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Sociales Miércoles 14 de Febrero de 2018

Venta de tortas para ayudar a una camada

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REDACCION

Por REDACCION

El muchacho esa tarde había decidido salir a bicicletear y se mandó sin reloj ni celu ni música. Solo con su bici, el sol y sus ganas de pedalear por ahí. Después de un rato el sonido de la ciudad se transformó en el crujido que producían las firmes cubiertas de su bici aplastando el pedregullo del camino rural que lo llevaba más lejos. Se sentía feliz. El árbol que se le manifestó al costado, casi sobre la banquina, tenía una copa tan abundante y había desarrollado una forma llamativamente original que lo hizo detener sin pensar. Riéndose de la situación pensó por aquí no creo que alguien lo haya podado así, la Naturaleza lo creó ¡la Naturaleza es una artista!, y se quedó mirándolo detenidamente. Cuando sintió que algo tibio se movía sobre su pie el salto que dio casi lo hace caer dentro de la zanja y restableciendo la vertical miró preocupado si había una víbora en el suelo. Lo que se había movido sobre su zapatilla no era una víbora, era un perrito cachorro que arrastraba su cuerpito casi sin ver porque evidentemente había nacido hacía muy poco. ¡¡¡A la mier….!!! Pero, que hijos de…!!! Cómo te pudieron hacer esto… Dijo algunas cosas más que no puedo reproducir aquí pero que justifico plenamente. Cuando se agachó a levantar ese pedacito de carne en movimiento vio la caja sepulcral donde, quién sabe qué repugnante personaje, había dejado abandonados a muerte un grupo de cachorros. El muchacho se sentó en el pasto y casi casi se pone a llorar. Lo único que detuvo sus lágrimas fue el odio, la furia, el asco, la impotencia que sentía por no poder vengar ahí nomás ese hecho abominable. Cuando se calmó un poco, puso al cachorrito errante en la caja junto con los demás. Acomodó la caja sobre el manubrio de la bici y emprendió el regreso. En la casa los alimentó y en una consulta con un Profesional Veterinario amigo se enteró que tiene hacerles un tratamiento específico porque por el hambre y el desamparo que padecieron sufren moquillo y sarna. Enterados un grupo de vecinos que se dedican a ayudar a los rescatistas en apuro, organizaron una venta de tortas. Quienes puedan y quieran ayudar a salvar estas criaturas, y al muchacho que tuvo ese gesto que lo destaca y lo hace un gran tipo, pueden encargar tortas a estos teléfonos: fijo 424806 celular 03492 15640922 hasta el miércoles 21 de febrero, y se pueden retirar el viernes 23 de febrero en horario de comercio en calle Belgrano 116, la colaboración por cada torta es de $ 75. Gracias en nombre de estos hocicos abandonados que ya están camino a salvarse porque Dios suele mandar ángeles a tiempo.

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