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La Palabra Sábado 24 de Octubre de 2015

En busca de… Silvia Borella, protagonista

Sus momentos en arcilla

Raúl Vigini

Por Raúl Vigini

El inicio es una fuerte motivación que desde Tilcara, en Jujuy, despertó en ella un aspecto personal que hasta entonces desconocía. Y después fue movilizarse a partir de una experiencia, donde los afectos alteraron otros órdenes de la vida cotidiana y permitieron que curse la carrera de profesorado en artes visuales en Rafaela, cuya entrega final fue la muestra de sus trabajos que se llamó “…Fragmentos de tiempos de ‘Ese’ Norte” donde plasmó su sensibilidad que despertó en una geografía de nuestro país.

 

LP - Cuando hablamos de arte ¿creés que antes de lograrlo hubo que pasar por una etapa de dolor alguna vez por parte del autor?

S.B. - Pienso que sí. No sé si en todos los casos. Puede ser que sea algo innato en determinadas personalidades que ya lo traiga desde el nacimiento al arte. Pero cuando uno llega a una cierta edad, y generalmente frente a situaciones de muchísima adversidad  hay como una búsqueda interior para encontrar quizás la explicación, el porqué pasa eso o por qué a mí. Creo que el tema del arte en un momento de la vida tiene que tener alguna relación con algún dolor que te lleve a una búsqueda interior. Y para mí hubo más encuentro que encontrarme con el arte, porque no tenía ni idea que tenía alguna posibilidad, no capacidad, porque quizá capacidad no tenga, pero que tenía la posibilidad de poder hacer lo que entiendo que puede ser arte. Arte es una palabra demasiado grande, pero poder hacer algo con las manos, poder estar estudiando a gente importante pero que tenga que ver justamente con esa faceta artística, y cuando vas estudiando vas encontrando que generalmente los grandes pintores, escultores, en su vida pasaron por infinitos dolores, que los podías sublimar a través de esas expresiones. O sea que sí, el arte es sanador y sublima una cantidad de instintos que tenemos que es increíble.

LP - ¿Cómo recibió este cambio en vos tu entorno afectivo?

S.B. - Creo que mi familia lo vio con sumo agrado el hecho de que empezara a estudiar. Quizás no me lo decían, hasta que al final me lo dijeron mis hijas que estaban orgullosas de mí. Tal vez no te lo dicen pero sentís que estás haciendo algo que vale la pena mostrar. Que alguien grande que tiene cincuenta y un años empieza una carrera, la hace con absoluta responsabilidad y está haciendo algo que le produce placer es un buen ejemplo también. No lo hice para dar ningún ejemplo pero creo que hay un cierto grado de orgullo en ellos.

LP - ¿Cómo fue concebida la exposición de tus trabajos?

S.B. - La muestra es el proyecto final de la carrera, es el Taller experimental de integración y síntesis en la especialidad cerámica. Se elige un taller, elegí la cerámica porque me parecía que la tierra, el barro, era el elemento que me iba a ser sumamente representativo para lo que quería hacer. No sabía qué iba a hacer exactamente, pero sí sabía desde la  mitad de la carrera que mi muestra final era una suerte de tributo, de homenaje a mi inspiradora, a esa tierra de ese norte que conocí, no como turista sino de adentro, que lo conocí haciéndome un poco ellos, porque ellos son bastante callados, que para sacarle cosas es difícil. También lo conocí callada, con mucha observación, con mucha paciencia, hasta que ellos empiezan a devolverme ese trabajo de observación y de paciencia que no es lo mío, pero que justamente te modifica tu temperamento porque es una cultura diferente aun dentro del mismo país. Te templa el carácter. Al tener que elegir entre pintar o grabado que me gustan mucho, para esa muestra quería la tierra porque el barro me iba a llevar a ese lugar donde quería ir. Necesitaba trabajar con el barro, con la tierra que es lo más representativo que hay en esa zona. Elegí la cerámica. Se fue dando paulatinamente, es una muestra que no es improvisada, me llevó prácticamente un año y medio o dos hacerla. Trabajando, trabajando con el barro, haciendo texturas, buscando colores, trabajando con óxidos, poniéndoles el bórax para ver cómo se modificaban, buscando paletas de colores a los que quería llegar a través de los esmaltes, y mientras tanto ese trabajo de experimentación, iba produciendo mis cardones que siempre estuvieron presente, y las llamas, y algunas cabras. No me propuse hacer tanta cantidad de piezas, sino que iba experimentando y trabajaba, hacía mis llamas, mis cabras, no hay molde, todo hecho como surgía cada uno de los días que lo iba haciendo. Y una vez que tuve una cantidad de producción empecé a plasmar los cuadros, primero produje, como diría Picasso “que la inspiración te encuentre trabajando”. Cuando me di cuenta tenía muchos cardones hechos, y muchas llamas hechas, trabajando en paralelo, y dio para la muestra.

LP - ¿Con qué argumento interior tenés la necesidad de hacer un nuevo cardón?

S.B. - Eso era como una especie de necesidad para que me fuera inspirando en las otras cosas. No hice más y estoy desesperada por hacer un cardón o una llama. Y no sé por qué. Estoy siempre en la búsqueda. Las llamas no eran como parte de  mi obra, sino quienes me acompañaban, estaban mirando mi muestra. Estuvieron siempre presente en mi proyecto mirando, acompañando, y los cardones marcándome el camino, es un símbolo. Un nuevo cardón me iba a marcar un nuevo momento y las llamas estuvieron siempre.

LP - ¿Pensaste como si fuera cíclico que el viaje de estudios del secundario te había llevado a ese lugar?

S.B. - Es increíble porque nunca más había vuelto. Es más, tenía completamente confundidos los lugares de Tilcara. Tenía fragmentos -y vuelvo a los fragmentos- en mi mente. No podía creer haber vuelto y que tenga relación. No le busqué una explicación, creo que es causalidad.

LP - ¿Creés que todo esto se dio por un sentimiento?

S.B. - Sí. Llego por sentimiento, y los sentimientos buenos, malos, negativos que se produjeron son también los inspiradores y la necesidad de lo lúdico.

LP - ¿Y de ahora en más?

S.B. - No podría dar clase en la escuela pública por la edad. Me hicieron ofertas para ir a algún taller y lo estoy evaluando, pero sin recargarme, porque quiero disfrutar de mi familia. He dejado muchas cosas por la carrera porque además trabajaba y algunos fines de semana iba a Tilcara. Ahora quiero disfrutar de lo que me dio la carrera. Seguir trabajando con mi tallercito. Nunca  creí que me iba a gustar tanto hacer, producir, generar, y eso es lo que quiero, encontrar el tiempo para hacerlo sin ningún tipo de presión. Igual voy a seguir estudiando.

por Raúl Vigini

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