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Región Martes 22 de Noviembre de 2022

Ruralidad: esa realidad desconocida

La vocación y la convicción de los docentes y quienes los secundan hace posible que se eduque lejos de la urbanidad pero muy cerca de valores que se elevan ante cada jornada u obstáculo. Cómo es vivir, aprender, comer y dormir en la escuela.

ARCHIVO ESCUELA N° 6276
ARCHIVO ESCUELA N° 6276
ARCHIVO ESCUELA N° 6276 Crédito: PLENARIO: La comunidad educativa de la Escuela N° 6276 nos recibe. Foto 1 de 3
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ARCHIVO ESCUELA N° 6276 Crédito: TESTIMONIO: El bicicletero de la Escuela N° 6276 no sabe de modelos exclusivos. Foto 2 de 3
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ARCHIVO ESCUELA N° 6276 Crédito: PLENARIO: La comunidad educativa de la Escuela N° 6276 nos recibe. Foto 3 de 3
REDACCION

Por REDACCION

(Segunda nota)

Por Raúl Vigini
Edgardo Peretti

San Martín, siempre

La Escuela de Jornada Completa N° 6276 de Aguará, población del departamento San Cristóbal distante a unos doscientos kilómetros del norte de Rafaela, se llama “General Don José de San Martín”.
Nunca tan apropiada la nominación para representar el esfuerzo que significa ser parte de esta realidad. La directora Adriana Alaniz nos recibe con su plantel a la sombra de grandes pinos y con toda la vitalidad que la mañana aporta a la vocación.
Ese alimento básico de la docencia nos lleva a conocer las instalaciones de un lugar donde se educan desde los más pequeñines hasta los adultos. Desde la cocina llega el murmullo propio del sitial; sí, también hay un alimento diario para el cuerpo.
Nos juntamos con todo el grupo en el comedor donde conocemos sus actividades, sus trabajos y sus proyectos. Están los más avanzados de la primaria, los secundarios y los adultos.
Nos cuentan sus propuestas y las formas en que las llevan a cabo. Se advierte la pasión de los maestros detrás de todo esto; pura esencia normalista: controlar el orden, promover la participación, ayudar, dejar huella.
Al igual que en todos los sitios que visitamos -y visitaremos- advertimos que aparece una línea en el tema comunicacional como camino. También hay lectura y utilización adecuada de la tecnología. Quizás parezca un poco difícil de comprender esto de poner énfasis en algo que es complejo dado el escenario y las herramientas disponibles, pero así se presenta.
Sin embargo, un rápido análisis nos ubica en un plano de lógica: estamos lejos, pero no incomunicados. Es bueno seguir este hilo porque cimenta lo que se hace.
En algún momento, y por razones de práctica pedagógica (digamos) separamos con Raúl a los primarios de los secundarios. El ambiente se nutre de nuevas variantes; también son chicos, también son adolescentes.
La experiencia que vivimos se acrecienta a cada instante durante las pocas horas que pasamos allí. Estar en una clase es como habitar un oasis de presente con visión de futuro. No importará que algunos maestros deban viajar todos los días en remis desde San Cristóbal o que la lluvia y la tierra del camino se conviertan en lodazal ante cada notoria gota. Hay Patria. Hay alumnos y hay maestros. Hay vida.
Nos quedamos en el final con la mejor y más conmocionante imagen que nos dejan décadas de periodismo y docencia. En el espacio donde se estacionan las bicicletas (sin candado, obvio) algún gurrumín (SIC) hizo valer su presencia y dejó la suya, chiquita, con rueditas adicionales, bien estacionada en la punta.
No hemos encontrado aún palabras para sintetizar un pensamiento ante esto. (Pero nos trajimos la foto).

Dormir, educar, comer y soñar

La estancia “El Lucero” está un largo trecho hacia el norte. Al lado del casco aparece la Escuela de Jornada Completa con Albergue N° 952 “Domingo F. Sarmiento”.
Para llegar hemos atravesados kilómetros interminables y mareas doradas de trigo. No hay nada que no sea amarillo en miles de hectáreas; impresiona el entorno. Cualquier otra consideración sobre el tema irá otro día.
Lilian Mercado es la directora de este espacio que cuenta con medio centenar de alumnos de todas las edades que viven allí durante la semana, en el marco de instalaciones modernas en construcción y vivencias.
Los chicos nos reciben a pleno con un escenario que nos da la bienvenida y con los brazos y el corazón abierto. En la primera charla exhiben ejemplares de “El Lucerito informa”, una publicación que redactan e imprimen y que refleja el quehacer del lugar.
Los más chicos nos cuentan sus experiencias durante un viaje a Santa Fe y Paraná. Con los más grandes estaremos luego, hablando de música y arte. Recorremos el lugar. Todo limpio, ordenado, impecable. No es una puesta en escena. Almorzamos con ellos. Lo más grandes ayudan a los pequeños, todos se atienden entre ellos y al final un grupo se hace cargo de la limpieza del comedor.
Ni una queja, ni un murmullo. Es su aporte. Señores padres, tomen nota.
Después del mediodía hay otras actividades para todos. También tienen un museo con piezas de la colonización que dejó la huella de los fortines y hasta de ciencias naturales.
Advertirá el lector que hemos sido concisos en hechos porque enunciarlos en su totalidad nos llevaría, inexorablemente, a una siempre malvada omisión. Hermosa experiencia nuestra en medio de esta ruralidad que nos regaló su magia.
(Nuestro agradecimiento a Daniel Tosone y Jorge Manera por su hospitalidad y guía).











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