Antiespejito: ¿Quién es la más linda?
Queremos espejos que nos muestren como somos en realidad: De muchos tamaños y colores, despeinadas, con picaduras de mosquitos, con piojitos en la cabeza, con moños torcidos de tanto hamacarnos y con una sonrisa gigante de gustarnos como somos.
Por eso nuestra princesa del espejo se transforma en una Antiprincesa, como Frida Kahlo, que usó su propio rostro en ese cristal para crear muchos mundos a través de la pintura y del arte. Frida usó su “antiespejito” para mirarse como más quería, ¿por qué no usar uno?
Decidimos armar una Guía donde las “anti” mostraran todos sus poderes… ¡Eso sí! La consigna es que cada antiprincesa sea como quiera ser: no hace falta hacer nada de lo que proponemos acá, simplemente nos importa pensar un poquito con ustedes cómo dejarnos ser libres a las niñas y niños. Esta Antiguía es un comienzo y se puede pensar, hacer y reescribir en todos lados. Así que… ¡a seguir inventando, que de eso se trata la infancia (y la vida)!
Antihéroes: Gauchito Gil
Esta vez, seguimos el rastro de polvo de las rutas y los caminos de todo el país. Buscamos el eco de las bandidas y los bandidos rurales, de las santas y los santos populares para llegar a quien prefirió vivir perseguido antes que cometer una injusticia; que eligió esconderse en los montes antes que pelear contra sus hermanas y hermanos de Latinoamérica. El relato que fuimos encontrando nos habla del pequeñito que se crió en el campo en la provincia de Corrientes, del joven que decidió desertar del Ejército (ya prontito sabrás de qué se
trata), del santo popular que aparece al costado de los caminos en altarcitos con cintas rojas y a quien las viajeras y los viajeros le piden protección tocando tres bocinazos.
Contracuentos: Historias de brujas y dragones
¿Qué contarles a las chicas y a los chicos por las noches? El momento donde las luces bajan, los miedos aparecen con formas de sombras y esperan el relato de las “buenas noches”... Brujas que buscan colores robados, princesas que no saben de modales pero sí de dragones, mujeres que se rebelan, príncipes que tienen miedo (¡pero que son valientes!), gigantes amigos, bellas durmientes que no quieren ser besadas y hasta un lapachito (ese árbol con flores rosadas) en medio del monte chaqueño son personajes en estas páginas.
Cuentos para sumergirse, porque tiene la mirada puesta en una niñez donde las preguntas se permiten, donde la historia del país y de América Latina se mezclan con seres mitológicos, y con cercanía a nuestras raíces.
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