Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Sociales Domingo 30 de Mayo de 2021

La comida como escudo protector

Las emociones como la tristeza, la frustración, el enojo, la soledad, incluso la ansiedad, la depresión, el estrés y el aburrimiento influyen en la forma de comer, alteran o aumentan la cantidad de comida que se ingiere normalmente. Expertos de DIM Centros de Salud explican que ciertamente las personas utilizan la comida como escudo para evitar –de alguna manera – enfrentarse a todas estas emociones, pensamientos y situaciones que causan desequilibrio.

Agrandar imagen FOTO GENBETA// COMIDA. Suele utilizarse como una muleta emocional.
FOTO GENBETA// COMIDA. Suele utilizarse como una muleta emocional.
REDACCION

Por REDACCION

El hambre emocional no se encuentra en el estómago, es decir, no solo comemos para satisfacer el hambre física, muchas veces se recurre a la comida para reconfortarse, aliviar el estrés o como una recompensa a determinadas situaciones para sentirse mejor y satisfacer las necesidades emocionales en lugar del estómago.

“Es el hambre que aparece de golpe y que está vinculado a nuestras emociones negativas; esas emociones que producen displacer y que debemos calmar de forma inmediata. Luego de la ingesta aparece un sentimiento de culpa, de tristeza generando un círculo vicioso de ingesta compulsiva – culpa – ansiedad y nuevamente una comilona o atracón. Todo el tiempo tenemos hambre y nada nos produce saciedad; esto se debe a que la mente utiliza a la comida como refugio para conseguir su bienestar y evadir de esta manera los problemas, emociones y pensamientos”, explica Karina Mariel Luna, especialista en Alimentación Ayurvédica y naturista de DIM Centros de Salud.

Hay diferencias entre lo que es el hambre real o fisiológica y la emocional. “La comida nos conecta con recuerdos vividos en distintas etapas de nuestra vida, que hemos guardados en la memoria, como por ejemplo: la sensación de bienestar cuando estábamos en el útero de nuestras madres donde nos sentíamos protegidos o durante la lactancia materna donde también nos conectábamos con el amor de madre a hijo”, agrega Luna.

La especialista de DIM Centros de Salud advierte que el hambre emocional podría ocasionar consecuencias que a lo largo del tiempo podrían ser perjudiciales para la salud como aumento de peso, mala digestión, incluso aislamiento social. “Al comer en forma compulsiva gran cantidad de alimentos satura la capacidad del estómago, no dejando espacio libre para realizar una buena digestión. Todo esto nos lleva a empezar a generar hábitos alimentarios poco saludables. Aparece la insatisfacción por el peso y la imagen corporal; lo que genera emociones negativas como la frustración, la tristeza e incluso la depresión. En algunos casos comenzamos a aislarnos; a no concurrir a eventos sociales donde se ofrezca comida e incluso a comer a escondidas. El hambre emocional tiene impacto a nivel psico lógico ya que canalizamos nuestras emociones en la comida tapando lo que sentimos con alimentos no saludables. La persona va perdiendo su autoestima al ver que no tiene control o no puede cambiar su actitud”.

Cuando el hambre emocional se vuelve crónica y las emociones negativas se intensifican es necesario buscar ayuda con un profesional, especialista o un equipo interdisciplinario como un licenciado en nutrición y un psicólogo para tratar de mantener una buena calidad de vida y evitar la aparición de enfermedades.


Tips para evitar comer emocionalmente


* Identificar la o las emociones que se van presentando. Estar conscientes en cada momento del estado anímico, trabajar en esas emociones y expresar a través de la palabra lo que se siente.

* Escuchar lo que el cuerpo va comunicando.

* Realizar algunas respiraciones profundas antes de sentarse a comer.

* Aplicar técnicas de Alimentación consciente o Mindful eating. Estar presentes en el aquí y el ahora, disfrutando del aroma y sabor de las comidas, de los colores de los alimentos, teniendo plena conciencia del momento que está viviendo.

* Observarse sin juzgar antes, durante y después de la ingesta de comida para conocerse más: qué tipo de alimentos compro, cómo me siento, cómo mastico, qué sensaciones y pensamientos tengo, cuál es mi nivel de saciedad, etc.

* Regularidad en las comidas, aplicando pequeñas dosis de combustible a nuestro cuerpo a lo largo del día.

* Realizar ejercicio físico para canalizar la ansiedad.

* Enfocar la atención y la energía en algo lúdico, que de placer o llene el alma como pintar, leer un libro, realizar un trabajo de carpintería, conectarse con la música, etc.

* No realizar dietas muy restrictivas en cuanto a la selección de alimentos y el aporte calórico.

* Consumir alimentos ricos en fibra para aumentar la saciedad gástrica.

* Beber agua.

* Un buen descanso (entre 7 a 8 hs/día).

* Meditar.

Con el asesoramiento de Lic. Karina Mariel Luna

Especialista en Alimentación Ayurvédica y naturista de DIM Centros de Salud

MP: 3328 MN: 2972



 

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso