Por REDACCION
Niño por nacer
Desde hace ya varios años comenzó a celebrarse en la Argentina, el 25 de marzo, el Día del Niño por Nacer. La idea fue siendo recogida por otros países, y hoy ya son muchos los que comparten esta celebración.
Hace varios años también, desde su condición de arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Mario Bergoglio adhería al acontecimiento en una homilía que nos ayuda a reflexionar: "Jesús se hace niño. Comienza como todo niño y se integra en la vida de familia. La ternura de la madre hacia ese hijo que viene, la esperanza del padre (adoptivo en este caso) que ha apostado al futuro de la promesa, el paciente crecer cada día un poco más hasta el momento de ver la luz, todo esto que se da en la gestación de los niños, con Jesús adquiere una nueva significación que ilumina la comprensión del misterio del hombre y marca nuestra existencia con valores que florecen en actitudes: ternura, esperanza, paciencia. Sin estas tres actitudes (ternura, esperanza, paciencia) no se puede respetar la vida y el crecimiento del niño por nacer. La ternura nos compromete, la esperanza nos lanza hacia el futuro, la paciencia acompaña nuestra espera en el cansino pasar de los días. Y las tres actitudes constituyen una suerte de engarce para esa vida que va creciendo día a día.
Cuando estas actitudes no están, entonces el niño pasa a ser un 'objeto', alejado de su padre y de su madre, y muchas veces 'algo' que molesta, alguien intruso en la vida de los adultos, quienes pretenden vivir tranquilos, replegados sobre sí mismos en un egoísmo paralizante. Desde el seno de su Madre Jesús acepta correr todos los riesgos del egoísmo. Ya nacido, pero niño aún, fue sometido a la persecución de Herodes, quien "mataba a los niños en su carne porque a él lo mataba el miedo en su corazón". Hoy también a los niños, y a los niños por nacer, los amenaza el egoísmo de quienes sufren la sombra de la desesperanza en su corazón, la desesperanza que siembra miedo y lleva a matar. Hoy también nuestra cultura individualista se niega a ser fecunda, se refugia en un permisivismo que nivela hacia abajo, aunque el precio de esa no-fecundidad sea sangre inocente...".
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