Por Redacción
En esta oportunidad, la persona elegida para esta columna, es alguien que se encuentra ligada a la cultura, a la educación. La poesía es su pasión y hace pocos meses su capacidad hizo eue se destacara mundialmente en eso que tanto le gusta. Se tra de María del Carmen Gazzera de Goette; y nada tiene que ver con el gran poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe.
“El apellido de mi marido es Goette, evidentemente lo escribieron mal”, apunta María del Carmen, y aclara: “Mis suegros llegaron a una colonia de alemanes en Crespo, Entre Ríos, y seguramente son descendientes del poeta, pero mi marido no tiene esa inclinación poética, yo llevo este apellido, que se pronuncia parecido, y entonces la gente hace esa relación, cree que escribo por eso, pero nada que ver”.
¿Será cierto…según dicen, que de artistas, poetas y locos todos tenemos un poco? "En la vida se presentan, siempre, diferentes cuestiones que llevan a relucir de uno dichas vetas".
Como todo artista, María del Carmen tiene una personalidad, una manera de manejarse en la vida, algo particular, o como ella misma dice: “somos todos locos divinos”. Es artista y es artífice. Es una persona capaz de percibir y transmitir un sinnúmero de emociones, de conmover, de inquietar. Trabaja incansablemente y por amor, amor a lo que le nace en su interior, a lo que le quita el sueño y a veces hasta el aliento. Lleva esa marca en el cuerpo, en el alma.
“Yo escribo lo que me dictan los ‘duendes’, ellos son los que me tiran el texto”, señala esta artista cordobesa, de San Francisco, pero rafaelina por adopción y decisión propia: “Hace 28 años que vivo en Rafaela y me considero una ciudadana más, me vine a vivir aquí por mi marido, el es de acá, tengo dos hijas que nacieron en esta ciudad, Luz y Estrella”.
¿Y sobre la adaptación? ¿Lo que significó venir a la Perla del Oeste? “Al principio me costó adaptarme, todo era un poco distinto, un lugar diferente, otra provincia, pero al poco tiempo me hice de muchos amigos, los cuales hoy sigo manteniendo y eso me ayudó muchísimo para sentirme muy cómoda”, declaró.
Actitud es una característica que hace una gran diferencia. Y María del Carmen está llena de actitud. Fiel a sus pensamientos, con su propio estilo para escribir poesías se inspira en varios temas, pero fundamentalmente la naturaleza es su debilidad:
“mucha naturaleza, me da mucha paz y parece ser que yo lo trasmito a través de las palabras. El mar, las montañas, me encantan. Parezco Alfonsina (por Storni), con su océano Atlántico, o Pablo Neruda, con su mar, con su océano Pacífico, pero yo vivo en el medio de la Argentina y no hay nada de eso (risas), pero igualmente tengo cosas muy lindas para observar, me inspiro en los atardeceres, a los paisajes hay que buscarlos, salir afuera, ir al campo, a barrios alejados donde se ve bajar el sol de una manera extraordinaria”.
María del Carmen desarrolló sus estudios, primarios y secundarios en su ciudad natal, egresó como Profesora en el Instituto Inmaculada Concepción, como catedrática de Castellano, Literatura y Latín, o “Filosofía y Letras, como se llamó”. Hace 33 años que hace docencia y día a día transita los pasillos de la Escuela Guillermo Lehmann de Rafaela, donde ya ve con buenos ojos su ‘retiro’: “Son muchos años de trabajo, me encanta el trato con los alumnos pero es difícil, tengo muchas horas cátedra, estoy a punto de jubilarme. Pasa que lo que hago no me permite dedicarme de lleno a la poesía, y hay días que digo: no escribo más, pero es algo que me supera”.
En su adolescencia, muchos de los textos que elaboraba no veían la luz. Rebuscada. Con temores. Todo lo que creaba, quedaba en y para ella. “De chica escribía, pero todo me lo guardaba yo, no me gustaba que otros lo vieran o leyeran mis cosas. Era muy latina, poniéndome la fecha, la hora, los minutos y segundos en los que me inspiraba. Pero todo es por esos duendes traviesos que a veces aparecen y desaparecen, había días que no me dictaban nada y no escribía nada”.
Pasó por varios momentos. Hubo épocas donde casi no escribió, “fue cuando falleció mi madre, no tenía ese poder de convocatoria, no venían los duendes, no me salía nada, y una amiga me convenció para que volviera a hacer lo mío”. Y fue así, entonces, que se fue animando.
