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Sociales Lunes 1 de Julio de 2019

Si tu hermano mete la pata

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REDACCION

Por REDACCION

(Por Miguel Pettinati). - Hay cosas que pueden hacerse o no, pero otras deben hacerse indefectiblemente. Decirlo es más fácil que cumplirlo. Pero, para el cristiano, las excusas por inoperancia no dejan de ser negligencias. (JLK).

Es un deber irrenunciable, un deber propicio de la misericordia, el hacer - cuando sea el caso- la corrección fraterna. El fundamento de este reside en las afirmaciones de Cristo Jesús: Todos ustedes son hermanos (Mateo 23,8-10), y ámense los unos a otros como yo los he amado (Juan 13,35).

Por eso Jesús enseña: si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano (Mateo 18,15).

El mandato de Jesucristo tiene la profundidad de las cosas sencillas y la frescura inmediata de los programas concretos.

Por cierto, el Evangelio no es para los débiles. Las enseñanzas de Cristo Jesús entrañan las exigencias de una civilización nueva enraizada en el amor. Sí, amar a Dios y al prójimo por amor a Dios es el primer mandamiento.

El amor no implica condescendencia obsecuente, sino querer el bien del prójimo, y, de modo particular, el bien eterno. Ante esto, no cabe la indiferencia de nadie.

Jesucristo, al instruirnos sobre el deber de la corrección fraterna, nos manda corregir al que está haciendo algo incorrecto, es decir que nos ordena decirle al prójimo -de frente y con respeto- que su proceder no condice con su compromiso cristiano.

No se trata de agredir al hermano con palabras porque su obrar nos haya molestado. ¡No! Hacer eso no es evangélico. Quien hace la corrección fraterna no ha de pensar en sí mismo, sino en el hermano, teniendo en cuenta los intereses de ese hermano concreto. Se ha de olvidar de sí mismo y se preocupará por el otro. Quien no corrige, cuando debe hacerlo se vuelve cómplice del pecado ajeno.

La corrección, en primera instancia, será a solas: en la paciencia y delicadeza. El deber es corregir con tierna caridad transparente y nunca murmurar.


Tiempo de Pentecostés

Querido lector: al deber de corregir le corresponde -naturalmente- la obligación de escuchar.

Cristo Jesús enseña: si tu hermano no te escucha, busca una o dos personas más para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano (Mateo 18, 16-17) Palabra de Dios, gloria a ti Señor Cristo Jesús.

Quien no quiere aceptar la corrección fraterna, por el motivo que sea, se daña a sí mismo, a tal extremo, que pierde su comunión. con la asamblea de hermanos: considéralo  como pagano o publicano. ¡Misericordia!

Quizás sería muy provechoso aceptar la corrección de los demás y, así, después  de haber aprendido a escuchar y mejorar, se tendrá la propia experiencia para comenzar a ayudar a otros. En todo caso, siempre deberá primar la misericordia y la paciencia. Amén.

Espíritu Santo, para ti nada es imposible -por eso te pido esta gracia- enséñame a aceptar la corrección fraterna. ¡Cristo Jesús confío en ti! Amén.

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