Hijos y comunicación

Hoy resulta particularmente difícil comunicarse en profundidad con los hijos adolescentes y jóvenes. A veces la dificultad se agrava por no tener en cuenta algunas actitudes que son de sentido común. ¿Cuáles? La Escuela de Padres Católicos "Creciendo en familia", del Perú, nos acerca algunas muestras:

1. Aceptar emocionalmente al hijo.

2. Crear un auténtico clima de confianza: estimular su trabajo y reconocer sus esfuerzos; escucharlos antes de juzgarlos; enseñarles a sacar provecho de sus errores, sin avergonzarlos y antes de castigarlos; aprobar y estimular las habilidades deportivas, intelectuales, artísticas y espirituales de cada hijo, disfrutando con afecto, por respeto a sus sentimientos y a su propio ritmo de desarrollo.

3. Mirar por los ojos del hijo: ver el mundo de los hijos con respeto y curiosidad (porque es diferente al del adulto).

4. Escuchar antes de reaccionar: ¿qué es lo que busca, adónde quiere llegar? Y así poder entenderlos y ayudarlos.

5. Reconocer nuestros propios intereses y sentimientos.

¿Qué es lo que realmente se desea y busca para los hijos?

¿Cómo los estoy ayudando? ¿Qué sentimientos me impulsan a actuar de tal o cual forma? ¿Acaso provienen de mis experiencias anteriores o tienen que ver con mis hijos? ¿Estoy induciéndolos en los valores, la disciplina, el aprendizaje, la formación religiosa?

6. Flexibilizar nuestras exigencias. Conceder libertad, siempre que esté condicionada a la responsabilidad. Para que los hijos aprendan a vivir pacíficamente hay que enseñarles con el ejemplo. La rigidez de los padres crea rechazo a su persona, a sus ideales y a sus propuestas.

7. Buscar soluciones en las que todos quedemos satisfechos.

El objetivo es que la familia viva el amor, la fraternidad; buscar respuestas solidarias a los acontecimientos de manera que todos ganemos, favoreciendo el crecimiento armonioso de los hijos como una experiencia agradable...

Hasta aquí las sugerencias de los padres peruanos. Podrían agregarse muchas otras. Conversando con otros padres, por ejemplo. ¿Y por qué no con los propios hijos?