Por REDACCION
(Por Miguel Pettinati).-Es posible que, sin buscar mucho, nos encontremos con personas que están disgustadas consigo mismas, por no querer perdonarse algún error; o con familias en las que se ha instalado el rencor por la carencia de perdón entre sus miembros; o con una sociedad - incluso toda una nación- donde el odio ha carcomido muchos corazones que no quieren perdonar a quienes piensan distinto o a quienes los damnificaron gravemente. Lo cierto es que, cuando falta el perdón inteligente, las personas se denigran , y su obstinación las torna irracionales, y las sociedades se envilecen y se destruyen a sí mismas (JLK).
en consecuencia, se pueden encontrar no pocas personas que, por las razones más insólitas, viven hundidas en la oscuridad del odio y el cieno de la venganza. son varones y mujeres que perdieron la paz y la alegría.Sin embargo, aún en los casos más extremos y desgraciados, también para ellos hay una esperanza cierta de un cambio y de una nueva realidad.
Nunca nadie podría ser tan lacónico como para afirmar que todo está irremediablemente perdido, al menos si se buscan, aunque sea a tientas, la verdad, la justicia y la paz. Papa Francisco: año de la misericordia y el perdón.
De hecho, Dios ha mirado con misericordia a la humanidad, a pesar de los rechazos a su voluntad, y se humilló hasta hacerse hombre, anunció el Evangelio de la salvación y lo ratificó con el misterio Pascual.¡Dios lo perdonó!
Durante su misión evangelizadora y con una pedagogía propia de quien es verdadero Dios y verdadero hombre, Jesús también se refirió al perdón entre los diversos problemas que podían vivirse en su Iglesia.
Si bien, desde alguna perspectiva , el perdón podría ser visto como un acto generoso del hombre en que él mismo da y retiene el perdón, según su voluntad, como el otorgarlo fuese prerrogativa humana.
Por otra parte, en la parábola de los deudores ( Ver MT 18,23-35), se entiende que, en realidad , el ser humano está obligado a perdonar, porque antes ya fue perdonado- muchísimas veces-por Dios, hasta otorgarnos -con la redención- el perdón de una deuda impagable contraída por el género humano en los orígenes de la historia.
Entonces , cuando se trate de perdonar a un semejante, nadie debe olvidar que, innumerables veces, él mismo ha sido perdonado por delitos contra Dios y sus designios. Si se suscitara el lamentable caso de que alguien no quiera perdonar a otro, aquel corazón endurecido difícilmente alcanzará el perdón de Dios.
La debilidad humana suele inducir a los mezquinos para que considereen el perdón como una pérdida o una concesión al adversario. Quien perdona de corazón, nunca será derrotado.
Todo lo contrario; porque el perdón es el triunfo del amor sobre el odio; es el éxito de la esperanza sobre el pesimismo; es el epinicio de la vida sobre la muerte.
Si un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que Dios lo sane?No tiene piedad de un semejante a él, ¡y se atreve a implorar por sus pecados!El un simple mortal, guarda rencor: ¿ quién le perdonará sus pecados?(Ver ECI 28,3-5-MT 6,9-15. El Padre Nuestro).
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.