Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Sociales Lunes 21 de Mayo de 2018

“El Arrastre” transformó la noche del sábado

Leer mas ...

Teresita Tosco

Por Teresita Tosco

La música estaba en el aire convocando a la reunión. Parecía como si los versos del vals “Luna de arrabal” de Sanders y Cadícamo empujaban a cumplir con el envite “Muchachos, vamos que la luna quiere oír, la serenata pintoresca de arrabal…” Y allá fuimos, y colmamos un salón especialmente preparado para la ocasión. Amplio pero no tanto, íntimo, con un total despliegue de asientos para los veteranos, y los más jóvenes en el suelo. Ubicado en la calle Necochea al 494 de nuestra ciudad, La Obra abre sus puertas a las expresiones artísticas de los que se atreven a poner el corazón, el talento, el trabajo a consideración del público. Otro lugar de mi Rafaela que nos da a quienes estamos involucrados en alguna línea artística la oportunidad de manifestarnos y nos tienta a jugarnos enteros. Sonia Wilson está al frente de un equipo de chicas que se ocuparon amorosamente de la entrada, las luces y el sonido, todo cumplido sin protocolo, como entre amigos mientras esperábamos el comienzo de la función. Y entonces, empezaron a aparecer ellos, todos jóvenes, invadiendo con vigorosa lozanía el escenario al ras del suelo, cargando cada uno su instrumento y riéndose entre ellos. Las chicas primero Mariana Mascardi, Emirena Auyéros, Rosario Previotto los violines, más un varón Mateo Actis. Betina Scalenghe el cello. Después el primer violín Jonatán Santillán, con los bandoneonistas Emanuel Onisimchuk, Germán Domenichini, Rodrigo Quirós y Andrés Villarreal, guitarra de Oscar Castellano, piano Guillermo Scalenghe y finalmente el director Marcelo Actis contrabajo. De repente el silencio, el un dos tres murmurado apenas y a ritmo y encendieron la magia. Arrancaron con tangos de Piazzolla y siguieron después con Pugliese, Bardi, Troilo, Gardel, Julián Plaza, y… además, uno de Mingo Scalenghe. Cuando lo mencionaron, un silencio fugaz, apenas un suspiro pareció alentarnos a pensar que el gran maestro y pianista rafaelino estaba allí con nosotros y la magia se agrandó. Los cantores, ella y él Macarena Vera y Leandro Gaido le pusieron con pasión la poesía necesaria. Aplausos y pedidos de más tangos, y el final. El sábado ya era domingo, y no había sido un sábado más.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso