Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Sociales Martes 11 de Marzo de 2025

Sensaciones y sentimientos: Odol pregunta

Odol pregunta” en sus primeros tiempos sólo se escuchaba, ya que no había llegado aún la televisión, había que conformarse con eso.

Agrandar imagen Claudio María Domínguez y Cacho Fontana en una emblemática participación en el célebre espacio.
Claudio María Domínguez y Cacho Fontana en una emblemática participación en el célebre espacio. Crédito: Facebook

Por Hugo Borgna

“¡Qué lindos que son sus dientes!, le dijo la luna al sol, y el sol contestó sonriente: ¡Ja, ja, me los limpio con Odol!”

 

Hubo que esperar algunos años para percibir completo ese texto. Como “Odol pregunta” en sus primeros tiempos sólo se escuchaba, ya que no había llegado aún la televisión, había que conformarse con eso. Cuando pudimos ver esa apertura del programa nos deleitamos viendo el anuncio del muy cordial sol y una amistosa luna; los dos blancos y brillantes y, por supuesto, con una contagiosa alegría.

Fueron 24 los años en que “Odol pregunta” llegó al público que, habiéndose preparado varios minutos antes de su comienzo, abría su entendimiento para no perderse detalles, sea mirando la radio o concentrando los ojos en una sapiente pantalla.

Comenzó a emitirse en 1956 y concretó su última emisión en 1980. Los números de toda su historia son impresionantes; fueron más de 440 los participantes y, de ellos, 66 los que ganaron el millón de pesos. Entonces (también ahora) ese valor resultaba más que motivador para participar. Antes o después, lógicamente, de hacerse cada día el habitual nocturno lavado de dientes.

¿Cómo se llegaba a participar? ¿Había temas preestablecidos?

Solo había que inscribirse y proponerlo, mencionando la bibliografía en que se apoyaba. Si resultaba aceptado, se establecía el turno y así cada participante sabía que lo suyo tenía tres posibilidades: o bien contestaba “con seguridad” algunas y fallaba en las siguientes o, si no estaba bien preparado, perder en la primera con la consecuente humillación que eso supone.

Falta decir cuál es la tercera posibilidad, algo que sonaba, si bien no imposible, por lo menos constituía el alto sueño de ganar el millón.

Como el programa era semanal, en cada emisión pasaban tres participantes a los que se les formulaba una pregunta con tres ramas (porque cada una estaba formada por tres cuerpos, que, por su densidad, equivalían a tres cuestiones plus. Claro, se debían contestar bien todas.

Había una pequeña conversación entre presentador y los concursantes, se pasaba entonces a la formulación y, tras manifestar el concursante que había comprendido, se lanzaba abiertamente el desafío de responder mediante la frase que indicaba que ahora debía el participante arreglarse por sí solo: “minuto Odol en el aire”, y se ponía en funcionamiento un reloj que indicaba segundo a segundo, cuánto podía usar el concursante, generándole la atención al jurado respectivo.

Los escalones de entonces, en pesos, no eran 8, pero desgastaban como tales. 20.000, 50.000; 100.000, 250.000, 500.000, 1.000.000. Cada respuesta “con seguridad Odol” equivalía, obviamente a un ascenso transpiradamente ganado.

¿Se podía abandonar en mitad del ascenso? El reglamento era duro y cruel, haciendo muy meritorio superar el temor ante cada pregunta. Si dejaba, el participante recibía la mitad del último premio ganado (si era antes de la pregunta final recibiría 250.000, porque el último escalón superado era de 500.000.) Obviamente, ponía al concursante en un difícil todo o nada.

Hay mucho más para decir. Es la parte más sabrosa del concurso: los temas a contestar. Odol admitía los pintorescos, al igual que los concursantes que eran dueños de características personales muy recordables.

Merecen ustedes, lectores, conocer el ámbito de conocimiento, suspenso, y adhesión a cada concursante.

Digan que sí, y con seguridad Odol y nuestra, nos leeremos el próximo martes.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa
Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso