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La Palabra Sábado 28 de Abril de 2018

En busca de… Silvina Chediek, conductora

Poner el oído y cantarle esa canción Llegó a la televisión sin pretenderlo, se sintió en su lugar cuando la profesión le brindaba espacios en los medios de comunicación. Siempre dispuesta a aprender, y rodeada de los grandes, supo definir su camino, y hoy la trayectoria le imprime un nombre propio en su trabajo. En un encuentro sereno y desprovisto de formalidad, le cuenta a LA PALABRA cada momento de su paso por los estudios y los escenarios.

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archivo La Palabra Crédito: En camarines: La charla con Silvina Chediek en el Teatro “Gastón Barral” Foto 1 de 2
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archivo Silvina Chediek Crédito: Arte aniversario: Esteban Morgado y Silvina Chediek dos décadas juntos en “Letra y Música” Foto 2 de 2
Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

LP - ¿Dónde naciste?

S.C. - En la Ciudad de Buenos Aires.

LP - ¿Te sentiste siempre porteña?

S.C. - Sí.

LP - ¿Y te gusta?

S.C. - Sí. Me parece que no se me ocurre otra manera. Buenos Aires tiene cosas buenas y no tan buenas. Puedo ser crítica porque justamente nací ahí, pero me siento identificada.

LP - ¿De qué barrio?

S.C. - Es un límite entre Retiro y Barrio Norte.

LP - ¿Conociste el país con tu trabajo?

S.C. - Gracias a Dios sí. Lo primero que hice fue “El Espejo” y gracias a eso conocí muchísimo, me encantó y me abrió la cabeza.

LP - Recibiste muchos reconocimientos que son importantes más allá de lo mediático o comercial. ¿De qué manera los viviste?

S.C. - Primero me nominaron muchas veces y no ganaba. Cuando empecé no había Martín Fierro, supongo que a lo mejor hubiera estado ternada como revelación aunque no lo ganara porque aparecí de la nada. Y la gente nos tenía en sus casas con mucho rating todas las tardes. Después me nominaban y no ganaba, después gané varios Martín Fierro. Me dieron hace poco el Santa Clara de Asís que nunca había recibido. Pero valoro mucho, mucho, los de la Fundación Huésped, que en la década del ochenta -cuando nadie quería hablar de HIV- gracias a la producción que hacía en el Canal de la Mujer con Ricardo Belozo, le dábamos mucho lugar a Roberto Jáuregui, que luego murió, y lo conocíamos por la carta que escribió a Página 12, y tanto él como el doctor Pedro Cahn tenían las puertas abiertas. Huésped me reconoció varias veces y para mí eso fue y sigue siendo un orgullo, la verdad. De Cilsa que premia comunicadores también lo recibí. Y algunas cosas solidarias. No me siento las más solidaria, pero colaboro con la obra del Padre Mario. Creo que el premio mayor es tener trabajo y hacer lo que uno ama, y tratar de no traicionarse, y siempre tener presente que del otro lado hay gente que merece todo tu respeto. Todo.

LP - Estuviste al lado de otro de los genios que fue Adolfo Castello también…

S.C. - Con él aprendí, que trabajaba en Badía también, pero después hicimos una aventura muy loca que fue “Muestra gratis” que duró muy poquitos meses y muy poquito rato porque el programa duraba media hora pero si “Chiquita” Legrand se pasaba duraba veinte minutos. Y era muy divertido porque era la época en la que se alquilaban videocasetes y presentábamos novedades, y Adolfo decía que lo último que había visto era “Ben Hur”, entonces laburaba yo y él me hacía reír, era nada más que eso, novedades de video. Tuve la posibilidad de hacer rubro con él, sola. Justo ese año murió mi padre de muerte súbita, en el noventa y uno, a los pocos días me reincorporé, y siempre siento que trabajé en lo mejor. También trabajábamos con “Quique” Wolff, con “Pepe” Eliaschev, rodeada de voces. Cuando me dicen que soy locutora, le digo, no, locutores son los que estudiaron para eso. Puedo tener una voz agradable pero no las voces esas que puede hacer distintos tonos, imponerse en una multitud, eso no. Para eso se estudia y yo no lo hice.

