Por Raúl Vigini
LP - La necesidad de formarse profesionalmente. Dónde. Con quién.
V.F. - El trabajo de campo fue importantísimo en mi formación, porque tuve la suerte de hacerlo en diferentes medios y con personas de una enorme capacidad, que me fueron guiando en una actividad que me dio el privilegio, también, de tener contactos directos con grandes profesionales. Entre 1989 y 2001 fui corresponsal del Diario Clarín en Rafaela y me invitaron en varias oportunidades a Buenos Aires, asistiendo a una buena cantidad de disertaciones, no solamente a cargo de periodistas deportivos, sino también de otras áreas que se desempeñaban en ese medio.
LP - Escribir o hablar. Diario o radio. Tus experiencias.
V.F. - Tuve la satisfacción de incursionar en radio, diario y televisión. No tengo dudas que el medio escrito es el más complejo y demandante; la radio es magia y espontaneidad; la televisión es imagen. Me inicié hace más de cincuenta años en la radio; con Edgardo Peretti hicimos televisión con un programa, Deportivamente Hablando, que hoy todavía es recordado; pero me siento identificado con los medios gráficos, donde hoy sigo trabajando. Primero, lo hice en Diario Castellanos y desde hace 47 años en Diario LA OPINION.
LP - El deporte más admirado desde lo profesional en vos.
V.F. - No me inclino por uno en particular, pero sí valoro los individuales, porque requieren de una preparación y de una mentalidad diferente, porque enfrente tenés a otro deportista que lucha por los mismos objetivos. Ese tipo de competencias obliga a quienes las practican, a exigirse en cada entrenamiento para superarse y aproximarse lo más posible a la perfección. El esfuerzo, el sacrificio, la responsabilidad y la dedicación son los pilares en los que se terminan asentando los éxitos en esas disciplinas.LP - Algunas anécdotas de tu vida como periodista.
V.F. - Muchísimas, de las buenas y de las otras, pero quiero rescatar algunas entrevistas que me marcaron como periodista. En tres ocasiones tuve el privilegio de dialogar con Juan Manuel Fangio, a mi juicio, el mayor exponente del deporte argentino de todas las épocas. Roberto De Vicenzo, otro verdadero Señor, así, con mayúscula, me dejó muchas enseñanzas. Por todo lo que representaron, cada uno en lo suyo, fue una satisfacción personal haberle realizado notas a Diego Maradona y Carlos Monzón, entre otros.
LP - Las carreras de autos en Rafaela en tu memoria.
V.F. - La primera que recuerdo fue las 500 Millas de 1959, cuando tenía poco más de seis años. Fui con unos vecinos en un camión que estacionaron en la parte externa del circuito, sobre bulevar Lehmann. Desde esa primera carrera, el autódromo de Rafaela pasó a ser para mí un lugar en el mundo. Me perdí muy pocas competencias, pero nunca falté a las 500 Millas, que se disputaron hasta 1975, con un solo paréntesis en el año 1965, cuando se pavimentó el circuito. Una de las más espectaculares que presencié fue la de TC 2000 cuando se utilizó el óvalo.
LP - Ser testigo de un acontecimiento perdurable. Las 300 Indy.
V.F. - La viví de punta a punta. Desde que llegó el primer auto y hasta que se fue el último. Me pasaba varias horas en los talleres de Carlos y Américo Grossi, donde fueron depositados los autos cuando llegaron a la ciudad. Yo vivía en calle Arenales y la concesionaria estaba en 25 de Mayo, a dos cuadras de mi casa. Cuando empezó la actividad, iba en bicicleta hasta el circuito y la carrera la seguí desde la tribuna de cemento, un lugar desde donde se podía observar la vuelta completa y la impresionante velocidad que desarrollaban las máquinas en la recta opuesta. Rafaela vivió una fiesta increíble, con la visita de los pilotos y autos de Indianápolis, que hoy, a la distancia, adquiere mayor dimensión.
LP - Dejar testimonio del acontecimiento por escrito este año.
V.F. - Fue un desafío que empezó a tomar forma, hasta cristalizarse un par de meses antes de cumplirse medio siglo de ese acontecimiento, en el que apunté, fundamentalmente, a rescatar la pasión de los hombres y mujeres que hicieron realidad ese sueño. Atlético, vale la pena destacarlo, no estuvo solo, porque la ciudad entera se involucró en el proyecto de un evento que, a mi criterio, fue el más importante en la historia de Rafaela.
LP - La gestión para lograr el libro.
V.F. - Un libro de las características de “300 Indy - Historia de una Epopeya” requiere de un complejo trabajo de investigación. En primer lugar, apelé a mi memoria, pero después lo fui enriqueciendo gracias al aporte de personas que colaboraron espontáneamente, sobre todo acercándome varias fotografías para ilustrar la publicación. Después llegó el momento de editarlo y también recibí un apoyo incondicional del Club Atlético y de tres empresas locales que confiaron en el producto: Long Automotores, Basso y ETMA, con quienes tengo una excelente relación personal, que es más importante que la comercial.
LP - El contenido que pudiste lograr.
V.F. - Realmente, me dejó conforme el trabajo, porque entiendo que es ágil y define con simpleza todas las circunstancias que rodearon a esa carrera. Tuvieron que superarse muchísimas dificultades, contratiempos y también situaciones imprevistas desde que se iniciaron las negociaciones, que felizmente llegaron a buen puerto. En pocos meses se debieron ejecutar obras que demandaron una inversión significativa, afrontada con el patrimonio de los dirigentes, que expusieron claramente su amor por la entidad y por una competencia que fue posible gracias a esos increíbles locos soñadores. Me sorprendió gratamente la repercusión que tuvo el libro desde su lanzamiento y que hoy se sigue manifestando. Sin duda, superó todas mis expectativas, porque me lo solicitaron desde varios lugares del país.
LP - Momentos destacados de tu carrera profesional.
V.F. - En la década del setenta, asistí a varias ediciones de los Grandes Premios de Fórmula 1 de Argentina y Brasil, además de cubrir la Copa Mundial de Fútbol de 1978, que le dio el primer título a nuestro país en el deporte más popular. También fui acreditado muchas veces en el Rally Mundial de Argentina y en el Campeonato Mundial de Motociclismo, primero en Buenos Aires y en los últimos años en Termas de Río Hondo. Otro de mis sueños, fue haber presenciado en cinco oportunidades las “500 Millas de Indianápolis”, en Estados Unidos.
LP - La reflexión de una vida dedicada a difundir el deporte.
V.F. - Soy un agradecido a la vida y me considero un elegido por seguir teniendo la posibilidad de trabajar en algo que me gusta, que fue una vocación al principio y un medio de vida poco después y hasta la actualidad. Cuando algunos jóvenes que se inician en esta maravillosa profesión me consultan, les respondo siempre que no me siento capacitado para dar consejos, pero sí les dejo en claro que “nada se consigue sin intentarlo”.
por Raúl Vigini
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