeron en su estrategia de seguir alentando el consumo,

tal vez esté incurriendo en un error garrafal, similar al que

cometió Fernando de la Rúa cuando creyó que la convertibilidad

podía durar para siempre y cayó en la trampa para osos que le dejó

Carlos Menem, y encima con una soja por el suelo.


A esta altura, en el mercado se preguntan si no habrá llegado

la hora de trocar un "populismo de manual" por un esquema donde el

gobierno se empiece a preocupar más por "crear los recursos que

necesita la economía, antes que sólo pensar en cómo repartirlos".

Claro que esa racionalidad puede ser piantavotos, y a esta

altura aparece cada vez más claro que Cristina se empieza a

enamorar de un tercer mandato, reforma constitucional mediante.

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