Dejaron pasar dos años y medio con un gradualismo que no fue chicha ni limonada. Todo lo que ahora se muestra del desastre en que recibieron el país, debió hacerse en un primer momento, desde el primer minuto de asumir Macri la presidencia. Se prometió en cambio que en un semestre se solucionaba casi todo. El presidente lo dijo, pero ¿a quién se le habrá ocurrido tamaña barbaridad? Pero bueno, esa es otra historia, corresponde al pasado, aun cuando tenga tanta vigencia sobre el presente, cuando la desconfianza echó raíces, bien afianzadas tanto por los desaciertos del gobierno como por el insistente repiquetear de buena parte de una oposición asida al eslogan "cuando peor, mejor".
A este escenario calificarlo de complicado es de una suavidad exagerada. Al margen de la calificación de país emergente que ya hemos visto que no sirve de nada pues todos los indicadores económicos siguieron desbarrancando, lo que deberá ser cuidado como el aire que respiramos son los dólares del FMI, mejor dicho, destinarlos para el exclusivo destino de poner el necesario orden en el equilibrio de las finanzas, objetivo fijado para 2020. Mientras sigamos recaudando 10 y gastando 20 es imposible aspirar a un futuro mejor. Es verdad que los países no quiebran, pero veamos a Venezuela y ahí tendremos el mejor espejo del destino de una nación sometida y degradada por el populismo, y además, con un presidente como Maduro que recibía consejos de un pajarito. En lugar de un psiquiátrico, sigue ocupando la presidencia tras las simuladas elecciones.
Pero bueno, ante tanto problema propio no es para estar hurgando en los ajenos, aunque de vez en cuando no está demás recordar hacia donde iba la Argentina, en manos de quienes ahora ofrecen soluciones para problemas que ellos mismos generaron.
Al comienzo deslizamos algo sobre el dinero de argentinos que migra al exterior. Cada vez es mayor el volumen, sólo en enero, febrero y marzo 9.600 millones de dólares, 33.000 en los últimos 12 meses y una acumulación total de 276 mil millones más a la distancia. Es cierto que buena parte es probable sean capitales golondrinas que vienen para la especulación, pero también hay de argentinos que se sienten seguros con sus ahorros e inversiones en el exterior. ¿Cómo se llama esto? Desconfianza. Como no tenerla si el mismo Dujovne, responsable de la economía, tenía o tiene su plata en el extranjero. O Aranguren, otro que fue ministro hasta ayer nomás, no sólo tenía su fortuna afuera sino que no tuvo empacho en decir que era porque no confiaba en el país. Macri debió entonces sacarlo de una oreja, pero cayó después como chivo expiatorio por las tarifas. Otro tanto con el ministro Triaca, nada menos que el del área laboral que tenía una empleada en negro. Sin embargo sigue firme su sillón, siendo al fin de cuentas los ejemplos que faltan y cuyo costo, un poco más temprano un poco más tarde, se terminan pagando. ¿Cómo? con la incredulidad de la gente, que opta por el dólar.
Y para colmo, perdió la selección, que aunque a los tumbos venía dando algunas esperanzas. Pero la realidad es mucho más cruda y contundente. Como la del país.
