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Suplemento Economía Domingo 2 de Diciembre de 2012

Cristina gana tiempo

Por ahora la Presidenta consiguió oxígeno hasta febrero en torno a la presión que ejercen los fondos buitre a través del juez Griesa. Mientras tanto, espera por los resultados del Plan Kicillof: construir miles de viviendas sociales con el Programa Procrear como bandera.

Redacción

Por Redacción

El Gobierno logró ganar tiempo con la suspensión del fallo de un

juez norteamericano que lo obligaba a pagar 1.330 millones de

dólares a fondos buitre, lo cual le evitó además caer en "default

técnico", pero continúa enemistado con la comunidad financiera, lo

cual le impide obtener créditos a baja tasa en el exterior, a

pesar de la liquidez existente. 

Con industrias clave en crisis, como la automotriz y la

construcción, la jefa de Estado le enciende una vela al programa

de reactivación que le prometió con entusiasmo el viceministro de

Economía, Axel Kicillof, y que tiene en el Plan Procrear su piedra

angular.

El funcionario le garantizó a la Presidenta que el violento

freno a la construcción provocado por el cepo cambiario será

salvado con las miles de viviendas "sociales" del Plan Procrear

que se financiarán en todo el país, y tal vez de ese resultado

empiece a depender su futuro en el Gobierno, porque después de

todo, los funcionarios, además de temerle a Dios, también deben

tenerle un poquito de miedo a "Ella".


Hernán Lorenzino, el jefe de Economía heredero de Amado Boudou,

tampoco la tiene fácil: se mostró confiado primero en que el fallo

del juez Thomas Griesa sería favorable a la Argentina, pero

recibió un cachetazo jurídico.

Logró recuperarse rápido gracias a la velocidad de la Corte de

Apelaciones de Nueva York, que dejó en suspenso al menos hasta el

27 de febrero próximo el fallo de Griesa, pero deberá trabajar

todo el verano para convencer a la Justicia estadounidense de que

a la Argentina le asiste la razón en el litigio, o al menos de que

tiene voluntad de acordar.


Un argumento clave que utilizará el estudio que asesora a la

Argentina -Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, a razón de 1.500

dólares la hora-, es que el país está dispuesto a reabrir el canje

de deuda, que ya fue aceptado por el 93% de los bonistas, a

cambio de que los "buitres" acepten la misma quita de los que ya

entraron, una tarea que parece ciclópea.


La Argentina tampoco logró encaminar la prometida negociación

con el Club de París, por una deuda que ronda los 6.500 millones

de dólares, la cual rozaría los 10.000 millones si se le suman los

intereses.

Estos capítulos abiertos, sumados a la retórica persistente

contra los mercados que esgrime cada vez que puede la presidenta

Cristina Fernández, aleja por ahora cualquier alternativa de que

los dólares que sobran en otros rumbos desembarquen en estas

pampas.


Países como Chile, Perú, Uruguay y hasta Bolivia lograron

financiarse a tasas de un dígito en las últimas semanas, y en

algunos casos, a más de 30 años de plazo.

El relato oficial destaca la virtud de "Vivir con lo nuestro" -un esquema planteado en un viejo libro del economista Aldo Ferrer,

actual embajador en Francia-, pero la realidad revela que aunque

la Argentina quisiera financiarse en los mercados internacionales,

le sería imposible hacerlo.


A cambio, echa mano de las reservas del Banco Central, de los

fondos de los jubilados administrados por la ANSES, de los pesos

que tiene la mayor obra social del país, el PAMI, de la plata de

la gente que contrató seguros, de los registros que emiten

patentes ahora intervenidos por militantes de La Cámpora y de

cuánta "caja" esté dando vueltas por ahí y que las huestes

dirigidas por Máximo Kirchner se ocupan de rastrear con lupa.


Un economista con vasta experiencia en el mercado argentino, y

de los que más acertaron en los últimos años con sus pronósticos,

lo explicó con estas palabras: "Más grave que estar endeudado es

no tener crédito".

Es que si la Argentina se decidiese a colocar bonos en el

exterior, debería afrontar una sobretasa del 15%, a pesar de que

sobre en el mundo el dinero para prestarle a países emergentes.

El caso de Bolivia debería llamar la atención de la Casa

Rosada: gobernado por el socialista Evo Morales, el país sin

salida al mar no emitió deuda en los mercados internacionales

durante un siglo.

Pero a Morales se le ocurrió hacerlo este año: no sólo colocó

u$s 500 millones en bonos a 10 años en el mercado de Nueva York,

sino que lo hizo a una tasa menor al 5%, algo vedado para la

administración de Cristina Fernández.


No es el único caso en Sudamérica: la Uruguay presidida por el

ex guerrillero tupamaro José Mujica colocó deuda al 4,125% con un

bono que vence en...¡2045!.

La Argentina, convencida de las "bondades" de convertir deuda

externa en interna, lo que Cristina Fernández llama

"desendeudamiento", está perdiendo la oportunidad de aprovechar

los capitales que fluyen en el exterior, lo cual le empezó a

quitar el sueño a Miguel Galuccio, el CEO de YPF que encuentra

cada vez más dificultades para obtener fondos para tratar de

extraer el rico petróleo y gas no convencional del yacimiento Vaca

Muerta.


Son numerosos los sectores de infraestructura que necesitan

financiamiento, pero les cuesta obtenerlo, como energía (los

cortes de electricidad ya encendieron alarmas y se estima que

harán falta 75.000 millones de dólares en los próximos cinco años), vivienda y transporte.

Pero en lugar de abrir las puertas a los capitales, Fernández

parece decidida a espantarlos con un discurso cada vez más duro y

leyes que van a contramano del capitalismo que pregona.

La última novedad en ese sentido fue la trampa que el

kirchnerismo le tendió a la oposición en el Congreso.

La relató el jefe de la bancada radical en Diputados, Ricardo

Gil Lavedra: "Habíamos acordado la ley de regulación del mercado

de capitales y una vez obtenido el quórum, al diputado Roberto

Feletti se le ocurre sacar un papelito del bolsillo para

introducir una pequeña modificación, según dijo".

Ese "ínfimo" cambio terminó habilitando a la Comisión Nacional

de Valores ni más ni menos que a intervenir una empresa en defensa

de los intereses de accionistas minoritarios.


Ahora, casi cualquier compañía relevante quedará a tiro de

decreto de la Casa Rosada.

"Eso es trampa", dijo lisa y llanamente Gil Lavedra,

perteneciente a un partido republicano como la UCR, que parece no

haber aprendido aún que al kirchnerismo conviene no darle ni un

milímetro de ventaja.


El jefe del bloque radical dijo algo más: "Ahora no nos cabe

duda de que tratarán de reformar la Constitución para que la

presidenta pueda acceder a otro mandato, pero no lo vamos a

permitir".

Hará falta más muñeca política, y sobre todo mucha menos

ingenuidad, para lograr tal cometido.

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