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Sociales Martes 28 de Enero de 2025

Sensaciones y sentimientos: Gian Franco Pagliaro

“Te regalaré más que los barcos y los pájaros mi fe – mis pensamientos, mi horizonte, mi verdad – Una razón para vivir”.

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Gian Franco Pagliaro. Crédito: Facebook

Por Hugo Borgna

“Te regalaré mi soledad, mi rebelión, mi juventud – mi transparencia, mi canción, mi libertad – todo lo que sé y no sé – Te daré también todos los barcos y los pájaros que hay – dentro de mí para que puedas navegar – y volar conmigo”

“Ven – quiero que veas el cielo desde el mar – quiero que veas el mar desde el cielo – y desde el cielo mi mundo como es”

“Te regalaré más que los barcos y los pájaros mi fe – mis pensamientos, mi horizonte, mi verdad – Una razón para vivir”

“Y te amaré por todas las mujeres que jamás amé – por todos los hombres que nunca te amaron – mientras te ame, te amaré”

“No, no serás una reina a mi piel – no construiré un palacio para ti – más tendrás todo lo que vive en mi”

Si hay alguien a quien invitaríamos a pasar un largo fin de semana en casa, compartiendo libros de contenido profundo y escuchando bellas canciones y - ¿por qué no? - ,cantando con él (si es que lo permite, obvio), es Gian Franco Pagliaro, compañero de sensitivas vivencias durante dos décadas o más. Y ya que nos ubicamos, sin pedirle permiso por supuesto, en su generoso repertorio de sensitivas letras, será acertado sacar como conclusión las emblemáticas (“Vendrás con el mar, las uvas y el sol”, “Todos los barcos, todos los pájaros”), de amplia y permanente aceptación por todos los públicos.

Se destacó con versiones propias, originales y sensitivas (La orilla blanca, la orilla negra, Amigos míos, me enamoré”, “Ciao, amore ciao” de Luigi Tenco, quien se suicidó al no ganar en 1967 el Festival de San Remo.

Este tipo humano del “tano” (y más, mediterráneo) en todo el sentido de la palabra, nació en Nápoles el 26 de julio de 1941 y aspiró lo vital del canto y del impulso de la poesía y la música hasta los 70 años, en que concretó en Buenos Aires su permanente -y no por eso quieto- descanso. Prototipo del hombre romántico, padeció la más íntima relación con la belleza y la polémica, -a la que a veces solo adhirió- y otras la propuso, como en el caso de “Yo te nombro”, (que luego se llamó “Yo te nombro, libertad”), y se había atribuido al poeta Paul Éluard. Esta canción fue grabada, entre otros, por Nacha Guevara en el período en que estuvo casada con Alberto Favero, entonces también su arreglador.

Estuvo vinculado mediante la amistad y lo creativo con personajes que vivieron la más difícil tarea de ser auténticos. Del trabajo con Leonardo Favio surgió la película, “Soñar, soñar”, de la que fue también protagonista Carlos Monzón.

La ironía fue una de sus armas más filosas: contaba que su padre sostenía que al cantar en castellano se perdía el encanto y las ventajas de la “incomprensión”: el éxito de los cantantes anglosajones, decía, consiste en que nadie los entiende.

No quiso transmitir un mensaje banal, de allí su incómoda posición entre la estética pura y la intensa protesta. Algunos biógrafos definen lo suyo como “la vieja costumbre de triunfar a contramano”, pero lo mejor será saber cómo expresaba él su posición ante su tarea de cantante.

“No es fácil ser inteligente y banal al mismo tiempo y cursi y profundo y también comprometido y superficial, ser anárquico y respetar códigos y normas, musicalizar a Neruda, componer algún temita para sobrevivir e intentar un poema. No es fácil trazar el propio camino a la vera de los caminos establecidos, reunir en el mismo escenario todos los “yo” que habitan en uno”.

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