En Formosa, allá por el año 1993 se produce su primera publicación en libros, Quemar las Naves, se llamaba, que es una publicación de poesías. De 1.700 trabajos presentados seleccionaron 107 y uno era el de María del Carmen Gazzera de Goette. “Fue una poesía muy romántica que describe más o menos lo que era Cristóbal Colón, el ser marino de ley, en homenaje a él, no marinero sino en el ser marino de la naturaleza del mar, el soñador melancólico de armaduras y proyecciones”, recuerda.
Estuvo un año por España, adonde viajó becada y dio clases. Muchas horas de investigación, de trabajo y el tiempo necesario para ‘animarse a mostrar sus ideas’ fueron la plataforma para comenzar a transitar el mejor camino, “Después de trabajar mucho, decidí publicarla, le dediqué esa poesía que habla de un errabundo, trotamundo, con su espíritu aventurero y fue la que me abrió el sendero de luminosidad, me fue muy bien, al menos me gustó".
“La gente se tiene que animar a cambiar. Hay etapas de la vida, donde es lindo porque así como el escritor aparenta ser raro, distinto, evasivo tiene muchas cosas en común con el resto de la gente y hay veces que somos muchos más temerarios o más solitarios que otros”.
En el 94 volvió a presentarse e incluso una de sus tres poesías seleccionadas ocupó puesto de privilegio, como lo es el prólogo, “eso fue lo que más me motivó a seguir, había partes de mi poesía en las palabras de apertura”.
Poco amante de las entrevistas, del diálogo abierto con personas, no así con esos “locos divinos” como los llama ella y son los artistas. “Hay gente que ama la cultura, es algo que trasciende las fronteras y en cada lugar que me tocó visitar me sentí magnífica. Parece que los duendes me siguen dictando cosas importantes, interesantes, tan bellas que los jurados nacionales e internacionales me fueron seleccionando, pero creo que lo hicieron como para que me sintiera mejor y me perfeccionara”.
Fue así que viajó por varios rincones del mundo, conoció, compartió, intercambió experiencias, sabiduría y así también expuso sus pensamientos, sus obras. Y sin saber que aún lo mejor estaba por llegar.
En enero/febrero último le llegó la mejor noticia. Sus obras fueron seleccionadas y publicadas en España, luego de quedar seleccionada en un concurso en el cual se inscribió como en tantos otros, y meses pasaron antes de llegar la notificación.
“En la ciudad de Ronda, en España, había un concurso a nivel internacional y entonces escribí y me anoté para participar. Era un homenaje a Miguel Hernández en el centenario de su fallecimiento, se hizo un libro y mis poesías fueron seleccionadas, no lo podía creer”, cuenta María del Carmen, quien luego agrega: “Son dos poesías muy lindas, me quedé maravillada y la verdad que es algo muy lindo, poder entrar en el mercado europeo no es nada fácil”.
Y sobre dicho libro remarca: “Es una rareza, está enumerado de atrás para adelante, con la tapa al revés, mis trabajos están en la página 106 y están ahí al comienzo, es creativa de ellos, son las famosas licencias creativas que por ahí se saben tomar los poetas al escribir. Es la creación pura de cada uno”.
Palabras fuertes, sobre carruseles de ‘espuma blanca’, el mar, el marino que ve aguas no contaminadas, de los oleajes, de la disciplina, de la ecología y el cuidado del mundo en el que vivimos, son todos los disparadores sobre los que se explaya la artista en sus poesías.
Y precisamente del mundo en el cual vivimos, y lo que se avecina, expresa: “La verdad que soy pesimista, no me arriesgo a escribirlo, veo hecatombes a nivel social, en la ecología con grandes desastres. Todo lo hago con optimismo, pero veo pesimismo. Me gustaría escribir sobre ciertas instituciones, preguntas retóricas, a veces me gusta mucho la justicia social, amo la libertad, soy una fiel defensora de los derechos humanos, que no haya discriminación, que las instituciones cumplan su rol. El cansancio de luchar contra la injusticia me duele mucho, me hace mal, cada año que pasa es peor, es tanto el mal que me hace que no tengo ni ganas de escribir, me deprimo, no me lo tengo que tomar tanto a la tremenda, no debo magnificar, quizás sea esa sensibilidad propia que tenemos los artistas, esa locurita transparente o no tanto, que me atrapa y me hace sufrir mucho, antes era distinto”.
Por último, María del Carmen reflexionó: “Con el paso del tiempo se vive peor, y le tengo miedo a la desnivelación de todos los órdenes, los valores, nadie construye valores, hay que volver al libro por el libro. Al texto, hay que leer, volver a la lectura. A la redacción, hay mucha gente que le falta lectura. Es como no cuidarte a vos mismo, cultivarte”.
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