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Sociales Domingo 29 de Septiembre de 2024

La masacre de Clucellas. Segunda parte

El hijo Altieri (único sobreviviente de la tragedia familiar) había encontrado los cadáveres, cuando regresaba de visitar a su novia Elena Grosso.

Agrandar imagen Altieri Borda Bossana, en el centro.
Altieri Borda Bossana, en el centro. Crédito: Archivo

Por José Pepe Marquínez

Decía en mi anterior entrega que en la noche del Jueves Santo de 1940, había ocurrido en Clucellas un triple crimen. En la casa de campo propiedad de Lorenzo Borda Bossana ubicada a cinco kilómetros de la planta urbana de la localidad, hallaron muertos, además del dueño, a su esposa Anita Calvo y a la menor de tan sólo diez años, Iris.

Que el hijo Altieri (único sobreviviente de la tragedia familiar) había encontrado los cadáveres, cuando regresaba de visitar a su novia Elena Grosso.

El juez que intervino Dr. Puig Ramos del Juzgado Seccional de Instrucción de Rafaela, dictó varias medidas: el allanamiento de dos domicilios, una inspección ocular y citó a declarar como testigo no imputado a Clemente Chaichuck, un polaco que había sido empleado de Lorenzo Borda Bossana.

Debo señalar que la Policía de Santa Fe se ocupó del caso. De las hipótesis barajadas se descartó la del robo (se encontraron dinero y joyas). Un ladrón jamás dejaría los mismos. Otra analizada fue la de una “vendetta”, pero ello resultaba imposible pensar, habida cuenta que los Borda Bossana eran gente correcta y ostentaban buen concepto en la zona.

El Juez ordenó la declaración de Altieri quien en todo momento mostró serenidad para tal acto. Tenía arañazos en el cuello, alegando en el interrogatorio que se le habían producido con un alambre enganchado a una chata. Puig Ramos le preguntó si recordaba el lugar y Altieri le respondió que sí, pero al dirigirse ambos al sitio aludido no se encontró nada. También lucía un corte en un labio y ante la pregunta del Juez, dijo que se trataba de una lesión provocada con la maquinita de afeitar.

Otras evidencias que marcaban la culpabilidad de Altieri fueron las siguientes: en la inspección ocular realizada se encontraron zapatos con manchas de sangre debajo de un ropero; además lo comprometía el haber pasado la noche del crimen por la casa de su tío Alfredo, dejando camisa y medias para ser lavadas y una tercera consistió en el hallazgo de una corbata de su pertenencia también con manchas de sangre.

Al final acorralado Altieri, reconoció la autoría del triple crimen, que las causas del mismo estribaban en las circunstancias de que sus padres se oponían a la relación con Elena Grosso sin perjuicio del maltrato que recibía de su progenitor.

Atento a sus declaraciones, ese Jueves Santo, afirmó que llevó a su madre y hermana a misa a Clucellas. Al volver y ver al padre sentado en el patio, de espaldas, fue en busca de la escopeta y le disparó, quitándole la vida.

En cuanto a la madre, ésta comenzó a correr alrededor de la casa perseguida por Altieri, exánime, fue alcanzada por una perdigonada. Por si fuera poco, el criminal le asestó un golpe con la culata de la escopeta, partiéndole el cráneo.

Por último, a Iris la golpeó con furia en la cabeza con el caño de la escopeta, ultimándola.

Prosiguiendo con su declaración, Altieri confesó que una vez consumado el hecho de sangre se higienizó, revolvió la casa, tiró ropa al suelo para simular un robo y se fue al pueblo a visitar a su novia, no sin antes pasar por “La Vinería” y tomarse unos ajenjos para aplacar su estado emocional. Luego se dirigió a su casa para preparar el escenario del crimen y disimular su autoría.

Al enterarse la población de Clucellas de las circunstancias descriptas más arriba, se produjo una situación de exasperación e indignación, tan es así que según se relató, un medio millar de personas se hicieron presentes en la comisaría ansiosas de hacer justicia por mano propia.

El Juez actuante dispuso trasladar a Altieri a la cárcel de Las Flores, fundamentalmente para asegurar su integridad física.

Finalmente, fue condenado a prisión perpetua por la Sala en lo Criminal de Rafaela por el delito de triple homicidio calificado (sentencia del 12 de septiembre de 1942). Recuperó su libertad en 1959. Se desempeñó como talabartero, oficio que aprendió durante sus años de cautiverio.

La novia de Altieri, Elena Grosso, se casó y hasta su muerte siguió viviendo en Clucellas. El campo fue dividido entre las familias Calvo y Borda Bossana por partes iguales.

El homicida se casó con Eduarda Grillo, tuvo dos hijas, Diana y Viviana.

Por fin Altieri Simón Borda Bossana, autor de uno de los asesinatos más horrendos de la historia criminal en nuestro país, murió en Santo Tomé (Santa Fe) el 21 de diciembre de 1984.

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