LP - ¿Por qué no estudiaste música con lo que te apasiona cantar?

S.C. - La verdad que no sé. Esteban me ofreció darme clases de guitarra pero siempre pensé que esas cosas se aprenden desde chico, y nunca fui. Entonces me dice “si me hubieras hecho caso cuando nos conocimos, ahora tocarías mejor que yo”. Por lo menos rasgaría “Zamba de mi esperanza”. Ni siquiera estudié canto que tampoco está bien eso, porque me haría muy bien al alma y me haría bien al cuidado de la voz. Hice foniatría en una época que me quedaba muy seguido disfónica.

LP - ¿Periodista o conductora?

S.C. - Una mezcla, a veces me siento más conductora, pero otras veces qué se yo… la palabra periodista siento que me queda grande porque yo no escribo, si bien llegué a dirigir una revista en algún momento, pero fue porque era una revista mensual para mujeres y era como manejar la pauta, qué podía interesar, pero no porque me destacara escribiendo notas.  Por no haberme recibido y por no haber ejercido mucho el periodismo gráfico siento que me queda medio grande. Por otro lado siento que las entrevistas -el año pasado hice un ciclo en la TV Pública que iba una vez por semana y me encantó- es lo que más disfruto. Si hacer entrevistas te convierte en periodista ponele que soy, y si no, no sé. Creo mucho en escuchar al otro, en concentrarme en lo que me está contando, y en no apretar, porque pienso que la gente ya bastante acorazada está en la vida como para que vos le presentes un arma y se tenga que acorazar peor y entonces no sale nada interesante. Esa es mi sensación. Busco la paz, evidentemente porque no la tengo todo el tiempo, y apunto a eso. No me gusta el conflicto, pero no es que adulo al invitado permanentemente. Sí, trato de generar un clima, a veces lo logro, a veces no. Además Esteban fue creciendo, creciendo, no solo en la música, habla más en los programas, y es un tipo increíble, y es súper versátil, que conoció a gente bárbara en el programa, otros dijeron que no podían creer que él los estaba acompañando. A mí me parece indispensable la música para vivir.

LP - Si tenés que elegir entre aquella televisión con la que empezaste, la radio y la escena de ahora con el público adelante. ¿Qué destacás de cada una pensando que las tres te gustaron?

S.C. - De la tele de antes que no se vivía enloquecido por un punto de rating que llegaban cada quince días, y después cada semana. De la radio ahora estoy enamorándome muchísimo, en la radio en vivo también hay un equipo precioso, de mucha gente que me acompaña, entonces también lo único que tengo que hacer es dejarlo brillar. Y el público cuando está conectado es maravilloso, es una oleada que te viene de risa, energía y aplauso, y es bien diferente.

LP - ¿Es labor terapia la tuya?

S.C. - Totalmente. Sí. Creo que estaría completamente loca si no trabajara.

LP - ¿Te queda algo por hacer?

S.C. - Algunas entrevistas internacionales. Llega un momento que decís: seguir trabajando, y no me parece un sueño pequeño, sino todo un sueño. Ir madurando y que la gente aprecie la madurez de uno, sin necesidad de que me tenga que ir a operar la cara, cosa que habrás visto que no he hecho, no sé si alguna vez sucumbiré a la tentación, pero muchas amigas a mi edad ya lo hicieron. Digo si pasás una cierta barrera -cumplí hace poco cincuenta y seis- que es la de los cincuenta, cuando estás cerca. Y después te das cuenta que no se cayó tanto, no se cae medio metro la cara, se cae. Ya tuve la imagen de los veinte y los treinta.

por Raúl Vigini

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