Por José Calero
El
Gobierno decidió encarar este año una agresiva política de
endeudamiento para llegar sin zozobras a las legislativas de
medio término, pero el riesgo es que la Argentina caiga otra vez
en los vicios de la deuda excesiva, como ocurrió en los ´90, que
terminaron en una crisis de proporciones épicas en el 2001.
Las claves de la estrategia las maneja el ascendido ministro de
Finanzas, Luis Caputo, a quien sus amigos apodan "Toto", pero
quienes conocen sus movidas en la city llaman con respeto "El
mago", por su habilidad para los negocios financieros.
Acostumbrado a manejar operaciones millonarias, a Caputo no le
tembló el pulso para llevar a buen puerto, junto al despedido
Alfonso Prat Gay, la negociación con los fondos buitre, un
capítulo que se cerró a un costo alto pero reabrió las puertas de
los mercados a la Argentina luego de 14 años de ostracismo, en el
denominado "juicio del siglo".
Ahora, todas las miradas vuelven a posarse sobre el
funcionario, porque Mauricio Macri le pidió resolver lo más rápido
posible las necesidades de financiamiento que tiene la Argentina
para 2017, por dos razones clave:
- El 20 de enero asume Donald Trump como presidente de los
Estados Unidos y el mundo puede tornarse imprevisible, o al menos
es lo que se teme entre los mercados emergentes.
- Se prevé que a partir del ascenso de Trump los destinos de la
principal democracia del mundo se profundice la suba de tasas y
Estados Unidos se convierta en una aspiradora de fondos. Es decir,
se encarecerá el costo del dinero.
Cada dólar que emigre a los bolsillos de la principal potencia
mundial será uno menos en los de países periféricos como la
Argentina.
Por ello, parece lógica la jugada del gobierno argentino de
salir a cubrir rápido gran parte de sus necesidades de
financiamiento este año.
Caputo ya consiguió U$S 6.000 millones de parte de seis bancos
y el jueves tratará de cerrar otra operación por 7.000 millones,
con lo que llegará a cubrir el 65% de las necesidades financieras
del año.
Es un logro relevante si se tiene en cuenta que aún no terminó
el primer mes del 2017.
Así, le garantizará a Macri contar con los fondos necesarios
para hacer obras, atender demandas sociales y distribuir plata en
un 2017 en el que Cambiemos se jugará buena parte de sus chances
de encarar un proyecto de ocho años, como pretende el jefe de
Estado.
El sistema financiero, por supuesto, está agradecido por el
cambio en la política económica, porque las colocaciones de deuda
les dejan jugosas comisiones.
Pero tanto el gobierno como el sistema financiero deberían
aprender de las lecciones del pasado, cuando durante el menemismo
la Argentina se endeudó a niveles estratosféricos a tasas altas
para sostener en forma artificial el régimen de convertibilidad.
En esos tiempos los argentinos estaban felices con la paridad 1
a 1 con el dólar, porque no había inflación, su moneda era fuerte
y podían hacer valer sus ingresos.
Pero el plan fue derivando hacia una desocupación récord del
25%, y así fueron cada vez menos los que pudieron beneficiarse con
el modelo.
Fernando de la Rúa intentó continuar con esa política pero la
bomba finalmente explotó, los argentinos perdieron buena parte de
sus ahorros por la casi cuasiquiebra de los bancos, y el país
terminó en un caos que costó una veintena de muertos en el
fatídico diciembre de 2001.
Caputo sostiene que la Argentina está a años luz de tener un
problema de deuda, y por ahora no se equivoca.
Lo que no dice es que es gracias a que durante el kirchnerismo
el país intentó un incomprensible giro hacia "vivir con lo
nuestro", cerró la economía, mantuvo el default y se dedicó a
resistir con la ilusión de que sólo alimentando el mercado interno
un país puede crecer.
Se iba camino al modelo Venezuela, con sus consecuencias
dramáticas para la economía y la convulsión social.
Pero a partir de esa aventura kirchnerista, cuando asumió Macri
el nivel de la deuda sobre el Producto Bruto era muy bajo, por
debajo del 20% del Producto.
El ministro de Finanzas dijo que cuando concluya 2017 se habrá
llegado a un nivel de deuda equivalente al 58% del Producto.
Representará una fuerte suba, pero aún no como para encender las
alarmas.
En este escenario, en su conferencia de prensa para presentar
el Programa Financiero, Caputo siguió derrochando optimismo y,
atajándose tal vez ante las críticas que vienen, enfatizó que "no
hay un festival de bonos" en el país.
Ver para creer.
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