Por REDACCION
CIUDAD DEL VATICANO, 19 (AFP-NA). - El papa Francisco,
fortalecido por su creciente prestigio en la Iglesia, profundiza
su revolución "popular" designando como cardenales a obispos
alejados del poder central, y atacando a diestra y siniestra los
privilegios y escándalos en la institución.
Desde comienzos del año, el sumo pontífice, quien se describe
como "furbo" (astuto), ha adoptado varias medidas e impuesto
consignas que demuestran que está seguro de sí mismo, sin temor a
sus opositores, para quienes su estilo directo molesta en el
Vaticano.
Acaba de nombrar a los primeros cardenales de su pontificado,
elegidos entre obispos de diócesis poco relevantes, provenientes
de lo que a él le gusta llamar "periferia", todos grandes conocedores
del trabajo sobre el terreno, quienes tienen la reputación de ser
verdaderos pastores más que hombres de la Curia.
Según fuertes cercanas a la Santa Sede, varios prelados siguen
indignados por no haber sido purpurados.
La consigna dada a los nuevos cardenales es muy simbólica y
elocuente: nada de fiestas mundanas para celebrar su designación.
"Esta decisión demuestra claramente, sin provocar revoluciones,
un criterio interesante. Todas sus intervenciones, todo el
magisterio de este papa abogan por una Iglesia con un clero que no
se perciba como una casta aparte, sino que viva entre el pueblo,
con y para el pueblo", explica a la AFP el experto vaticanista
Andrea Tornielli, quien conoce personalmente a Jorge Mario
Bergoglio, al que entrevistó para el diario La Stampa.
El jesuita indio Joseph Xavier lo confirma: Francisco
"privilegia una Iglesia en el camino como pueblo de Dios, un
pueblo activo, no pasivo".
El papa argentino quiere curar al clero del peligro de lo que
él denomina "la conciencia aislada".
Además, continúa adelante con sus medidas puntuales contra la
mundanidad y los privilegios.
Los títulos de "monseñor" han sido limitados y se ha adoptado
una tabla tarifaria para evitar que las beatificaciones cuesten
demasiado, con el objetivo de favorecer las causas de candidatos
pobres para su posible santificación.
Francisco ha llamado también al clero a no mostrarse
"legalista". Pasando de la palabra a los actos, bautizó en la
Capilla Sixtina al hijo de una pareja no casada religiosamente y a
otro cuya madre, quien le había pedido su consejo por carta,
pensaba abortar.
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