Por REDACCION
BUENOS AIRES, 5 (NA). - Mientras el país atraviesa la segunda ola de la pandemia por coronavirus y en medio de las restricciones que aún siguen vigentes, ayer la cifra de víctimas fatales se elevó a 80.411, quince mil más que un mes atrás. Consultado por NA, Arnaldo Dubin, el intensivista e investigador de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata, mencionó un dato alarmante: dos de cada tres personas que ingresan a la terapia intensiva no salen con vida.
El promedio diario de fallecimientos a causa del virus no parece descender a pesar de las medidas de restricción y el confinamiento dictados por el Gobierno nacional y el porcentaje de ocupación total de camas en las unidades de terapia intensiva es de 78,2% en la nación y de 75,7% en el AMBA. Los pacientes que permanecen internados en las distintas UTI del país son al momento 7.668.
"El sistema sanitario está colapsado por insuficiencia de recursos físicos, tecnológicos, humanos de insumos y de medicamentos. Las terapias intensivas están desbordadas, no sólo por la cantidad de camas ocupadas sino también por la fatiga terminal de enfermeros, kinesiólogos y médicos que afecta directamente la atención de los pacientes", explicó Dubin.
El médico que trabaja hace más de 40 años en el área de terapia intensiva, comentó un estudio realizado en nuestro país y que se publicará en Lancet Respiratory Medicine, en el que se analizaron las causas de la mortalidad en pacientes críticos ventilados mecánicamente durante la primera ola de la pandemia. ".
"Predeciblemente, la muerte correlacionó con la gravedad de la enfermedad, las características del paciente como edad y comorbilidades, y las modalidades del tratamiento. Sin embargo, hubo otros dos determinantes independientes de la mortalidad. Uno fue la intubación fuera de la terapia intensiva, lo que ahora es una práctica común. El otro fue el mes de ingreso", según explicó Dubin.
Y agregó: "Los pacientes que ingresaron a terapia en octubre del año pasado no fueron atendidos como los que entraron en abril, a pesar que en octubre había más conocimiento de cómo tratar la enfermedad. Contrariamente a lo que habitualmente sucede en una enfermedad nueva, la mortalidad fue aumentando como consecuencia de la creciente tensión que tuvo el sistema sanitario. En estos momentos, la tensión ha llegado a su máximo punto. Estos resultados permiten entender porque el colapso sanitario se expresa como un abrupto incremento en la mortalidad".
Para el intensivista, si bien la segunda ola se transita en Argentina como en otros países del mundo, y a pesar de las restricciones, "sigue siendo alto el número de contagios diarios".
"Sigo viendo como se opone resistencia desde muchos sectores que no cumplen con las restricciones y no hablo sólo de la presencialidad en la escuela. No hay dudas de que la escuela es un foco de contagio, pero no el único. El lunes cuando se levantaron las restricciones, el interior de los bares estaban llenos y eso estaba prohibido. Claramente no hay controles y hay una decisión política de no controlar", expresó. En el mismo sentido, concluyó: "No dejo de sorprenderme todos los días cuando llego al hospital por la cantidad de pacientes, la gravedad de los casos y el trabajo descomunal que se está haciendo".
El promedio diario de muertes en el país, en el que ya van 13 meses de pandemia, superan las 500. Consultados por NA, varios voceros hospitalarios, indicaron que "la letalidad del virus es similar a la de otros países" y que "las variantes nuevas del virus tienen mucho que ver en la mortalidad".
Además, insistieron con que la ocupación de las terapias intensivas, y manifestaron que también las guardias "están colapsadas", que "las camas que se liberan son por fallecimiento", y que "el personal humano es escaso".
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