Por Fernando Solari
La RSE [Responsabilidad Social Empresaria] tiene la capacidad para
brindar un aporte de valor a la comunidad -integral, abarcando a
todos sus integrantes empresa incluida- que depende, en buena
medida, del punto de partida.
Como suele ocurrir, las chances de llegar a donde nos
proponemos dependen del origen desde el que partamos; esta
dependencia influye en que la dirección que tomemos nos dirija
hacia donde nos proponemos llegar tanto como que partamos con la
predisposición y el espíritu que nos permita tener el destino que
buscamos como una posibilidad cierta.
Todo recorrido cuenta con un punto de partida necesario pero no
suficiente ya que también dependemos de un disparador apropiado
que nos ponga en marcha; hay quienes tienen definidos puntos de
partida con claridad, metas prefijadas y caminos analizados sin
que haya razones para ponerse en marcha convirtiendo al recorrido
en un potencial perpetuo.
Los disparadores se pueden sintetizar en dos grandes razones
capaces de poner en marcha el recorrido en busca de los resultados
que permite la RSE; la culpa o la estrategia.
Quienes se ponen en marcha desde la culpa son aquellos que
esperan encontrar en la RSE una buena forma de compensar lo que
hacen, una oportunidad para recuperar el equilibrio que
evidentemente les hace perder la evolución de su negocio. Si mi
negocio me pone en contra de la comunidad será bueno tener algo
que me ponga a favor, si genero alguna clase de daño a la
comunidad lo ideal es poder hacer algo que la favorezca para que
una pincelada de blanco me permita lograr algún tono de gris que
me quite del negro al que me condena mi actividad.
Es tan difícil que un empresario se vea identificado en el
grupo de quienes tienen como disparador la culpa para iniciarse en
el camino de la RSE que cuesta creer que un análisis objetivo nos
muestre este disparador como el que sobresale en la gran mayoría
de los mercados.
La forma más simple de identificar a quienes son movidos por la
culpa para ponerse a andar en el camino de la RSE es viendo lo que
hacen y despegando esa mirada de las declaraciones. Este es el
caso donde hay una separación entre lo que se declara y lo que se
lleva a cabo tan amplia que no hay puente que resista una unión
entre ambas.
La puesta en evidencia es doble; por un lado a través de lo que
generan, acciones netamente filantrópicas independientemente de
cómo las llamen y presenten. Una tendencia a suplantar al otro
brindando lo que creen que necesita mientras ponen en evidencia su
accionar.
Por otro lado los resultados que obtienen; suplantar al otro,
hacerle un regalo no es más que darle una gratificación puntual.
Su realidad, su vida no cambia y al buen momento vivido lo eclipsa
una sensación de oportunidad desaprovechada.
Tampoco cambia la realidad de la empresa que parte desde la
culpa ya que esta no se diluye por las acciones filantrópicas sino
que lo que corresponde es dejar de hacer lo que genera culpa,
reparar los daños generados y hacer lo que corresponde -sin
perjudicar a nadie- para luego reafirmarlo desde la RSE.
ESTRATEGIA SIN CULPAS
Que el arranque sea desde la estrategia consigue reafirmar lo
hecho por la empresa enriqueciéndolo a través del vínculo de
intercambio de valor que se genera con cada uno de los grupos de
interés.
No hay nada que ocultar por lo que no es necesario generar
puntos de atención fuera de la razón de ser de la empresa.
Hay
mucho por potenciar, es posible enriquecerse sin que los otros
pierdan.
Enriquecerse en valores permite que se forme una espiral
creciente y abarcadora.
La estrategia, como disparador para la RSE, permite generar
crecimiento; un crecimiento que abarca a la empresa y a todos los
miembros de sus grupos de interés. Crece la comunidad y todos los
que la conforman.
La empresa gana en reputación -el valor intangible que no puede
ser robado ni copiado y que funciona como diferencial competitivo
y sostenible-; la comunidad gana en valores, se enriquece y crece
junto con la empresa.
La culpa es un disparador que genera una huida, aunque a simple
vista no se note; la estrategia es un disparador que genera
enriquecimiento, que se esparce hasta cubrir a todos los
involucrados.
La estrategia alineada con la empresa y respetuosa de la
comunidad de la que forma parte no tiene culpas, tiene pura
potencia generadora de valor para todos, valor que transforma en
sostenible.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.