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Suplemento Economía Domingo 7 de Mayo de 2017

Antiguos problemas, ¿nuevas soluciones?

La inflación no cede y encima el consumo no da señales de recuperación.

Agrandar imagen FOTO ARCHIVO NA STURZENEGGER. Por ahora pierde la batalla contra la inflación.
FOTO ARCHIVO NA STURZENEGGER. Por ahora pierde la batalla contra la inflación.
José Calero

Por José Calero

El

Gobierno comenzó a identificar con mayor precisión los problemas

de fondo que atraviesa la economía argentina, lo cual no

brinda necesariamente la garantía de acertar en las medidas para

solucionarlos.

Bajar el gasto público y reducir el déficit fiscal, como paso

previo a atenuar la presión impositiva que debilita la

competitividad argentina, forma parte del recetario económico que

se va cocinando en un equipo que aún no alcanzó la sintonía fina.


En el Gobierno entienden que buena parte del problema radica en la

inflación, y por ello el jefe del Banco Central, Federico

Sturzenegger, sigue batallando para lograr cumplir su meta de

inflación anual del 17% hacia fines de año.

Cada vez son más en el Gobierno los que creen que el objetivo

trazado por Sturzenegger fue "demasiado ambicioso".

Como sea, el objetivo aparece cada vez más lejano: en parte

porque el primer trimestre ya se llevó casi la mitad de esa meta,

pero sobre todo porque los agentes económicos empezaron a concluir

que el objetivo real del Banco Central, al fijarla, no fue tanto

cumplirla, sino aminorar las expectativas inflacionarias.


El problema para el gobierno es que el consumo no da señales de

recuperación, al contrario. Millones de hogares debieron resignar

incluso las compras de lácteos, y de una manera que sólo encuentra

antecedentes cercanos en la megacrisis de 2002, tras la debacle

del gobierno de Fernando de la Rúa cuando todo estalló en

diciembre de 2001.


Cifras oficiales confirmaron lo que venían anticipando

referentes sociales y consultoras: cada argentino tomó en promedio

cuatro litros menos de leche que un año antes, lo que representó

una caída del 9,2% en el consumo, el nivel más bajo desde 2003,

según datos de la consultora Kantar Worldpanel.

No hace falta hacer sociología de alta gama para concluir que

buena parte de ese menor consumo se explica por la caída del poder

adquisitivo en los sectores populares, los más golpeados por el

ajuste.

El dato fue confirmado por supermercadistas, que observan cada

vez más preocupados los números sobre caída de ventas y

multiplican las ofertas, mientras arrecian rumores de que el

sector comenzará a despedir gente.

Para completar una tormenta perfecta, los lácteos cuestan en

promedio 40% más que hace doce meses, de acuerdo con sondeos

privados.


Así, en medio de un escenario en que el poder adquisitivo cae,

los productos clave de la canasta familiar son los que más suben.

Algo no cierra en la ecuación.

El Gobierno trata de apelar a la estrategia del gradualismo y

hasta insinúa que la transformación que propone para la Argentina

demandará 20 años.


Incluso, Macri bromeó -¿bromeó?- con la posibilidad de buscar

un segundo mandato, y viene defendiendo la necesidad de emprender

un "camino gradual hacia el equilibrio de las cuentas públicas

para los próximos tres años".

Un eje central de ese gradualismo será una "reforma tributaria

ambiciosa" que, dicen cerca de Macri, permitirá recuperar el

superávit fiscal en 2019.

El cambio en la matriz económica se complementa con una

decisión capaz de generar nuevos empleos, pero que también tendrá

costos que ya se evidencian.


El Gobierno quiere que la economía no sólo dependa del consumo,

sino que se fundamente también en la inversión y las

exportaciones.

El problema es que gran parte de este rosario de

transformaciones ya quedó para después de las elecciones de

octubre, porque Macri se convenció de que en esta etapa es

inviable cualquier ajuste de envergadura.


El mismo convencimiento tiene de que si no se ordenan las

cuentas públicas, el mundo jamás tomará en serio su plan económico

de crecer 20 años seguidos para terminar con la pobreza extrema en

la Argentina.

Lo que llamó "pobreza cero". Lo que prometió en campaña.



 

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