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Locales Viernes 25 de Octubre de 2024

Carta de Colonia Rafaela a Villaggio delle Fontana, Italia

Las palabras en piamontés están escritas tal como las pronunciaban.

Agrandar imagen TRASLADO. El protagonista de este relato rumbo a la tierra que le fuera asignada.
TRASLADO. El protagonista de este relato rumbo a la tierra que le fuera asignada. Crédito: ILUSTRACIÓN DEL AUTOR

Por Orlando Pérez Manassero

 

Colonia Rafaela, 24 de “utóber” de 1890.

“Cara mare, caro pare”. Espero se encuentren bien, así como estoy yo.

En la última carta que les mandé les contaba que había llegado a un pueblo que se llama “Speransa” y a la casa de “Yuanin” Caliatti. Les digo que ya no estoy más allí. Paso a contar. El pasado 20 de “stémber” el “siñur” don “Guglielmo” Lehmann me entregó los papeles de las cuatro “cunsesiones” de veinte cuadras cuadradas que compré en mil doscientos pesos... no se asuste “Mare”, todavía me quedan “sent” pesos en “sacochia”. Después el “siñur” me dijo que para llegar a ellas primero tenía que ir hasta otro pueblo, Pilar lo llamó, al que me llevaría un “almán” de nombre Wessert. Busqué mi “fagót”y después al “almán y, en su “vulanta” de “tré caval”, partimos.

Como tres horas después de andar a los saltos entre montes de “erbulines”, que aquí llaman espinillos, y costear “dui o tré” campos sembrados, llegamos al Pilar. Allí, en la “piazza” me esperaba un tal “Pinót” Donna, mensajero, que dijo tenía orden de llevarme en su “caretún de “doi caval” hasta la Colonia Rafaela. Acomodé mí ya dolorida osamenta entre la carga y las bolsas de “curispundensa” y salimos al desierto siguiendo unas huellas con rumbo oeste. Usted “pare” no se imagina lo que es “custa” tierra; hasta donde da la vista es plana, ni una montaña, ni una loma, solo se ven pastos duros, lagunas y algunos montes de esos espinillos.

De camino nada, solo esas flacas huellas... y de gente menos, ni un “ánima”. “Pinót” me contaba que a veces anda todavía por aquí la indiada “ruband” al colono y gauchos que persigue la “pulissia” y pasan pidiendo comida. Es por eso, dijo, me van a dar un fusil de cerrojo “Vetterli” y balas. “Mare”, sí que me entró miedo. Pasaron otras “tré ure” sacudiéndome de un lado para otro y, justo en el “mument” en el que se nos cruzó un hermoso “serv”, un gamo dijo “Pinót”, divisamos la Colonia Rafaela.

Este lugar tiene ranchos de barro y paja, más unas casas de ladrillos alrededor de una “piazza” que no es una “piazza” sino un espacio cuadrado cubierto con pajonales, espinillos y hasta una pantanosa “lagun-a” con unos “passarót” blancos de patas “lungas” en ella. En la esquina está el almacén de don “Yuanin” Zanetti que es uno de los edificios de ladrillos; frente a él me bajé despidiéndome de “Pinót” Donna (no me cobró nada). Cuando iba a entrar me salió al paso un hombre alto, de barba “biunda”, que me preguntó si yo era el Giorgio, “figlio” de los Muscatti; dije sí y dijo él que era Valentín Kaiser, el comisario del “siñur Guglielmo” Lehmann, y que le habían encargado hacerme “purtar” con las “feramentas” hasta mis “cunsesiones”.

Como había que esperar me hizo entrar al almacén y me invitó con una bebida que llamó ajenjo. Mientras los Zanetti me preguntaban cómo estaba Italia, el “almán” Kaiser me explicaba cómo manejarme en estos lugares y, hablando, hablando y escuchando, creo que tomé algún “bicher” de más... y perdonen “pare” y “mare” pero creo que me “pié na chuca”, una “bela” borrachera. No sé, pero sin saber cómo me vi otra vez moviéndome arriba de otro “caretún”, cargando mi “fagot”, “ma” con un fusil “Vetterli” en una mano, una pala en la otra, una horquilla apoyada en mi hombro, una hoz en mi regazo y a mis pies una “sloira”, un arado de una reja. Oí que me decían que todo era mío, también el caballo y el buey. Me di vuelta y atados detrás del “caretún”, viera “pare”, venían un “caval” y un “beu”. Resulta que el que llevaba las riendas y me hablaba era un tal “Carlin” Buyatti y me contó que hace tiempo fue vecino de nuestro pueblo “Villaggio delle Fontana” ¿lo conoce “Pare”?

El aire fresco me despabiló un poco y pude ver que nos detuvimos junto a un hierro clavado en la tierra en medio de la nada, con una chapa con una “G” y una “L” calada en ella. Aquí es, me dijo Buyatti, y me aconsejó que buscara los mojones límites y en el medio hiciera enseguida un “chiabót”, una choza de ramas, para resguardarme y también empezara a cavar el “pus d`eva”, el pozo de agua. “Pare”, aunque no me crea en una “sman-a” y media “a lé fait chiabót e pus”. Ahora estoy en Colonia Rafaela, vine a caballo para buscar una “bursa” de semillas y mañana voy a empezar a arar con el buey. Aprovecho para escribirles todo esto y decirles que el día que tenga la casa de ladrillos los llamaré para que vengan y traigan a “me murusa” Marietta. “Pare”, “Mare” los saluda y los extraña y los quiere mucho. “Suo figlio Giorgio Muscatti”

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