Por Teresita Tosco
Yo
no sé qué contestarles. Por suerte la valiente muchachada
rescatista que actúa en mi ciudad los salvó del infierno y les
consiguieron un lugar donde poder vivir sin recibir castigos, al
amparo del mal tiempo, y con agua y comida. Pero de compañía
humana, de una caricia, de un trote al lado de una bici amiga o
acompañando la caminata de un jubilado… ¡Ni hablar! Ellos sufren
un azote silencioso… la soledad.
Y la soledad les duele mucho. No
lo pueden expresar con palabras pero cuando Meli va a llevarles
alimentos y un poco de compañía no puede evitar llorar, y ellos la
miran así, como los vemos en la foto con la pregunta a flor de
hocico ¿nos vamos a morir aquí…??? Los tres son joyas. Mansos,
tranquilos, de porte delicado propio de los galgos. Yo sé que hay
situaciones difíciles de afrontar en todos los terrenos, a mí me
toco esta, una situación comprometida con la vida de los animales
no humanos víctimas de nuestra desidia, nuestro desapego, nuestra
falta de respeto por la vida en todas sus manifestaciones. ¡Así nos
va!
Ellos toleran nuestras manías y rabietas, soportan nuestras
contradicciones, acompañan nuestra melancolía, y si se nos da por
cantar no se tapan las orejas. Ay Dios, a veces tengo que recurrir al
humor para poder seguir respirando. Les comento que si a alguien se
le ocurriera adoptar uno, uno aunque sea, achicaría el desaliento y
tenemos el compromiso de colaborar con la comida para el adoptado.
Todavía están en la etapa cachorra, juegan solos, pero les vendría
bien jugar con un chico y crecer juntos como hermanos. Es una
decisión difícil, lo sé. Y yo me siento profundamente mortificada
por no poder llevármelos a vivir a casa. Mi salud apenas restaurada,
mi edad que no deja de avanzar me limitan para estos actos de amor
incondicional por estas criaturas angelicales. Piénsenlo, ellos
esperan.
El número para salvarlos de que queden ahí a morir es el
03492 15680758. Si llegan a ir a verlos y no se deciden por
llevarlos, no lloren ahí, ellos se dan cuenta. Y gracias por la
molestia.
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