¿Qué percepciones tiene la comunidad universitaria estudiantil sobre el riesgo de consumir sustancias adictivas? ¿Cómo viven y a quién recurren a la hora de pedir ayuda? Estas fueron algunas cuestiones abordadas por un equipo interdisciplinario de la Universidad Nacional de Córdoba.
La encuesta “Percepciones, riesgo y consumo de sustancias psicoactivas en estudiantes universitarios” reveló que el alcohol, la marihuana y el cigarrillo son las sustancias predilectas entre estudiantes que consumen. Además, la noción de riesgo entre una y otra es muy diferente.
El cuestionario también abordó temas más amplios, como hábitos de sueño, nivel de satisfacción con la carrera y cómo destinan el tiempo libre. Se analizaron las respuestas de más de cinco mil estudiantes de las 15 facultades, en una muestra representativa que abarcó el 3% de esa población.
“Este análisis incluyó un formato innovador y una mirada extensionista en cuanto al rol de estudiantes hacia afuera y una mirada anclada en la realidad de jóvenes que transitan todos los días por la universidad. No vemos potenciales consumidores sino personas, con hábitos y características particulares”, explicó Gabriela Richard, directora de la Fundación para la Promoción de la Salud Humana (ProSalud), quien además es una de las autoras del estudio.
Al proyecto se sumaron Sonia Uema –directora del Centro de Información de Medicamentos (CIME), de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC– y María José Rueda, jefa del Área de Prevención e Inmunización del Hospital Nacional de Clínicas. Participó además el Área de Estadística e Indicadores Institucionales de la Secretaría General de la UNC, con el apoyo de la Secretaría de Extensión Universitaria.
Principales resultados
Los resultados fueron presentados el 26 de diciembre de 2023, “como parte de un análisis preliminar destinado a mostrar la complejidad del fenómeno en estudio y la diversidad de respuestas posibles en la comunidad universitaria”.
Este estudio por encuesta, de tipo transversal, fue realizado entre diciembre de 2022 y marzo de 2023. Abarcó una muestra representativa de 5.150 casos.
El análisis demostró que el alcohol, el tabaco y la marihuana son las sustancias adictivas que más prevalecen entre estudiantes que consumen. La edad de inicio se ubicó en un promedio de 19 años.
Otro dato significativo fue que el 49% del total probó alguna vez marihuana. De esas personas, 39% ingirió cannabis en formatos comestibles (tortas, brownies). El estudio descubrió que la mayoría experimentó risa sin motivo, cambios en el estado de ánimo y dificultades de coordinación motriz.
Respecto al resto de las sustancias de abuso, 13% refirió haber ingerido al menos una vez ansiolíticos. La lista siguió de esta manera: cocaína (6%), alucinógenos (9%), solventes (2%) y crack (0,4%).
Un 32% refirió haber tenido relaciones sexuales bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva y 8% tuvo alguna vez una infección de transmisión sexual como resultado de relaciones sexuales sin protección, estando bajo los efectos del alcohol u otras drogas.
Richard indicó que el objetivo de la encuesta fue analizar “cómo viven y qué sienten las y los jóvenes”, en relación a sus hábitos de consumo. Se partió de la base de un cuestionario elaborado por la Universidad Veracruzana de México, adaptada para el estudio cordobés.
Dificultad para conciliar el sueño
El cuestionario reveló importantes datos sobre la vida cotidiana de este segmento de la comunidad universitaria.
Por caso, el 52% manifestó problemas a la hora de conciliar el sueño y 41% dijo que había perdido la confianza en sí mismo.
En general, los niveles de satisfacción con la carrera y las actividades destinadas durante el tiempo libre no demostraron algún indicio de vulnerabilidad “ni de situaciones que estén reflejando un cuadro con cierto nivel de deterioro o disfuncionalidad”, agregó la especialista.
