Por Antonio Fassi
¿Alguien tiene idea, en el momento en que el espermatozoide fecunda el óvulo en forma natural, por supuesto), cuál va a ser el ser que, (nueve meses después), despertará al mundo físico.
Ese tierno, delicado y desamparado cuerpecito totalmente indefenso, necesita indefectiblemente cuidados extremos a fin de sobrevivir, subsistir y perdurar, dado que por si mismo muy pronto sucumbiría.
De allí en más, el tiempo, el transcurso de los distintos ciclos, fases y etapas de la vida irán marcando su existencia perceptible, su imagen, su conducta a través de actos, resoluciones y hechos concretos que definirán su trayectoria.
Hasta aquí especificamos muy someramente la parte exterior del humano mortal. Pero , ¿y la interna?
Si dura es la subsistencia y perdurabilidad que ronda la existencia de una biografía exterior, ¡cuánto más complicado es el manejo invisible del pensamiento!. Según Estanislao Barchdach, biólogo argentino cuyos estudios en las Universidades de Montpellier y Harvard avalan sus opiniones), unas 65.000 ideas diarias cruzan por el cerebro humano cada 24 horas, muchas de las cuales se repiten.
Ese enorme cúmulo de pensamientos llega y se va. Y nosotros a través del sentimiento que no es otra cosa que volver a traer, repensar y echar raíces a una idea, que luego muy probable la transformemos en un manifiesto físico -y eso somos nosotros- pero tamaño designio del cerebro que debe elegir entre ese mar de pensamientos que cruzan velozmente por la mente.
¡Qué cuidadosa debe ser la elección pues si elegimos mal y luego obramos desatinadamente, recibiremos golpes y no caricias, pues la tierra es redonda y lo que sale por el frente, a la vuelta nos golpea por la nuca. ¡Y eso duele mucho!, Y nosotros mismos seremos responsables, pues ningún pensamiento puede ocupar nuestro cerebro sin nuestros consentimiento.
Entonces, ¿a usted le parece fácil tarea una vida en la Tierra? Tal vez si, tal vez no.
De todos modos, lo dejamos expuesto al veloz y personal pensamiento del lector, que al fin y al cabo es el mentor de su masa encefálica.
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