Por Raúl Vigini
Nació en Buenos Aires y decidió observar el entorno. La sensibilidad la llevó a detenerse en los lugares donde los detalles pedían espacios de visibilidad. Fue en busca de la identidad de las personas y de las cosas. Descubrió lo que pocos habían visto, persistió en la búsqueda y llegó a demostrar las luces desde las sombras. A su alrededor tuvo música, imágenes, sonidos cotidianos y todas las vivencias posibles, las más crudas y las más nobles. Compartió este momento con LA PALABRA para recrear esas situaciones.
LP - La importancia de las imágenes en tu vida.
S.D. - La unión de la imagen, los sonidos y los aromas con el sentimiento es algo que me cautivó siempre, desde chica. Recuerdo entrar en estados contemplativos que siempre eran interrumpidos por la pregunta de algún adulto: ¿qué pensás? ¿Estás aburrida? ¿Por qué no hacés algo? Luego comencé a militar muy joven, salí al exilio con dieciocho años embarazada de mi primera hija y durante los primeros años de mis hijos comencé a experimentar en la fotografía, pude comprarme mi primera cámara reflex, con un lindo lente, y explorar esa unión entre la imagen y los sentimientos. Así comenzaron mis primeros registros visuales, sacándole fotos a mis hijos.
LP - ¿Cómo se dio en vos la formación en artes visuales? ¿Cuál fue tu primer trabajo que realizaste y por qué lo elegiste?
S.D. - La formación en el audiovisual fue en la práctica misma. Cuando me fui del país, no había terminado el secundario, así que cuando pude, y como pude, ya de regreso en Argentina, cursaba a la mañana en el Avellaneda y trabajaba a la tarde en la Secretaría de Derechos Humanos y así terminé mi quinto año. Al terminar me iba a poner a estudiar la carrera de Imagen y Sonido de la UBA que se abría ese año, 1989, y un querido amigo, Tristán Bauer, arrancaba el rodaje de su ópera prima, el largometraje “Después de la tormenta” y me propuso hacer un meritorio en dirección y de esa manera ver realmente lo que era “hacer cine”. Puedo decir que ése fue mi comienzo en la formación audiovisual, ya que allí pude ver cómo era todo el proceso para hacer una película y había algo muy seductor para mí en la posibilidad de contar historias filmando. El director de fotografía de la película era Ricardo De Angelis, con quien a partir de ese momento compartimos la vida durante más de veinte años. Con él aprendí mucho e hicimos muchas cosas juntos. De hecho, al poco tiempo lo llaman para filmar Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain y poco antes de arrancar hay un problema con el fotógrafo que haría la foto fija, me preguntan si yo podría hacerla y por supuesto que dije que sí. Y así, trabajando, me fui metiendo y formando en el mundo del audiovisual.
LP - Lo pendiente en tu vida.
S.D. - Ser música, aunque sería lo pendiente para otra vida, ya no para ésta, jajajaja…
LP - El futuro que esperás ver concretado a corto y mediano plazos.
S.D. - Una mejor calidad de vida para todos, un cambio de paradigmas.
LP - En general. ¿Cuáles son los temas que terminás eligiendo para tus trabajos? ¿Por qué?
S.D. - Seguiría eligiendo siempre temas que tengan que ver con la música. Es la expresión artística que más me conmueve y creo que se puede mostrar y contar mucho desde y con la música.
LP - ¿Qué análisis hacés de los medios y la difusión en el presente que nos toca a los argentinos?
S.D. - Siento que estamos viviendo una época interesante en este sentido, ya que por fin se está empezando a cuestionar la información que recibimos. Hasta hace algunos años lo que decía un canal de televisión o un diario importante era palabra “santa”, ni se pensaba si podía ser verdad o no. El poder de los medios es enoooooorme y siempre estuvo directamente ligado al poder económico. Los medios hegemónicos siempre han manejado la información que se publica y difunde. Hoy, por suerte, cada vez hay más alternativas a los medios hegemónicos y en los últimos doce años desde esta gestión de gobierno, se han ido construyendo canales y herramientas para que todos tengamos acceso a la información por igual. Se creó un medio incuestionable, y altamente prestigioso por la calidad de lo que emite y produce, que nos muestra y cuenta otras realidades nacionales e internacionales que estaban ausentes, como es el Canal Encuentro por ejemplo, creado por una Universidad -la de San Martín- y el Ministerio de Educación. Se creó la TDA -Televisión Digital Abierta-, a través de la cual accedés gratuitamente a más de treinta canales. Hoy si querés ver otra realidad de la que te quieren imponer, podés, la información está y podés acceder mucho más fácilmente que antes. Y ése me parece un cambio muy grande, una evolución muy importante. Siento también que hay mucha libertad, que es lo que hace que puedas leer y escuchar opiniones diversas y hasta opuestas entre sí.
LP - ¿Qué lugar ocupa el documentalismo actualmente en el país?
S.D. - Me parece que el documental creció significativamente y debo decir que también se lo debemos a estos últimos años de gestión, porque se fomentó la producción documental desde diferentes concursos y propuestas: Encuentro, el INCAA, el Ministerio de Planificación y las Universidades. Esto permitió darle curso a cantidad de ideas y proyectos que siempre se generaban desde los productores y los realizadores, pero quedaban estancadas. Y así hoy se pueden ver documentales nacionales en salas de cine como el Gaumont, o en señales de TV como Encuentro, INCAA TV, o la Televisión Pública.
LP - ¿Considerás que con tu aporte favorecés a que la memoria colectiva se refuerce en temas que no deben dejar de conocerse más y olvidarse menos?
S.D. - Y… si… creo, o por lo menos intento desde mi mirada y el registro que hacemos como documentalistas, hacer un aporte a la memoria de nuestra historia, de nuestra música, de nuestros orígenes. De eso hablan mis películas y las hago desde el alma y con el corazón, así que ojalá ayuden a preservar y construir la memoria colectiva.
LP - Una anécdota sucedida en tu diaria labor con las películas.
S.D. - Anécdota, recuerdo: la noche que le mostramos a Nazareno Anconetani el documental en el patio de su casa proyectada en una sábana como hacía su papá cuando ellos eran chicos, que les proyectaba cine en el taller donde fabricaban los acordeones. Allí vimos la película con toda la familia, poco antes de que Nazareno emprendiera el último viaje. Fue una noche inolvidable y cuando el documental terminó, Naza dijo: y bueh… ahora hay que empezar todo de nuevo! Me parece la mejor síntesis para definir “la esperanza”.
por Raúl Vigini
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