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Locales Sábado 16 de Septiembre de 2023

Nos quedamos sin huevos para las canastas

El análisis de una serie de datos que literalmente nos quitan el sueño a los médicos en Argentina y que revelan la magnitud de la crisis del sistema de salud.

REDACCION

Por REDACCION

Por Rafael Ortega*

No es ninguna novedad que siempre me gustaron los datos.
Detenerse a observar variables y detectar relaciones entre ellas me parece un sexto sentido, un ejercicio que nos da la posibilidad de entender mejor el mundo en el que vivimos.
Además de poder argumentar con solidez ciertos fenómenos, que si no estarían registrados, bien podrían ser parte de la subjetividad.
En esta ocasión, mostraré el análisis de algunos datos que literalmente nos quitan el sueño a los médicos en Argentina.
Todos los que nacimos en un lugar con inflación sabemos que los ingresos en general se actualizan en un porcentaje menor que los precios, creando menor poder adquisitivo con el paso del tiempo. Esto afecta a toda la sociedad por igual, pero es de suponer que aquellos trabajadores por cuenta propia podrían mantenerse actualizados con mayor facilidad que los asalariados.
En el sector médico no es así, ya que nuestro rol en el sistema, aun siendo autónomos (con los gastos propios de la actividad como impuestos, alquileres, matrículas de colegio, seguro de responsabilidad civil, insumos de trabajo, etc.), nos impide tener opinión sobre nuestros honorarios, definidos unilateralmente por los pagadores (Obras Sociales y Empresas de Medicina Prepaga), que curiosamente, tampoco son los que reciben el servicio médico (que son sus afiliados).
O sea, el que paga no recibe el servicio ni padece la enfermedad, el que recibe el pago es responsable de resolver la enfermedad y además no puede decidir cuánto vale su trabajo, y el que recibe el servicio, que puede no ser óptimo, no paga directamente al proveedor del mismo pero exige como si lo hiciera. ¿Cómo puede salir algo bien de esta ensalada de intereses?
Pasemos directo los datos sin aburrir con mucha teoría.
Por suerte desde hace algunos años están a disposición las liquidaciones de pago en una página web, en formato pdf explícitamente diseñado por gente cuya única motivación es lograr que no se entiendan las tablas que muestran.
También por suerte hay gente que registra y publica la evolución del dólar libre en el país, y el INDEC publica el índice de precios al consumidor, con listados de varios alimentos de la canasta básica.
Las preguntas que me hice, nos las hicimos todos alguna vez: ¿Cuánto cobro si lo paso a dólares? ¿Cuánto me saldría la compra del super si lo paso a dólares? Me parece que mi poder adquisitivo es cada vez menor, ¿será así? ¿Es cierto que los valores se actualizan como anuncia la gremial médica cada dos por tres, y vamos parejos con la inflación?
Entonces, llegó el momento de darle rienda suelta a mis dotes de analista, y me dediqué a recuperar toda esta información de distintas fuentes, con webscrapping de la web de los pagos (con mi usuario y clave, todo legal), OCR de los pdf´s, regex para extraer el texto/valores que me interesan, limpieza de datos con python, creación de una serie temporal y merge de los datasets para poder integrar la info que venía de lugares completamente distintos. Para los tecnólogos que quieran, pueden ver el código en https://github.com/rafaelinopro/El-colapso-de-la-remuneracion-medica-en-Argentina
¿Qué cosas se analizaron? Por un lado, la variable “valor de una cesárea”. No me voy a extender sobre los detalles de esta práctica en nuestro medio, sólo elegí este dato porque es una práctica frecuente y trazadora de la actividad.
Por otro lado, el precio de media docena de huevos. Si, el superalimento. Y el elemento que ponemos en varias canastas para ser pluriempleados y llegar a un ingreso digno (dormir? familia? amigos? ocio? vacaciones? que es eso?).
Entonces, ese sexto sentido que comentaba, nos puede mostrar varias cosas. El derrumbe del valor de la práctica médica y el sostenimiento a valor dólar de los alimentos ponen en evidencia la gravedad del problema.
Cabe mencionar que seleccioné sólo desde el 2018 porque los datos de los pagos están digitalizados y disponibles desde esas fechas. No quisiera tener el gusto de calcular esto mismo empezando por ejemplo en el año 2010. Inflación siempre hubo…  Hay que trabajar 3 veces más para comprar lo mismo.
Como si uno dispusiera de días de 72 hs, y los pacientes se multiplicaran a gusto con solo abrir la puerta del consultorio.
Por último, algunos detalles de la dinámica inflacionaria que son muy importantes y requerirían un análisis más pormenorizado para ver su impacto real. Desde luego que empeoran aún más las cosas.
Típicamente, aunque la actualización de valores sea equitativa a la inflación (cosa que por supuesto no ocurre), los incrementos muy espaciados en el tiempo producen un deterioro acumulativo del ingreso real, por el incremento constante del desfasaje.
Y para ir terminando, le agregamos el retraso en los pagos a la tormenta perfecta. La mayoría de las prepagas paga en tres meses, pero las obras sociales suelen demorar mas (además de tener valores más bajos), llegando a 9 o 12 meses de retraso. Un insulto sería más cortés de su parte.
Comparto, para invitar a reflexionar, un fragmento de la publicación “Remuneraciones profesionales médicas”, publicada en la Revista de la Asociación Médica Argentina, Vol. 122, Número 2 de 2009. A saber:
El mantener una Remuneración Profesional Médicas no adecuada repercute como un gran Riesgo para la Salud Pública de la población, pues lleva irremediablemente a: rotura de la relación médico-paciente; rotura de la relación médico-institución; pauperización de la atención; no tener tiempo para descansar ni para capacitarse; ni dinero para lo mismo; aumento del “error médico”; mayor avance de la medicina defensiva e innecesaria; sensación de estar trabajando en un medio hostil socio-económico-legal-mediático; competencia exagerada; insatisfacción profesional por los sistemas de atención; exigencias de alto rendimiento con falta de recursos; burocratización de los servicios; cediendo a su persistente actitud de concientización prescriptiva, y otros.
Estos hechos influyen sin duda en el comportamiento ético del EdS (Equipo de Salud) dando origen a la “deshumanización del ejercicio de la medicina”. El peligro de las malas remuneraciones son las Salidas Erróneas o desvíos que el EdS puede cometer como respuesta defensiva “de sobrevivencia” equivocada. Entre ellas destacamos el no cumplir convenios, la sobrefacturación, generar sobreprestaciones en contra de la calidad de la atención, ceder ante la persistente concientización prescriptiva, aumentar el número de horas de trabajo en detrimento de su descanso, buscar honorarios fuera del convenio contractual, generar conductas no éticas en su competencia laboral, venta encubierta de productos en convivencia o no con algún eslabón de la cadena industrial (medicamentos, descartables, prótesis, instrumental) y otras.
A absolutamente todos los que pisamos el sistema de salud algún día nos pasó/hicimos/nos hicieron todo esto. Nada es por casualidad.

(*) Médico. Especialista en Ginecología y Obstetricia en Rafaela. 



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