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Sociales Viernes 3 de Julio de 2020

Una novela de investigación histórica

Las cifras no engañan: la ficción de ambientación histórica ocupa hoy la primera posición entre las preferencias de los lectores.

Agrandar imagen TAPA// Presentación del último trabajo de Merke.
TAPA// Presentación del último trabajo de Merke.
REDACCION

Por REDACCION

Por Liana Friedrich

 

Y, a juzgar por el creciente número de ediciones y nuevos autores, ¿podríamos decir que estamos viviendo una «edad de oro» de la novela histórica? ¿Cuál es la razón del éxito de este género que otrora fuera minusvalorado por la crítica?

Ya se trate de ficciones protagonizadas por personajes reales o imaginarios, lo primordial para el autor es encontrar el debido equilibrio entre información y narración.

La novela histórica fue considerada durante mucho tiempo como un subgénero narrativo, que se configuró en el Romanticismo del siglo XIX, pero que ha continuado desarrollándose con creciente éxito en los siglos XX y XXI. Es un tipo discursivo que, por su naturaleza híbrida, se sale de lo estrictamente literario. No es historiografía pura, ni literatura pura. Constituye un hiato entre ficción e historia (Spang, 1998), es decir, una construcción perspectivista estéticamente, de situaciones documentables a caballo entre la fantasía y la referencialidad.

Aunque sucede que toda novela es ficción. También, toda novela es de algún modo, histórica, puesto que nos describe un mundo —imaginario o no— que se relaciona con una realidad determinada. Pero la novela de investigación histórica, como es el caso de “EL Elegido” se mueve dentro de un fascinante territorio fronterizo entre dos hitos que parecen antagónicos: la ficción y la realidad. (Como apuntara Carlos García Gual —quien publicó en 2002 una Apología de la novela histórica— considerándola, quizás peyorativamente, “hija bastarda de la novela y la historia”).

Sin embargo, utilizando un argumento de ficción, como en cualquier novela, “El Elegido”, de Susana Merke tiene la característica de situarse en un momento histórico concreto, y los acontecimientos reales que narra, revisten una gran relevancia en el desarrollo del argumento. Y qué oportuna resultó su aparición dentro de la constelación literaria: justamente el libro fue editado en el año 2019 (aunque llegara a mis manos en 2020). al cumplirse el centenario de la incursión en el norte santafesino y parte del Chaco, de una empresa inglesa que depredó toda esa zona, hasta agotar la riqueza boscosa, en franca connivencia con los jefes de estado de turno.

El romanticismo, ingrediente que caracteriza este tipo de historias, también se centra en el genocidio, cometido en este caso por el europeo dominante sobre los pueblos originarios. (Como antecedente podríamos mencionar un título, entre otros: “Soy Roca”, de Félix Luna). Entonces esta novela se convierte en una suerte de “voz” de los pueblos nativos de Santa Fe, fundamentalmente Guaraníes y Mocovíes, para denunciar la masacre a la que fueron sometidos por el invasor/ explotador inglés, y por esa razón también se trata de una narrativa de compromiso social. Ya el subtítulo que aparece en la tapa del libro de Merke lo está anunciando: “Cien años de agonía en el Chaco santafesino 1919-2019”, el cual inmediatamente nos remite a la Compañía Inglesa “La Forestal”, que devastó el Chaco santafesino, arrasando toda la cuña boscosa para convertirla en tierra estéril. Seguramente a S.M. tuvo que llevar a cabo una intensa actividad de documentación y un intrincado recorrido bibliográfico (que abarca las investigaciones realizadas por el legendario y nunca olvidado Gastón Gori, abogado, además de docente, cuyo verdadero nombre era Pedro Marangoni, autor de “La Forestal: la tragedia del quebracho colorado”), e incluso habrá emprendido viajes a la zona de referencia, para después, lanzarse a escribir capítulo tras capítulo, sin tregua, pero realizando finalmente, el proceso de revisión y reescritura absolutamente necesario.