Las y los estudiantes mostraron, en general, un nivel satisfactorio medio. “Eso rompe el paradigma de que las personas que consumen tienen varios déficits y que, a causa de ellos, se encaminan hacia ese tipo de decisiones”.
Las autoras señalan que esta encuesta abre interrogantes.
“Si tenemos personas que lograron acceder a estudios universitarios, con una capacidad de afrontar problemas, entonces hay que preguntarse a qué se debe que se involucren a prácticas de consumo que no son las más adecuadas para alumnos universitarios, desde la perspectiva de la salud pública”, agregó.
Según la encuesta, 34% de estudiantes que consumen sustancias adictivas piensa en abandonarlas. Esto abre un nuevo capítulo que tiene que ver con la percepción de riesgo.
¿Es el cigarrillo más dañino que la marihuana?
Los resultados revelaron que la intención de abandonar el hábito es mayor en fumadores de tabaco, en relación con consumidores de marihuana. En el primer caso, 88% pensó en dejar de fumar y 77% lo intentó. En el caso del cannabis, 51% pensó en abandonarla y 38% lo intentó.
Para Richard, este es un indicador de la diferencia en la percepción de riesgo entre el tabaco y la marihuana. Por un lado, lo atribuye a las efectivas medidas de prevención de daños provocados por el cigarrillo. Por otro, en una industria cada vez más fuerte de cannabis que se despliega en distintos formatos: narguile, tortas, gotas, frascos, pipas.
“El mercado del tabaco juega con el cigarrillo tradicional. En cambio, la industria de la marihuana funciona con una oferta diferenciada de vías de consumo. Hay distintas situaciones en la vida estudiantil, como puede ser probar una torta con cannabis, que se van entrelazando. Eso hace más difícil identificar el riesgo”.
Por su parte, Sonia Uema, directora del Centro de Información de Medicamentos (CIME) de la Facultad de Ciencias Químicas, agregó que hay mucha confusión en torno al cannabis medicinal. “A río revuelto, ganancia de pescadores”, graficó.
La especialista agregó que los frascos artesanales siguen formando parte de un área gris: “Entran en una nebulosa que no suele ser legal, salvo los medicamentos autorizados que se compran en farmacias o cuando se piden importaciones de productos que no se elaboran en el país y que requieren un trámite formal”.
Para despejar dudas sobre qué sustancia es más peligrosa que la otra, el estudio parte de un enfoque salubrista. “No sólo reforzamos que todas las drogas son dañinas. También enfatizamos que el universo está mejor cuando está poblado por hábitos y prácticas saludables”, refirió Richard.
Más espacios donde hablar
La encuesta reveló que gran parte de estudiantes inician el consumo en la escuela secundaria. Las investigadoras lo consideran un desafío para el nivel medio: hay que hablar más e informar mejor.
También supone una oportunidad para las instituciones universitarias, de generar espacios de contención, información y prevención, como el conversatorio para ingresantes que realizó la Facultad de Ciencias Médicas.
Otro de los datos significativos es que las y los estudiantes reciben información principalmente de Internet. En segundo lugar, de medios televisivos. “Esto genera un gran signo de interrogación en cuanto a quién y qué se informa en redes sociales. Hay que pensar cómo la universidad puede colaborar con mensajes preventivos”, sostuvieron las autoras de la encuesta.
Finalmente, en las preguntas abiertas, en algunos casos consignaron haber consumido hongos alucinógenos. Para las especialistas, esta es una llamada de alerta.
“La discusión que se generó en torno al tabaco fue efectiva. Promovió leyes que restringieron su uso y la gente logró problematizar ese consumo. Pero como las estrategias de salud pública son tan fragmentarias, se ha logrado demonizar el tabaco. Se ha extremado esa visión negativa, en desmedro de otras”, señaló Richard.
El principal error en una estrategia preventiva es comparar qué sustancia es peor que la otra. En su lugar, las especialistas recomiendan reforzar las conductas saludables que sí son universales y funcionan de igual manera para toda la comunidad. UNCiencia.