Por REDACCION
Por Rafael Barreiro
PARTE III
Pensar en chico, o pensar en grande.
Ahora hay elecciones y renovación de autoridades en la entidad de segundo grado que las nuclea, la Federación de Vecinales. Hay varios candidatos en campaña. Todos manifiestan más o menos lo mismo, sin matices : Esta es una actividad hermosa, y si bien no usan el concepto manifiestan en otras palabras altruismo y buena voluntad. Apelan a su experiencia dirigencial en el sector. ¿Cómo se supone que eso sea bueno si los resultados a la luz de las elecciones, como se ha dicho, fueron tan malos en términos de conformidad de la gente?
Hay algo que no cierra, y básicamente es que hay una enorme ingenuidad, en el sentido que hay toda una cultura instalada de que la vecinal anda siempre pidiendo por favor, aceptando y festejando como importantes concesiones lo que muchas veces son dádivas políticas. Nunca tuvieron entidad, prestancia y poder para actuar de igual a igual, estado y vecinos, y es más, entidad en el concepto de vecinos como objetivo prioritario y obligación del estado, no como favorecidos de vez en cuando y cuando el estado dice que puede y quiere concederles una ayuda o una prestación. Debe ser al revés, el estado tiene la obligación permanente e inexcusable de estar disponible para las expresiones de los vecinos, de actuar sin condiciones en beneficio de ellos, y cuando no es posible, explicarlo sin condiciones ni ambages hasta que el vecino así lo acepte. Los funcionarios no son elegidos para detentar el poder discrecionalmente, son elegidos para servir a la ciudadanía y tienen la obligación de dar cuenta de cada uno y de todos sus actos. El patrón entonces, no es Luis ni el que esté de turno, el patrón es el vecino. Y estas convicciones no se observan a la hora de imaginar la acción de la Federación de Vecinales.
Se acerca la fecha indicada para la designación de nuevas autoridades de Federación de Vecinales. A menos de 24 horas de cerrados los comicios del 20 de marzo para elegir autoridades vecinales en los barrios, los primeros escarceos de campaña se instalaron en las redes. Y antes de transcurridos un puñadito de días, se suceden otras candidaturas espontáneas y autoproclamadas. No hay equipos ni tendencias ni agrupaciones conocidas, sólo razones personales y generalidades pour la gallerie: la galería en Francia es el equivalente a nuestra tribuna, nuestro gallinero. Los discursos muchas veces están dirigidos sólo a decir algo políticamente correcto para el grupo de gente que circunstancialmente escucha. Responden a seducir al que escucha, no a expresar una posición ideológica fundamentada de quien habla, para explicar qué piensa o qué quiere. Decir todas cosas buenas e indiscutibles es infalible a la hora de conquistar simpatías en quienes escuchan. Los candidatos son personas totalmente habilitadas para postularse en base a sus antecedentes de participación como dirigentes en el ambiente, y son conocidos y aceptados por sus condiciones humanas y su compromiso con el sector es innegable. Pareciera que entonces es cuestión de ver cuánto prevalecen las simpatías personales o las cercanías en la cotidianeidad de los electores. Y ése es el problema. Porque se discute quién cuando bien podría ser cualquiera de los candidatos, pero no se discute QUÉ.
¿CÓMO PENSAR EN QUIÉN
SINO SE HABLA DE QUÉ?
Dicen, en resumidas cuentas, que ofrecen sus antecedentes de participación, su voluntad de escuchar a todos y de procurar transmitir y gestionar las necesidades de los barrios. Eso está muy bien, pero es un simplismo limitado. Debería haber un plan, un programa, una organización mínima y mejor aún lo más completa que se pueda para poder evaluar las situaciones y necesidades comparativas de los distintos barrios, y poder asignarles un orden de prioridades. No se trata de improvisar al llamado de las vecinales y confeccionar una lista simple de baches, de focos quemados, de calles por pavimentar, de comedores sociales que asistir o de inseguridades que morigerar. Se trata de definir una filosofía, una ideología de análisis, definición de objetivos, de acciones que son la matriz que luego sí, se ocupa también de lo cotidiano. Una postura política ante los interlocutores, que son la gente, de este lado, y el Legislativo y el Ejecutivo Municipales por el otro. Si esto no fuera así, Federación continuará expuesta a ser un partenaire de la foto institucional de cuanta sentada a una mesa de reunión reciba a una visita o trate un asunto en el que se informa que se tratan o analizan cuestiones, pero no se informa de que han sido resueltas y cómo. Qué esperamos y queremos que se haga, no qué se hizo.
Hace también muy pocas horas el Presidente en funciones de la Federación de Entidades Vecinales expresó textualmente al hacer un balance: “Evidentemente la gente notó que tanto las vecinales y la Federación veníamos planteando desde hace mucho, la falta de respuestas y consideración lo que las vecinales decían por parte del Municipio.”
“Hay un enojo de la gente, que es real y cierto. La Municipalidad no da respuestas”. “Notamos la falta de la obra chiquita: el pozo, las ramas a podar, las luces que faltan. Eso es desoído por parte de la Municipalidad. (Javier Grande por FM Galena, 22/3).
La Federación de Vecinales no puede ser el gestor intermediario de “obras chiquitas”, debe ser el actor y gestor de políticas de fondo del sector.
Por lo expuesto, sería útil y necesario un debate amplio en el seno de las Comisiones barriales en funciones y electas, y luego un debate compartido por todos sus representantes en el marco de Federación.
Una vez que esté claro el QUÉ, recién entonces, sólo restaría la confección de una lista única consensuada, sin personalismos con una sólida base programática y totalmente representativa.
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