Por Raúl Vigini
No sé cómo nació, se ve que era algo que me impulsaba de adentro. Bueno, ya en la escuela cuando había un acto yo era el que jetoneaba ahí… Hubo una carrera de cucciolos. Yo trabajaba en el ferrocarril con Rogelio -el “Cholo”- Scaraffía- y corrían esas bicicletas con motorcitos de cincuenta centímetros cúbicos que tomaba desde Avenida Italia y daba la curva dentro del ferrocarril Belgrano y volvía por la misma avenida. En ese momento corrían todos: Jorge Ternengo, Raúl Caligaris, Oreste Berta. Entonces con Scaraffía nos propusimos poner parlantes en el recorrido para transmitir. Eso lo llevamos a una cancha en los partidos de fútbol locales para dar la formación de los cuadros y le alquilábamos los equipos a Roggiani, pero después con el tiempo nos pareció poco una cancha y cubríamos todas las canchas de la ciudad. Empezamos en el año mil novecientos cincuenta y dos. Para hablar por teléfono a veces íbamos de la cancha del Club Ferro a la Agencia Striker frente a la plaza 25 de Mayo, que son casi quince cuadras de distancia para poder pasar los resultados a las otras canchas. No había teléfonos, ni sabíamos quién lo tenía. Se hizo una vida de sacrificio porque no había los medios de que se dispone ahora. Para lograr un reportaje teníamos una valija de cuarenta por cincuenta centímetros con dos discos de alambre como un cabello de fino… cuando se enredaba sabe Dios cómo lo desenredabas… Después eso fue permitiendo el avance de la tecnología tan violento. Y fuimos tratando con aquellos que en los clubes hacían la función de presentadores, alguno ya tenía un poco esa vocación, estaban Topazzini, Chiarella, Dopazo, hasta que apareció la radio. La radio comenzó a funcionar como Radio Rafaela Am, y como nosotros teníamos cierta experiencia y mucho elemento, entramos a cargo de todo el deporte de la emisora. Eso fue como Corporación deportiva Líder, un puñado de voluntades al servicio del deporte. Scaraffía -un locutor extraordinario, un tipo bárbaro- tuvo un problema de salud importante que le impidió seguir en el equipo y nos fuimos achicando. Y me asocié con José Luis Foglia y Marcelo Schiavi y formamos Ovación. Ahí le dimos un impulso grande al deporte de la radio que con la crisis del dos mil uno había muchos gastos en viáticos y la publicidad se restringía. A partir de ahí decidí hacerme cargo del automovilismo y ellos continuaron en otros emprendimientos.
Cómo me formé en lo personal para hacerle frente a un relato ante el público
No lo sé. Para mí es un don de Dios que me transmitió porque no tengo bases para poder destacarme. Es algo natural me parece. Me gusta leer. Y me anoto aquellas cosas que me gustan y en cualquier momento pueden servirme…
De quién aprendí más
Si le hablo de la parte del automovilismo sería Luis Elías Sojit con el cual teníamos una cierta amistad. Lo visitaba en su casa de Caballito en Buenos Aires. En el fútbol, José María Muñoz, que es la figura preponderante de aquel tiempo con todo su conjunto de colaboradores, porque teníamos un compromiso de transmitir los partidos de fútbol por Radio Rafaela cuando se jugaban solamente los domingos y conectábanos con Radio Rivadavia. Puedo tomarlo como referente. Fioravanti por la pureza de su vocabulario, por el buen gusto de sus expresiones.
Tuve la posibilidad de transmitir las “300 Indy” también…
Transmitimos las “300 Indy” que fue un desafío tremendo porque era un mundo desconocido para todos nosotros. Hice un curso de inglés rápido para por lo menos saber nombrar bien a los corredores. Nos protegimos con un grupo de gente capaz, trajimos colaboradores de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Gente de radio ya hecha.
Cómo vivimos esa semana tan intensa de público y actividades diferentes en la ciudad
Fue una conmoción, Además cómo se insertó el grupo norteamericano acá. Tomar cerveza, ir a los bares, dar propina en dólares. Esa noche previa se hizo el carnaval. La familia del club los invitaba a las casas. Donde había un auto corrían todos a verlo.
Y la competencia en sí…
Un orden absoluto, una limpieza… todas las herramientas a la vista. Con decir que el único robo que hubo fue un argentino. Se aprendió mucho de ellos. Y el espectáculo fue imponente. Lo que pasa que no le dieron mucha difusión. Igualmente se juntaron treinta y ocho mil personas pero podría haber sido el doble. Hubo un saldo negativo desde lo económico y los organizadores avalaron con su propio peculio.
Qué estoy haciendo actualmente
Hago lo que hacía casi medio siglo atrás, ir todos los días a la radio, que es un poco mi alimento espiritual. Digo, aunque no se supo, hace mucho tiempo que tengo una amante que es la radio. Voy a Radio Rafaela de veinte a veinte y treinta, más allá de que haya algún flash por la mañana cuando haya algo importante que comunicar. Nací para la radio, la radio es mi vida. Yo ya firmé un testamento: “El día que yo me muera, no haya llanto ni lamento, pues llegado ese momento para evitarse el reproche, pongan dentro del cajón, al lado de mi cabecera, una radio de primera que transmita día y noche”.
Pero hubo otros emprendimientos en mi vida. Participé en la organización de los carnavales.
Eso fue una voluntad del intendente Rodolfo Muriel de volver a reeditar los carnavales que desde varios años no se hacían. Se concretó una reunión abierta donde se expuso la propuesta y como no hubo adhesiones de las entidades intermedias presentes, le dije al intendente que si me daba un auto y un chofer yo me hacía cargo del tema. No había mucho tiempo para hacer carrozas. Me dijo que sí y empecé a visitar los lugares donde había corsos en la región. Llegué a varias localidades donde hacían carrozas y formalizamos definitivamente el Primer Certamen Nacional de Carrozas -tengo un álbum maravilloso con las fotos que lo testimonian- donde juntamos treinta mil personas la primera noche desde la calle San Lorenzo hasta la Plaza 25 de Mayo, la avenida, los canteros, todo lleno de gente. Se hizo varios años y nos fue muy bien. No había carrozas locales para evitar inconvenientes, y un jurado prestigioso con rafaelinos meritorios premiaba los trabajos mecánicos imponentes que desfilaban. Las carrozas las alquilábamos a sus dueños de la zona y también taxis locos, bicicletas raras, para darle atracción al espectáculo. Conseguimos regalos y los sorteábamos entre el público asistente. Ubiqué galpones para guardar las carrozas porque no había tantos lugares grandes. Fue brava la porfía, pero la sacamos muy bien. E hicimos donaciones a entidades de bien público.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Leonelo Bellezze
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