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Sociales Martes 17 de Octubre de 2017

¿Es necesaria la violencia? ¡Claro que sí!

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Antonio Fassi

Por Antonio Fassi

¡Momento!. No se subleve, ni se ponga en guardia, ni se rebele, siga leyendo.

Todos sabemos que la violencia genera brutalidad, siendo indicio de salvajismo, y quien la practique, sin ninguna duda demostrará que es el síntoma inequívoco del fanatismo más intransigente que una mente humana  pueda concebir. Hasta aquí, ¡nada claro!.

Pero si seguimos reflexionando sobre el tema, encontraremos un resquicio, una grieta que nos permita afirmar su utilidad suprema en una (tal vez) única circunstancia en que la violencia, nos ayude sobremanera a elevarnos por sobre las brumas de nuestra individual existencia terrena. Y esa circunstancia fortuita es la de utilizarla para frenar con brutal firmeza, los malos pensamientos que en forma constante e invariable pugnan por ocupar nuestra mente, y que, si le damos cabida, nos guiarán por caminos de ruina moral, infortunio y desgracia.

Si somos capaces de diferenciar y marginar esos discordantes impulsos eléctricos transformados en ideas, dejando que solamente anidan en nuestra mente los buenos y provechosos pensamientos, notaremos que nuestro convivir mejorará ostensiblemente en la medida de que inundemos de armonía y serenidad nuestro mundo interno. En este caso, es necesario que usemos una disposición de firme violencia, a fin de controlar enérgicamente ese flujo negativos que nos desplomará en el más abyecto y vil de los destinos humanos  si dejamos  que ocupen nuestro pensamiento interior.

Usemos aunque más no sea en una oportunidad ese tan denigrante sentimiento, que desde hace miles de años nos impide evolucionar correctamente por el medio con el cual el ser humano podrá elevarse por sobre las brumas del mortal sufrimiento que nos rodea, el supremo don de controlar el ingreso de nefastos y violentos pensamientos en nuestra mente individual.

Somos los únicos y directos responsables de que así sea, pues nadie podrá jamás penetrar en nuestro interior si así lo anhelamos. De lo contrario, hagámonos cargo del " mea culpa" si la vida nos castiga duramente.

Muy probable que nuestro intelecto no hizo buen uso de esa disposición pensante, tergiversando el destino final del género, al permitir  el ingreso de ideas peligrosas para nuestro diario transcurrir.

Ah¡ no lo olvide!. En cualquier caso tanto el mérito, como la culpa ¡son suyos!. No le achaque la culpa "al otro".


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