Por Redacción
Casi públicamente, el futuro vicepresidente había dicho que ese era su delfín y la mano presidencial parece haberle concedido su deseo.
Claro que dependerá de si ese hubiese sido el motivo principal para la designación de este joven abogado que, banqueros y operadores financieros, le reconocen conocimiento de los temas sobre los que opina.
Lorenzino, seguramente, no desentonará si el Gobierno decide salir a buscar afuera parte de los U$S 6.000 millones que necesitaría para el año próximo.
Tampoco si opta por no salir y conseguir el dinero de los aportes de la ANSeS, el Banco Central o alguna otra caja.
No se presenta como un funcionario para sentar principios.
A los banqueros y hombres de finanzas, la designación del nuevo ministro de Economía, en general, les cayó bien.
Creen que es lo mejor que podían esperar, aunque, como todos, desconocen el poder real de interlocución y respuesta en el futuro Gabinete.
Los que lo conocen dicen que Lorenzino no tiene ni la ambición ni el juego de su antecesor pero que sus aspiraciones pasan por otro lado. Aseguran que sabe mantenerse en “su metro cuadrado” hasta encontrar la oportunidad.
Y que ni siquiera intentaría un enfrentamiento con el hombre más poderoso del área económica: Guillermo Moreno.
El secretario de Comercio, que en las últimas semanas subió el perfil combatiendo las compras de dólares y el ingreso de importaciones, también tuvo su recompensa por parte de la Presidenta.
Cristina Fernández dijo que Moreno se ocupa del “equilibrio” entre importaciones y exportaciones “porque cuidamos los intereses del país”.
El elogio de la Presidenta no sólo implica la ratificación plena de Moreno, sino también la cristalización de su accionar .
Después de eso parece quedar claro que el andarivel en el que deberá moverse Lorenzino es bien estrecho.
Otro tanto puede venir por el lado de la Secretaría de Hacienda.
Juan Carlos Pezoa tiene línea directa con la Casa Rosada.
Desde los tiempos de Néstor, estar al tanto diariamente y en forma directa de la caja del Estado es uno de los pilares de la gestión kirchnerista.
Pero Lorenzino sí podría avanzar más que su antecesor en las negociaciones con el Club de París.
Estaría más convencido sobre las ventajas que dejaría un acuerdo. Además, la perspectiva de un menor crecimiento económico, también le agregaría necesidad .
En noviembre del año pasado, Boudou había anticipado que en febrero de 2011 firmaría el acuerdo con ese club de los poderosos para refinanciar unos U$S 7.000 millones que la Argentina adeuda y que le impide acceder a financiamiento internacional a tasas bajas.
Ese compromiso de Boudou quedó pendiente y el tiempo pasó .
El Club de París exige para un acuerdo que la Argentina tenga algún acuerdo mínimo con el Fondo Monetario.
Sobre eso también Boudou había dicho que podría avanzar pero, entre otras cosas, el FMI pide que el Gobierno revise la situación del INDEC para tener mediciones de inflación creíbles .
Boudou, según un comunicado del FMI, se comprometió el 13 de julio pasado a resolver en el término de seis meses la situación del INDEC trabajando en conjunto con los técnicos del Fondo.
El plazo vence en enero, ya Boudou no es ministro y así podrá hacer una media verónica con su compromiso.
Tal vez, Lorenzino podrá decir que no estaba al tanto, pero alguna respuesta deberá dar sobre un tema en el que casi no se avanzó.
El nuevo ministro no la tiene fácil .
En el año las reservas de divisas bajaron en casi U$S 10 mil millones , existe la impresión en muchos operadores de que el dólar está retrasado, Brasil dejó de crecer y la economía mundial está deprimida.
Además, el costo de vida medido por las provincias ronda 23% y muchos gremios dieron señales de rechazo a la idea de paritarias por debajo de la inflación.
Lorenzino, de ahora en más, tendrá temas importantes de que ocuparse. Pero sobre la toma de decisiones en materia económica es difícil pensar que algo vaya a cambiar . La realidad después dirá.
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