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Policiales Lunes 12 de Diciembre de 2022

Violencia de género: el 40% no denuncia por miedo a no poder mantener a sus hijos

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REDACCION

Por REDACCION

El 80% de las mujeres sufrió violencia física, sexual, psicológica o económica. Pero vivirla no es lo mismo que verla. Para muchas mujeres si su marido le dice que ella no puede salir con sus amigas porque son una mala influencia, que su plata no vale nada y que mejor que no vaya a trabajar, o que si no está nunca disponible en la cama él va tener que ir a buscar afuera lo que no encuentra en su casa, para muchas de ellas no es machismo, es normal.
El 36% no reconoce haber vivido violencia por su condición de género. No se sale de un túnel si la luz está apagada y no se busca la salida. Por eso, de no verla a no pedir ayuda hay un paso. El 25% de las víctimas de violencia habló con alguien de su entorno (amigas, familiares, compañeras), personal de salud o de instituciones. Y apenas el 11% pidió directamente ayuda a su mamá, su hermana, su psicóloga, su médica o la maestra de sus hijos e hijas.

SOLO 1 DE CADA 10
Solo 1 de cada 10 mujeres que son violadas, violentadas o maltratadas se anima a pedir que la ayuden a irse de su casa, a que se vaya el violento o a terminar con la relación o ver la forma de cortar con la dependencia emocional y económica con su pareja. La relación entre víctimas y denuncias es ínfima: el 5% de las víctimas de violencia inició una denuncia contra el agresor ante la policía, la justicia o autoridades locales.
Hay un enorme problema con la enorme cantidad de mujeres que sufren violencia y la enorme cantidad de mujeres que no lo reconoce, no lo cuenta, no pide ayuda y no denuncia. Pero, lo peor, es que las pocas que denuncian no se encuentran con las puertas abiertas sino con obstáculos, barreras y otras formas de maltrato. Entre las que se animan a señalar al agresor un tercio considera que su situación no recibió el trato adecuado.
Hay muchas mujeres que ni siquiera saben que lo que les pasa no está bien. Están en su casa y, aunque sean maltratadas, no ven en el espejo señales de alarma. Otras las ven pero no saben como abrir la puerta ni llamar por teléfono para pedir auxilio. Son menos las que salen y en la calle piden ayuda o van decididas a denunciar para irse a otro lado o volver a su casa pero sin el peligro del maltrato.
El problema es que ya no se trata de generar conciencia sobre la violencia machista o alentar a la denuncia, sino que cuando, por campañas públicas, marchas, educación sexual, una sociedad comprometida, la Ley Micaela, la aplicación de la incorporación de la violencia de género en el Programa Médico Obligatorio (PMO) la mujer abre los ojos en la ruta se puede encontrar con tantos obstáculos para denunciar que puede volver al lugar del peligro sin animarse a dejarlo asentado en un acta policial o en una declaración judicial o sintiéndose desprotegida o maltratada por haber denunciado.

"RUTA CRÍTICA"
Esa secuencia se conoce como "ruta crítica". ¿Por qué? Porque no es un camino fácil en el que no solo hay baches, también se cobran peajes (demasiado caros), faltan puestos de auxilios (demasiado pobres) y puede resultar en un viaje de ida, con amenazas y persecuciones.
“La ruta crítica son todas aquellas decisiones que toma una mujer que está atravesando una situación de violencia de género para salir. Decimos ruta crítica porque en ese proceso de pedir ayuda, de salir, que no siempre es rápido, que en general es complejo, que involucra muchos actores, con quiebres de comunicación entre un actor y otro muchas veces no saben para donde seguir, a quién acudir”, explica Ana Inés Alvarez, Directora Ejecutiva de Fundación Avon, a cargo de la encuesta regional entre 2.000 mujeres en América Latina, con datos sobre Argentina, Colombia y México, y con 24 entrevistas en profundidad.
Entre las barreras para pedir ayuda 7 de cada 10 consideran que tener personas a cargo las frena. Si tienen que mantener a sus hijos y no tienen el dinero suficiente (en un país donde separarse es sinónimo de padres que en un 70% de los casos incumplen con la responsabilidad legal de sostener a sus hijos e hijas) para pagarles la comida (en un país que nunca se sabe cuánto dinero es suficiente ni cuánto va a valer la comida) y, mucho más difícil, la cuota de la escuela, de fútbol o de danza, la inseguridad financiera es un gas paralizante a la hora de pensar un cambio de vida que pueda generar mayor zozobra económica. Cuatro de cada diez mujeres tienen miedo de no poder subsistir económicamente. (Fuente: Luciana Peker / Infobae).

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