Como es habitual que este tipo de novelas, tiene como protagonista a un personaje ficticio (en este caso, se centra en la presencia femenina de Fátima, desviándose su protagonismo, luego de su desaparición, en la figura su hijo Juan, fruto del amor con un antihéroe legendario pero real: el bandido rural “Mate cosido”). Otras escritoras argentinas han incursionado en este tipo discursivo con éxito, como Florencia Bonelli, Graciela Ramos y Gloria V. Casañas, por citar a algunas, quienes se valen de la historia novelada (historiografía de divulgación), diarios íntimos y memorias, biografías y autobiografías o leyendas y epopeyas, para configurar la trama narrativa, de manera que la hibridación genérica es la que caracteriza también a “El Elegido”.

Susana Merke nos asombra a través de la estructura narratológica que le imprime al texto, ya que para crear el ambiente imprescindible para la re-versión de la historia oficial, lo hace por medio de estrategias literarias puntuales, entre las que sobresale la relación dialógica intertextual (marcada por medio de la tipografía e incluso por la tonalidad envejecida de las páginas correspondientes al diario de Fátima, el cual bien podría leerse separadamente del resto del discurso) y la heteroglosia, que se produce por la inclusión de fragmentos de poemas y letras de canciones, que aparecen a manera de epígrafes, encabezando cada una de las partes del texto. Aunque también la leyenda tiñe de mítica fantasía el mensaje de la protagonista femenina en su cuaderno.

Paralelamente, S.M. aborda el tema –para algunos misterioso, y por lo mismo, atrapante- de la presencia e influencia en nuestro país de la Masonería, institución cuyos orígenes se pierden en las brumas del tiempo, pero cuyos objetivos declarados se fundaron en la fraternidad, la búsqueda de la verdad, el estudio filosófico de la conducta humana, las ciencias y las artes y el fomento del desarrollo social y moral del ser humano, para orientarlo hacia su evolución personal, además del progreso social. Pero en la novela de Merke, las paralelas se intersectan, porque aparecen sus símbolos y alegorías tradicionales, tomadas de la albañilería, más específicamente del “Arte real de la Construcción”, en la edificación -ahora en ruinas- de las dependencias de “La Forestal”, pero también constituye la base de la educación adquirida en la formación iniciática de Juan, “El Elegido”.

En el desarrollo de esta novela de investigación histórica, que se destaca por una adecuada ambientación y la construcción de personajes históricos y ficcionados sumamente verosímiles, muchos son los nombres que aparecen en el decurso narrativo, pero Susana ahorra a sus lectores el trabajo de hurgar en diccionarios y libros de historia, porque en el apéndice final aclara cuáles son reales y cuáles no, por orden de aparición en el desarrollo de la ficción.

Como podemos apreciar en el “Cuaderno de Fátima”, el romanticismo es un componente importante, pero en realidad es un componente importante en esta novela, porque contiene una fuerte finalidad social de denuncia. Sus personajes, ya sean ficticios o reales, se integran dentro de la cosmovisión de los pueblos originarios, para describir su cultura, sus creencias, pero también sus padecimientos, ante la cruel opresión del hombre blanco. Por eso las historias que se imbrican en la trama del relato concluyen en sí, pero su desenlace general produce en el lector una amarga sensación de injusticia.

La nueva novela histórica, en tanto tendencia de la narrativa hispanoamericana de este siglo, junto a las reflexiones provenientes de la historia, tiene como objetivo último democratizar la literatura, al rechazar la objetividad “grado 0”, la veracidad absoluta y la impersonalidad como criterios de producción textual o discursiva, devolviéndole al lector la voluntad de intervenir en su conocimiento, mediante la interpretación y reinterpretación de sus versiones, toda vez que éstas supongan un sujeto ideológico partícipe en la elaboración del discurso narrativo. En tal sentido, resulta significativo el epígrafe que inicia la obra de Susana Merke, quien retoma palabras de una escritora nigeriana:… “Las historias dependen del poder… el poder no sólo de contar historias del otro, sino de hacer que ésa sea la historia definitiva.”


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