Por Antonio Fassi
Cuando las cuadrillas de obreros municipales comenzaron con la preparación, remoción y reconstitución de los canteros de Avenida Ernesto Salva, y como exbochófilo pueblerino fue reflexión legítimamente racional, cavilar sobre el destino final del par de canchas de bochas existentes en dicho cantero, (que en alguna oportunidad señalamos el uso temporario de las mismas), y que, quizás, en el nuevo proyecto ya no resurgirían como tales.
Felizmente , en el rincón oeste, sobre calle Paraná, apareció muy orondo, ostentando sublime majestad, el perímetro declamatorio de una unidad con color ladrillo y barandas laterales de madera, más el típico cajón con sus reglamentarias tablas aptas para un "retroceso".¿Subsistía la tradición, el recuerdo, y la ofrenda hacia todos aquellos que pasaron restregando sus blancas alpargatas sobre el viejo y preparado piso de entonces!.
- El pasado domingo 30, luego del clásico almuerzo en familia, en lugar de apuntarle a la poltrona o al sueño de la tarde, opté por orientar mis pasos hacia el susodicho lugar de recreación deportivo, luego de desempolvar el estuche con bochas, bochín y paño.
Por supuesto que el piso en este momento no está en condiciones para la práctica del deporte bochófilo. Pero las tablas laterales suenan a bochazo ( pegado a media bocha), y el cajón acerca el "tac-tac" característico a cuando termina la mano.
El principio vital, el alma del deporte en si´, anida entre sus tablas. El circulara del rolo sobre el blando piso, más el necesario caminar de un partido , ayudarían a a firmar el ahora suelto polvo de ladrillos. Y entonces ¡sí! , retornaría el devenir de "las redondas", y estaríamos en los prolegómenos de un partido real.
El fundamento, principio básico de toda realidad está. Solo falta el pequeño esfuerzo de afirmar el piso ¡una nimiedad!¡Enhorabuena!
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