Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Sociales Martes 31 de Marzo de 2015

La tablet o el celular arruinan el sueño

DISMINUYE LA CALIDAD DE DESCANSO

REDACCION

Por REDACCION

No son las páginas de un libro, ni las palabras de tu pareja, ni una canción que enamore. Lo más probable es que, últimamente, el último contacto que tengas con la realidad antes de dormirte sea la pantalla de tu celular, de la tablet o la notebook.

Parece inevitable hacer un chequeo final de las redes sociales, leer las noticias o ver algún video antes de entregarse al descanso. Pero varios estudios y experimentos llevados a cabo durante los últimos años confirman que irse a la cama abrazados a la tecnología hace que tardemos más en dormir y, además, disminuye la calidad del descanso. A corto plazo, explican los especialistas, puede aparecer la somnolencia o la irritabilidad al día siguiente. Pero a largo plazo, las consecuencias del mal descanso pueden ser enfermedades mucho más graves.

“Desde la invención de la lámpara nuestro reloj biológico ha sufrido modificaciones, porque el día puede extenderse artificialmente. Pero lo que observamos ahora, con las nuevas tecnologías y las pantallas LED que llegan a la cama, es que el problema empeora: se demostró que la luz azul de gran intensidad que emiten estos dispositivos enlentecen la producción de melatonina, por lo que la persona tarda más en dormirse y además el descanso se vuelve menos reparador”, advierte el tucumano Jorge Avila, médico neumonólogo dedicado a los trastornos del sueño desde hace 20 años.


EL EXPERIMENTO

El más reciente estudio en este campo se realizó por expertos de la Universidad de Harvard (EE.UU.) conjuntamente con el Instituto de Medicina Aeroespacial de Colonia (Alemania) y fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Los científicos convocaron a 10 voluntarios de 25 años, que pasaron dos semanas en observación. Su tarea era leer un texto durante cuatro horas e irse a dormir antes de las 22; a la mitad le dieron libros convencionales y a la otra mitad iPads. La primera fase duró una semana y, en la segunda, durante el mismo tiempo, se invirtieron los roles.

Los resultados mostraron que quienes usaron las tabletas tardaron, en promedio, 10 minutos más en dormirse que los que leyeron libros en papel. Además, permanecieron menos tiempo en la fase REM del sueño (un 10% menos, en promedio) y sus niveles de melatonina en sangre disminuyeron hasta un 55% en relación a los lectores de libros tradicionales. Un estudio anterior, publicado en 2011, ya había comprobado que las luces LED reducen la producción de melatonina de forma directamente proporcional al tiempo de exposición y la intensidad de esa luz.


CONSECUENCIAS

Los problemas de dormir menos tiempo (se dice que hoy dormimos al menos dos horas menos que hace 50 años) y de conseguir un sueño menos reparador exceden el efecto inmediato de sentir somnolencia y volverse menos productivo al día siguiente, además de estar más intolerante, irritable o de mal humor. “Una consecuencia directa y muy preocupante es la altísima tasa de accidentes de tránsito porque el conductor se ha dormido, porque no ha descansado lo suficiente. En este sentido, los malos hábitos de descanso son un problema de salud pública, no individual: una persona que se duerme en la autopista ocasiona accidentes que se cobran vidas inocentes. En otros países, dormirse conduciendo está considerado como un delito”, enfatiza Avila.

Pero si logramos escaparnos de las tragedias viales, las secuelas a largo plazo son igual de preocupantes. “Está demostrado que dormir menos horas que las que el cerebro necesita -como mínimo seis- aumenta los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes tipo 2. Hablamos de que nos puede reducir hasta 20 años la expectativa de vida. Científicos de varias universidades del mundo se han reunido para advertir sobre estos riesgos”, señaló Avila, fundador de la Unidad Respiratoria del Hospital Padilla, donde se diagnostican y tratan trastornos del sueño.

“Pantallitis” es una palabra que a Avila le suena adecuada para nombrar a esta mala costumbre asociada a las nuevas tecnologías. En el consultorio, cuando un paciente llega a llorar por su insomnio, las preguntas clásicas e históricas son: a qué hora se acuesta y a qué hora se levanta. A eso se ha sumado “¿qué hace usted en el dormitorio?”, y es aquí donde aparecen las tablets y los celulares. “Lo más grave, es que los pacientes son generalmente arrogantes y lo toman como algo normal, no quieren admitir que es un hábito a cambiar si desean mejorar su descanso”, reniega el médico. El recomienda que el dormitorio sea una especie de santuario destinado únicamente al descanso: ni televisor, ni computadora, ni dispositivos portátiles ni comida deberían entrar en ese espacio sagrado donde el ser humano recarga la batería.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso