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Notas de Opinión Domingo 1 de Octubre de 2023

El cinismo detrás de las muchas coincidencias...

...entre Cristina Kirchner, Sergio Massa y Javier Milei. El sector K del oficialismo busca dividir el voto opositor para que el gobernador bonaerense sea reelecto aunque eso signifique un triunfo libertario en primera vuelta de las presidenciales.

REDACCION

Por REDACCION

Por Marcos Novaro

Cristina Kirchner y Sergio Massa miran con buenos ojos la figura de Javier Milei porque además de usarlo para frustrar el deseo de cambio en la sociedad, lo necesitan para algo más inmediato: dividir el voto opositor en provincia de Buenos Aires, y que Kicillof reelija. El libertario se deja mimar, porque así debilita a JxC y al centro político, y hace su juego a favor de una hiperinflación.
Mientras meses atrás Mauricio Macri soñaba con poder usar a Javier Milei a su favor, para “nutrir la fuerza del cambio con sangre e ideas nuevas”, Sergio Massa fue trabajando mucho más cuidadosa y esmeradamente para que el libertario sirviera a sus planes: dividir a la oposición y debilitar su expresión más desafiante. Por eso lo nutrió de candidatos y recursos, le dio aire de mil maneras. Y hay que decir que en ese duelo, al menos hasta aquí, el tigrense sacó amplia ventaja.
Ese juego del oficialismo quedó del todo a la luz, en verdad, apenas concluido el escrutinio de las PASO: hacer a un costado a JxC y polarizar con Milei fue la instrucción que bajaron entonces Massa a nivel nacional y Kicillof en la provincia, y se han mantenido fieles a ella. Aunque eso pudiera ayudar al libertario a crecer y eventualmente ganar en primera vuelta, o en un balotaje en que el candidato oficialista no tendrá ninguna chance (como bien él y todos los demás lo saben).
Pero desde que optaron en UxP por romper el chanchito y empezar a gastar hasta lo que no tienen con tal de sostener esa candidatura y la ilusión de que “lo peor de la crisis ya pasó”, la estrategia entró en una fase aún más destructiva y alevosa. Ya no le importa en lo más mínimo al oficialismo que la crisis se acelere, porque su expectativa es que también así estarán ayudando al hombre de la motosierra, al polarizar del todo la escena entre quienes piden más gasto público y subsidios, quienes quieren serrucharlos como sea.
Hay un cálculo nacional, pero sobre todo uno bonaerense detrás de esta apuesta. Como se sabe, al kirchnerismo lo único que realmente le importa en estas elecciones es retener la provincia de Buenos Aires y el mayor número posible de sus municipios. Y tienen chances de lograrlo, pero también un techo difícil, muy difícil de perforar: con toda la plata que transfieren a Kicillof y sus intendentes, no logran más que 36-8% de los votos, en ningún escenario. Así que sus posibilidades dependen de que el voto opositor se divida en partes lo más parejas posible, para lo cual les hace falta que Milei crezca y arrastre hacia arriba a su candidata a gobernadora, Carolina Píparo, entre 6 y 8 puntos respecto a lo que obtuvo el 13 de agosto. Si sucediera lo inverso, y los electores bonaerenses opositores, que son la gran mayoría, hicieran un uso estratégico de su voto, Grindetti podría triunfar y evitar la reelección de Kicillof. Y de su mano, lo mismo podría suceder con muchos candidatos a intendentes de JxC en la provincia, y con Bullrich, que tendría más chances de entrar al balotaje.
Así que ahí va orientado mucho del esfuerzo oficial de estas semanas: levantarlo a Milei como sea, sobre todo en la estima de los bonaerenses.
Uno podría decir: es simple matemática, y en todo caso es habitual que en política el enemigo de mi enemigo se vuelva mi amigo. Es cierto; pero en este caso no se trata solo de cálculos electorales. Hay también detrás una apuesta por “cuanto peor mejor”, porque finalmente de lo que se trata en la estrategia oficialista es de dejar al país sin gobierno, lo más débil que les sea posible, para que si con ellos nos fue muy mal, con los que vengan después nos vaya aún peor. Siguiendo el famoso apotegma de Perón, “no es que nosotros seamos tan buenos, es que los demás son peores”.
