Tal vez siguiendo el estilo y la temática de sus cuentos, su final nos sorprendió en lo intempestivo y doloroso.
Junio había sido un mes clave en los últimos años para despropósitos de salud y otras circunstancias. En algún momento cuando conversábamos, bromeábamos de “sacarlo del calendario”. Sin embargo también es el Mes de las Letras Rafaelinas y se diría que nos “dejó en su ley”.
Tuvo “la justicia” de que lo homenajearan en vida, de recibir el cariño de la gente y el reconocimiento de su trabajo. Pero todo lo que hizo fue con un gran esfuerzo, como les sucede a tantos escritores del interior que tienen doble esfuerzo para concretar la edición de un libro, o ingresar en el mercado virtual para difundir su obra.
Lector avezado e incansable buscador de historias. Gentil al extremo, sencillo y directo.
Tuve el privilegio de poder frecuentarlo, conversar e intercambiar sobre literatura. Digo “el privilegio” porque la vida presenta muchas veces esas oportunidades únicas de interactuar con gente valiosa. Y eso suma, aporta y hace crecer interiormente.
He disfrutado de todos sus libros y a más de uno los he terminado de leer “con dolor de estómago” y se lo dije sonriente muchas veces.
¡¡¡Hasta siempre querido Angel!!! Usted y su obra trascienden todo hecho terrenal.
Ana María Colombo