¿Está haciendo lo necesario la campaña de JxC para combatir esa polarización? Repetir que son los únicos que pueden terminar con el kirchnerismo “para siempre” no parece ser suficiente. Todavía siguen cuidándose de criticar abiertamente a Milei y su complicidad, sea tácita o más explícita, con el oficialismo. Ni siquiera lo hicieron cuando el candidato libertario se negó a objetar, esta semana en el Congreso, la baja del impuesto a las Ganancias, y terminó apoyándola, pese a lo planteado por los economistas que lo rodean y que alguna dosis de sentido común pusieron en juzgar la iniciativa oficial.
Diana Mondino entre ellos: para la aspirante a la Cancillería, igual que para los diputados de JxC, el proyecto oficial es un acto de total irresponsabilidad. Pero su jefe político prefirió ignorarla, y sostuvo que va “en la dirección correcta, a favor de la gente”.
Y no fue eso todo lo que dijo. Al momento de justificar su voto afirmativo, el cinismo con que acompaña al cinismo oficialista quedó bien a la luz. Por un lado, el libertario criticó a JxC, no al Gobierno, porque supuestamente se opone a cualquier cosa que este proponga, por el simple hábito de poner palos en la rueda. Hasta ahí, parecía querer transmitir que él está de acuerdo con la baja de Ganancias, que la considera conveniente y oportuna. A continuación, y sin mediar más palabras, pronosticó que al agravar el agujero fiscal el gobierno va camino a “hundirse del todo”, y eso también sería de festejar, porque así “se van antes” y él gana cómodo.
De lo que puede inferirse, está previendo una catástrofe de proporciones en la economía para los próximos meses, al estilo de la que administró Menem en 1989. Tal vez le dé también mejores oportunidades a él, como a Menem, para ir en busca de apoyos entre los legisladores, gobernadores e intendentes de las otras fuerzas. Principalmente de JxC, que necesita que se descomponga para poder hacerse de una base propia. “Cuanto peor mejor”, desde su perspectiva, opera con una lógica aún más imbatible que para los kirchneristas.
Al cinismo de Massa augurando subas de los ingresos para todo el mundo como si la inflación no fuera a comerse todo lo que él reparte, y mucho más, se suma así el cinismo desatado del por ahora principal candidato a heredar a los K, que abiertamente proclama que se pone, al mismo tiempo, “del lado de la gente” y de la catástrofe que la va a hundir más de lo que está, estimando que si esta efectivamente se produce, será su principal, o puede que único, beneficiario.
Como frutilla de este tóxico postre, reapareció Cristina Kirchner, para hacer su propio show de cinismo. Tengamos en cuenta un detalle: la señora no sólo sigue siendo vicepresidente, se ha desempeñado todos estos últimos días como presidente en ejercicio, porque Alberto se dedica a aprovechar sus últimas millas a costa del erario público, a ver si se reconvierte en un líder global, ya que acá nadie lo quiere ni ver (los primeros que lo quieren lejos son, justamente, la vice y todos sus compañeros de partido).
Pero Cristina tampoco se ocupa de ninguno de los muchos asuntos de gobierno que reclaman su atención, sigue simulando, como todos estos años, que con ellos no tiene nada que ver. De lo único que se ocupa es de los juicios en su contra, y del legado, de mantener viva la llama del recuerdo de Néstor y de ella misma en el corazón de sus fieles.
Así que mientras el país se hunde en la recesión y la alta inflación, la pobreza bate récords y las perspectivas de que lo peor está al caer van creciendo, más y más hace Cristina por simular demencia, sonreír cínicamente con sus chanzas de siempre sobre el FMI, Macri, el neoliberalismo y los supuestos logros pasados y los tiempos de gloria de su movimiento.
¿Hace falta algo más para pintar el cuadro de locura en que se ha convertido la política argentina? ¿Hará alguna mella esta sumatoria de irresponsabilidades y salvajadas en los electores? ¿O es que ellos están tan agobiados por la crisis, y tan desesperados por dejarla atrás, que también participan de la locura que los rodea, y más lo hacen cuanto más creen estar haciendo para escapar de ella?
Las encuestas por ahora no permiten ser muy optimistas que digamos. (Fuente TN.com)


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